Eduardo Gudynas

Eduardo Gudynas

Columna de Eduardo Gudynas


Ser el último

28.Ago.2017

Especies emblemáticas como los rinocerontes están a punto de extinguirse. El drama de saber que estamos frente al último animal de su especie. Y que tal vez nada podrá salvarlo.

¿Qué se sentiría al saberse ser el último de la especie? ¿Cómo enfrentar el drama de ser demasiado viejo para poder tener hijos? ¿Cómo sufrir la certeza que la propia especie desaparecerá? Es difícil saber si los últimos rinocerontes sienten esto, pero en cambio estamos seguros que esa es su situación.

Mientras que a mediados del siglo XIX, cuando Uruguay daba sus primeros pasos como joven república, del otro lado del mundo, seguramente había más de un millón de rinocerontes en las savanas y praderas de Africa. También era numeroso en distintos sitios de Asia. En tan solo 150 años, muchas de esas especies están enfrentando su extinción inminente. Los científicos estiman que hace el año 2026, la mayor parte de ellas desaparecerán de la tierra.

El último rinoceronte blanco del norte sobrevive en un parque nacional en Kenya. Su nombre es “Sudán”, tiene 43 años y es acompañado por dos hembras, “Najin” y “Fatu”. Está rodeado por guardias armados que lo protegen todo el día para evitar que lo maten los cazadores furtivos. Es demasiado viejo para reproducirse con éxito, y lo único que podría salvar a esas poblaciones sería algún método artificial. Y para ello están recaudando dinero (apelando incluso a una cuenta en Tinder).

Los rinocerontes son animales imponentes. Las variedades africanas pesan más o menos una tonelada y media. Existen cinco especies de rinocerontes: los rinocerontes blanco y negro, que viven en Africa, mientras que en Asia se describen las especies conocidas como de la India, Java y Sumatra. A su vez, algunas de ellas están subdivididas en subespecies con diferentes distribuciones geográficas.

Su declinación se debe a la pérdida de los ambientes naturales donde vivían. Especialmente en Asia, los bosques y otras áreas silvestres están desapareciendo a ritmo de vértigo y con ello toda su fauna. Además, están perseguidos todos por la tonta creencia que su cuerno tiene propiedades afrodisíacas o medicinales, lo que alimenta un comercio ilegal que compite con el del narcotráfico. Los principales compradores están en Asia, especialmente Vietnam. En realidad los cuernos no tienen una estructura ósea, sino que son de queratina, tal como las uñas.

Pero la locura en esa creencia llega a tales niveles que el precio de los cuernos es elevadísimo en el marcado internacional. Y eso desencadena hechos como la irrupción de cazadores furtivos dentro de un zoológico en Francia (en la localidad de Thoiry), matando a un rinoceronte blanco de cuatro años para cortarle sus cuernos. Entretanto, en algunos parques de Africa, como ocurre en Kenia, está en marcha lo que por momentos es una guerra civil entre los cazadores furtivos y los guardaparques (al 2016 ya se contabilizaban más de 200 cazadores muertos pero también varios guardaparques).

 

 

El impacto de esos cazadores furtivos es enorme; por ejemplo, en 2015 se estima que asesinaron 1 338 rinocerontes en Africa. Siempre es una carnicería, ya que se mata al animal para cortarle el cuerno, o en algunos casos además obtener su sangre. Esta situación es tan dramática que para protegerlos ahora se les cortan esos cuernos. Dicho de otra manera, el precio de la sobrevivencia es la mutilación.

El rinoceronte Sudán es parte de la población de rinocerontes africanos blancos del norte, mientas que la del sur tienen todavía números mayores. En cambio, el rinoceronte de Java es una de las especies de mamíferos más amenazadas en el planeta, y se estiman que solo sobreviven unas pocas decenas, la mayor parte dentro de un parque nacional en Java (Indonesia). Algo similar ocurre con el rinoceronte de Sumatra, también diezmado, y que esencialmente sobrevive apenas en algunos restos de bosques en Indonesia y Malasia.

De esta manera, en pleno siglo XXI, la mezcla entre supersticiones y la destrucción ecológica lleva a uno de los grandes mamíferos del planeta al borde de su desaparición. ¿Qué sentirá aquel que sea el último de su especie ante la certeza de la extinción eterna?

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Arriba, foto del último rinoceronte blanco del norte, dentro de un parque nacional, Kenya.

En el texto, foto de un rinoceronte muerto por cazadores furtivos en Sud Africa.

Más información en: With 1 male left worldwide, northern white rhinos under guard 24 hours, CNN, Inside Africa, 3 marzo 2017, http://edition.cnn.com/2015/04/16/africa/kenya-northern-white-rhino/