Sebastián Sabini

Sebastián Sabini


Carta Abierta a Yury Fedotov

04.Feb.2013

Carta Abierta
Yury Fedotov
Director Ejecutivo de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito

"El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerrarán para siempre las puertas del infierno."

Premonitorias (y equivocadas) palabras del ideólogo de la llamada Ley Seca, la Enmienda XVIII a la Constitución de Estados Unidos. Saldo triste y catastrófico: 30 mil personas murieron a causa del envenenamiento por adulteración del alcohol, 100 mil víctimas de ceguera y parálisis, 45 mil detenidos por traficar, el aumento de la tasa de homicidios fue del 78%, y las cárceles que tenían alrededor de 4000 personas en 1920, llegaron a 26.859 en 1932. ¿Cuáles hubieran sido las consecuencias si esta política se hubiera aplicado a escala planetaria?

Sabemos que el alcohol causa 2.5 millones de muertes cada año, sin embargo no lo prohibimos (ni su producción, distribución, venta y consumo). ¿Por qué? Porque tendríamos más muertes, más mutilados, más encarcelados, más violencia, más corrupción a causa de la prohibición. Un mundo en el que ni usted ni yo queremos vivir. En lugar de prohibir, regulamos.

Pues bien, esta política prohibicionista y moralizante, la aplicamos a una serie de sustancias. Nadie me ha podido explicar la diferencia sustancial de éstas con el tabaco, el alcohol, los psicofármacos y todas las cosas que son dañinas para la salud y no prohibimos.

Usted ha calificado nuestra propuesta de regular el mercado de cannabis: "decepcionante".

Ese mercado, de la droga ilegal más consumida en el planeta, es regulado casi en su totalidad por el narcotráfico. Regula la producción, distribución, puntos de venta, calidad, tipo... Y por supuesto, a quién venderle. Es una regulación incapaz de controlar porque es ilegal. El Informe Mundial sobre drogas 2012que usted dirige describe en forma precisa este mercado, aunque no las penosas consecuencias que provoca la ilegalidad.

El efecto de la política es el inverso al esperado, el consumo aumentó desde su aplicación, y tal como lo indica el mismo informe, ahora lo hace en los llamados "países en desarrollo".

El narcotráfico socava la democracia de nuestras repúblicas, tiene el poder y los recursos para corromper los sistemas de justica, policiales, políticos, en suma, las instituciones. Una parte de la violencia, la inseguridad, y la corrupción proviene de éste. Tiene usted la respuesta sobre ¿cómo acabar, o al menos debilitar al narcotráfico?

"Las drogas ilícitas socavan el desarrollo económico y social, y fomentan la delincuencia, la inestabilidad, la inseguridad y la propagación del VIH", una afirmación tan categórica como equivocada y que desconoce los avances que han realizado muchos países tras una alternativa reguladora. Establecer que las drogas ilícitas per se, son causantes de esos problemas implica desconocer el carácter histórico de su ilegalidad, la red de intereses a su alrededor (desde la industria militar, la farmacéutica y el sistema financiero que lava sus activos) y las consecuencias que ella generó. No son las drogas las que generan estos problemas, sino su estatus jurídico que apaña un mercado negro.

Usted ha realizado una lacónica advertencia: "Debemos avanzar al unísono; de lo contrario, correremos el riesgo de ir hacia atrás y no hacia adelante." Ir hacia adelante significa que hay miles de personas presas por esta política, que miles han sufrido mutilaciones, que miles han muerto injustamente, inútilmente por una política irracional. Vamos hacia adelante cuando en Uruguay uno de cada tres presos lo está en nombre de la lucha contra las drogas, por no hablar del medio millón de presos en estados unidos por la misma causa. Tengo la desoladora sensación que ese enorme esfuerzo humano es perfectamente inútil. Retrocedemos cuando en México murieron 60 mil personas y 25 mil desaparecieron en nombre de esa irracional lucha. ¿No nos llama a reflexionar el resultado de nuestras políticas?

¿Cuántas muertes más debemos esperar para cambiar?

Regulemos el mercado que hoy controla el narcotráfico y, en particular, el del cannabis por su enorme dimensión. Dispongamos recursos para prevención, información, educación y salud. Los resultados serán alentadores, así lo indican diferentes experiencias.

El principal interesado en que el sistema de fiscalización actual se mantenga es el propio narcotráfico, porque de allí proviene su principal negocio.

Hoy como ayer el mundo mafioso del narcotráfico se regocija ante nuestras especulaciones.

Es hora de cambiar.

Diputado Sebastián Sabini
Presidente de la Comisión Especial de Drogas y Adicciones
Cámara de Representantes
Poder Legislativo-Uruguay