José Pablo Franzini Batlle

José Pablo Franzini Batlle


Se fue de mí

04.Abr.2018

No sería posible la clara transmisión de estas líneas sin la facultad de referir mis vivencias y acciones. Séame permitido, entonces, la referencia personal.

Con asombroso acierto afirmaba Ortega y Gasset que: "yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo..."

Ha sido la política - por tradición, vocación y elección - mi circunstancia. Política desde la concepción aristotélica de entender al hombre como un ser social que vive en un estado o ciudad sujeto a leyes elaboradas por la razón y gracias a la capacidad lingüística y moral de los hombres.

Ha sido, también, mi circunstancia la adhesión ideológica al Partido Colorado. Lo ha sido a fuer de la razón, desde un partido porfiadamente de avanzada y más porfiadamente aún en la inclusión de aquellos que                - generada la oportunidad - se desarrollaron a partir del esfuerzo.

Batllista - aunque comprendido en las generales de la ley - por convicción. Por la probidad, por la búsqueda del ser. Por la inagotable capacidad de concebir un mañana moderno sin excluidos.

Son los partidos políticos los actores insoslayables de un sistema democrático fuerte, saludable. Promueven la participación ciudadana y contribuyen a la representación nacional. Sus principios y valores, sus tradiciones, la visión de la realidad, los intereses y objetivos comunes constituyen la identidad, la personalidad de un partido. La razón de existencia.

Hace ya mucho tiempo que siento que el Partido Colorado se traicionó a sí mismo, a su tradición, a su identidad, a su razón de existir, a su gente.

Ni el más imaginativo de los cientistas políticos podría haber concebido a la colectividad nacida en la batalla de Carpintería, defendiendo los intereses de pocos ni bregando por lo más conservador de la sociedad. Ni el más optimista de los opositores podría concebir al Partido Colorado - otrora defensor y propulsor de los derechos populares - convertido en una ameba ideológica dependiente de la convicción del líder de turno, si es que la tiene, claro.

El partido que hizo de los colectivos su razón de existir, asiste hoy a su final desde pobres impulsos individuales que - aunque honestos en su génesis - aprecio vacíos de contenido.

El partido que soñó un Uruguay que incorporara las ideas más vanguardistas del mundo dejó paso a una colectividad envejecida de ideas y espíritu, atrapada en la contemplación de un pasado que no entiende por qué ni cómo desapareció, y librada a peleas decadentes por el poco espacio de existencia que va quedando en lo que ya no es más que una caricatura irrelevante de lo que supo ser.

El Partido Colorado es por tanto irrelevante como herramienta de cambio para nuestro país. Y en consecuencia ya no tiene un papel constructivo que jugar en nuestra democracia.

El Uruguay es más importante que todos nosotros. Y sentimos desde lo más profundo de nuestro corazón el compromiso con su futuro. No seguiremos ese mandato desde la militancia en ninguno de los otros partidos hegemónicos. No hemos medido riesgos antes, menos aún lo haremos ahora. Continuaremos manteniendo la coherencia entre discurso y acción.

Deseamos que el Partido Colorado encuentre su final de manera digna, sin someter el recuerdo de su pasado glorioso a una agonía eterna. No pueden permitirse que en el inexorable camino al recuerdo, la indignidad provoque el olvido de aquel Partido que llevó al Uruguay a ser pionero en cuasi toda actividad.

Anuncio que a partir de este momento, con el compromiso intacto de seguir trabajando y soñando un mejor país, dejo de integrar en todas las calidades que lo hago, el Partido Colorado.

Afirmo con la tranquilidad y coherencia que nos otorga el tiempo de actuación, que no me voy del Partido Colorado. Es el Partido Colorado que se fue de mí.