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¿Y por qué no?

¿Y por qué no?

Opinión, enfoques, aportes - Jana Rodriguez Hertz

Sobre el autor

Doctora en Matemática. Grado 5 en Facultad de Ingeniería UdelaR. Investigadora Nivel 2 SNI. Más en twitter: @janarhertz

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Educación: 5ta y última parte - El futuro de nuestra educación

31.Mar.2015

Esta es la última de una serie de columnas sobre Educación, ver Parte 1

La digitalización del empleo

Hace un siglo en Estados Unidos una de cada 3 personas trabajaba en el campo [1]. Hoy, sólo 0.7% de la fuerza laboral de ese país está empleada en él, y sólo 1.1% de su PBI proviene de la agricultura [2]. En Uruguay, en tanto, esta tendencia no fue tan abrupta, pero aún así fue muy significativa: pasó de tener en 1908 un 39.8% de su fuerza laboral empleada en el campo [3],[4] a tener hoy sólo un 13% dedicado a la agricultura [5]. La participación del producto agropecuario en nuestro PBI pasó de ser aproximadamente 45% en 1912 [6] a un 7.5% hoy [5]. ¿En qué se emplea la mayor parte de nuestra fuerza laboral hoy en día? en servicios: 73% de nuestra fuerza laboral trabaja en ellos y la participación de este sector en nuestro PBI es 71%, aproximando los guarismos de algunos países desarrollados.

El agro sin duda seguirá siendo una parte muy importante de nuestra economía, sin embargo los tipos de empleo cambiarán drásticamente, no solamente en nuestro país sino en el mundo entero. Es que hemos ingresado en la era digital, los medios de producción ya han cambiado, y lo han hecho a un ritmo bastante vertiginoso. Probablemente ningún país esté preparado para los cambios disruptivos que eso generará en el ámbito laboral, ni para sus correspondientes cambios sociales. En los años que vienen la revolución digital generará un fenómeno semejante al ocurrido durante la revolución industrial y, si bien en el largo plazo eso generará más y mejores empleos, en el corto plazo hará que muchos trabajos queden obsoletos. Todavía no se ha cuantificado el impacto que tendrá el progreso tecnológico en el futuro del empleo, y sin embargo la transformación ya está sucediendo. Un ejemplo de esto es el conocido caso de Kodak: en 1984 tenía 145.000 empleados; en 2012, cuando se declaró en bancarrota, tenía 17.000. Ese mismo año la empresa Instagram se vendió a Facebook por 1.000 millones de dólares. Tenía 13 empleados.

Frey y Osborne, de la Universidad de Oxford, estiman que un 47% de los empleos de Estados Unidos tienen alta probabilidad de ser automatizados en las próximas décadas [7]. Usaron para esta estimación conceptos de robótica móvil y aprendizaje automático (mobile robotics & machine learning). Un enfoque menos catastrófico es el de Autor, del MIT [12], sin embargo ambos enfoques coinciden en lo siguiente: El mercado laboral requerirá tareas más sofisticadas. Los empleos que permanecerán son los que involucren mayor inteligencia social, percepción, creatividad, o bien cierta habilidad de manipulación (como en los oficios) o capacidad de empatía (como en muchos empleos relacionados con la salud). Los trabajos más rutinarios y carentes de este tipo de sofisticación -que son la mayoría de nuestros empleos- tenderán a disminuir drásticamente en número o desaparecer como tarea. El tipo de labor a realizar en el empleo cambiará y requerirá nuevas habilidades.

Un cambio de paradigma

¿Está preparada nuestra educación para este cambio de paradigma? Es evidente que no, la educación de hoy no sólo no está preparada para el futuro, sino que incluso ya no es funcional a nuestro tiempo. Nuestro actual modelo de educación pública respondió a las necesidades económicas de su momento, es decir, de la era industrial, no sólo en Uruguay, sino en el mundo. Se necesitaba una mano de obra que supiera leer, y que tuviera unas destrezas básicas que la escuela pública proveería. Es incluso llamativo el parecido de la disposición de los alumnos en las aulas con el de los trabajadores en la fábrica, con todos los bancos apuntando en una dirección, orientados hacia el docente, sin permitir demasiado (o nada) la interacción.

 

Escuela primaria urbana en el Uruguay de 1939.  Fuente: Archivo Nacional de la Imagen - SODRE Inspección de los cilindros en el proceso de fabricación de los motores Harley-Davidson Motor Co., años 20

Escuela primaria urbana en el Uruguay de 1939. Fuente: Archivo Nacional de la Imagen - SODRE

Inspección de cilindros en el proceso de fabricación de los motores. Harley Davison Motor Co., años 20

 

Nuestro sistema educativo no ha cambiado demasiado respecto de esos años, tanto en lo visual, como en lo curricular. El cambio más espectacular de nuestras aulas públicas parece haber sido la incorporación de las ceibalitas. El aspecto actual de nuestras aulas se parece con ellas un poco más al de las oficinas. Sin embargo, el entorno laboral ha cambiado mucho más drásticamente que nuestra educación. Fuera de las ceibalitas no hay en el aspecto de las aulas ninguna diferencia muy notoria respecto de las de 1939, ni siquiera en el uniforme de los alumnos. La disposición de los asientos sigue sin estimular la interacción.    

 

escuela 2007 oficinas2012
escuela de Villa Cardal, 2007 sede de Facebook en Menlo Park, 2012

 

Es innecesario aclarar que el aspecto del aula es sólo una ínfima parte del proceso educativo, pero no hemos logrado avanzar ni siquiera en ello. Nuestros alumnos siguen usando una moña (accesorio del siglo XIX) y una túnica, cuyo uso se planteó en 1910, y es obligatoria desde 1924. La sola mención de la posibilidad de un cambio en una indumentaria que tiene más de un siglo genera en nuestra población debates tan encendidos que hacen pensar si realmente tenemos la capacidad de cambiar algo -cualquier cosa- en nuestra educación.

Mientras tanto, el mundo avanza. En 2006, Uruguay estaba en el número 43 en el ranking del Índide de Desarrollo Humano [8]. Cuatro años más tarde, en 2010, Uruguay había caído al número 52 [9]. Pasó de tener Índice de Desarrollo Humano (IDH) 0.865 en 2009 a 0.765 en 2010. ¿Qué es lo que pasó, nuestros índices de educación empeoraron? No necesariamente, nuestro IDH creció sostenidamente desde 2004 hasta 2009, y así lo hicieron también, en general, nuestros correspondientes índices de educación. Pero a partir de 2010 cambiaron los indicadores: en lugar de medir porcentaje de alfabetización adulta y el porcentaje de jóvenes asistiendo a un centro de educación, pasó a medirse la cantidad de años promedio de escolarización que reciben los mayores de 25 años, y la cantidad de años esperados de escolarización. Uruguay está prácticamente estacionado en 8.5 años promedio y 15.5 años esperados respectivamente. Los países más desarrollados rondan los 12 años promedio y 17 respectivamente. No es que Uruguay no avance, es que el mundo lo hace más rápido, y la clave de eso está en la educación.

Un caso de estudio: los colegios jesuitas de Catalunya.

En estos días se hizo conocida la reforma que están llevando a cabo los colegios jesuitas de Catalunya. Vale la pena conocer un poco más a fondo lo que están haciendo. Esencialmente se nuclea alrededor de 8 ejes.

(1) el alumno: el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje. Lo ayudan a desarrollar el autoconocimiento y sentido crítico a través de proyectos personales y colectivos

(2) los profesores: funcionan como equipo, en grupos reducidos, con titulación polivalente, trabajan en el aula y evalúan conjuntamente a un mismo grupo de alumnos. Planifican la organización semanal sin horarios fijos de materias

(3) los contenidos: se trabajan por proyectos, no por materias. Tiene papel central la interdisciplinariedad y la resolución de problemas. Se ponen en juego conocimientos de distintas áreas para resolver un reto referido a situaciones reales, trabajando valores como la reflexión, la responsabilidad, la justicia, el compromiso social. El trabajo por proyectos se convierte en la herramienta básica del aprendizaje

(4) la metodología: una combinación de aprendizaje por recepción, trabajo individual y cooperativo. Incremento del trabajo autónomo, trabajo por proyectos, y resolución de problemas relacionados con la realidad cotidiana del alumno. Los recursos tecnológicos están integrados en el proceso, con dispositivos digitales y espacios virtuales a disposición de los alumnos

(5) la evaluación: vinculada a la adquisición de competencias y conocimiento interdisciplinar en procesos y resultados. Se estimula la autoevaluación y la evaluación entre pares

(6) las familias: junto con alumnos y profesores forman el esqueleto del nuevo modelo pedagógico. Participan y colaboran en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Tienen mayor fluidez y frecuencia en la comunicación, y se les ofrece nuevas herramientas de conocimiento de la metodología y apoyo a su tarea educativa en la casa

(7) el espacio físico: más amplio, con colores alegres, asientos dispuestos para la interacción, muy iluminados, minimizando el ruido. Mobiliario adaptable a distintas formas de trabajo y gradas, semejantes, por ejemplo, a los diseños de oficina en Silicon Valley

claver horitzo2020 nokia
Colegio Claver, foto Javier Martin, El País Proyecto de sala, Horitzó 2020 Oficinas de Nokia, Sunnyvale, CA

 

(8) la organización: en lugar de un profesor con 30 alumnos, tienen 2 o 3 profesores trabajando con grupos de 50 a 60 alumnos, agrupándolos según la actividad a realizar. La semana se estructura en base al trabajo por proyectos, sin horarios fijos

Muchos de estos puntos no son nuevos en la educación y de hecho la organización en grupos más grandes orientados por 2 o 3 profesores, y el abordaje de los temas por contenidos en vez de por materias (aunque sólo por períodos acotados) está sugerido, por ejemplo, en la reforma curricular de 2016 de Finlandia [10], si bien estos cambios deben tomarse con pinzas, dado que el finlandés es un sistema altamente descentralizado, cuyas 320 municipalidades tienen amplia libertad de acción. Pero lo que sí me resulta novedoso del cambio abordado por los colegios jesuitas de Catalunya es la forma en que lo hicieron.

El último plan estratégico (2008-2012) de la Fundació Jesuïtes Educació había vencido, y decidieron poner como meta un proyecto ambicioso que fuera más allá: al año 2020. Nació así Horitzó 2020. Se tomaron un año entero para hacer brain-storming entre todos los actores de la comunidad educativa: alumnos, padres, profesores, directores, funcionarios, empresarios de la ciudad vinculados a lo que serían las futuras fuentes de trabajo de los alumnos. Y se preguntaron ¿qué educación queremos tener? Recolectaron 56.000 opiniones que afectarían luego a 13.000 alumnos de los 6 colegios jesuitas de Catalunya. No desecharon a priori ninguna opinión, por ridícula que pareciera. Es evidente que no todas las ideas se pudieron implementar, pero se generó de este modo un sentimiento de pertenencia y participación en el proyecto por parte de todos los integrantes.

De momento los que están experimentando estas novedades son los chicos de quinto grado de la primaria y el primer curso de la enseñanza secundaria obligatoria de tres instituciones, 1200 alumnos y 120 educadores. Han juntado pares de clases de 30 en grupos de 60, con tres profesores, que tutorean los proyectos. La clase termina cuando los chicos consideran que están cansados. Los padres participan también en los proyectos. Pero no todo son rosas: de los 1.500 docentes que integran los diferentes centros, sólo 2 de cada 3 apoyan el proyecto. Sin embargo, en estos 6 meses de experiencia, hay alumnos que pasaron de inventar que tenían fiebre para no asistir a clase, a querer asistir a clase a pesar de estar con fiebre, el nuevo sistema ha reanimado a los estudiantes.

¿Cuál es el futuro de nuestra educación?

¿Somos capaces como sociedad de encarar un cambio en nuestra educación como el que requieren los tiempos que corren? Edith Moraes, directora del Consejo de Formación en Educación, me decía que no es posible un cambio en nuestra educación sin el convencimiento de los docentes. Pienso que aquí está una de las principales contradicciones de nuestro sistema educativo, dado que, como dice Hannah Arendt, “educamos para conservar”, pero precisamos que los docentes no sean conservadores. “Para el educador es muy difícil porque su profesión misma le exige un respeto extraordinario hacia el pasado” dice Arendt.

Pero si bien Arendt remarca que el conservadurismo, en el sentido de la conservación, es la esencia de la actividad educativa, aclara que esto vale sólo en el campo de la educación, no de la política. En política - y esto vale también para las políticas educativas- “esta actitud conservadora (que acepta al mundo tal cual es y sólo se esfuerza por conservar el statu quo) no lleva más que a la destrucción, porque el mundo queda irrevocablemente destinado a la ruina del tiempo si los seres humanos no se deciden a intervenir, alterar y crear lo nuevo” [11].

Corremos el riesgo como sociedad de ser incapaces de hacer lugar a lo nuevo porque en lugar de quedarnos con el espíritu emprendedor de nuestros antepasados, pretendemos tomarlos al pie de la letra. Una actitud que se evidencia, por ejemplo, en la discusión sobre el uniforme escolar. La túnica, que era un avance en 1910, es definitivamente obsoleta en 2015. El argumento de que tenemos cosas más importantes que discutir en educación no resiste el menor análisis, con ese criterio jamás se habría implementado el Plan Ceibal, por ejemplo. El argumento de que se debe discutir sólo la situación de que hay padres que golpean a los maestros, o techos que se llueven y no discutir nada más, no es ni siquiera conservador, es reaccionario. Jamás brindaremos una educación de calidad si nos restringimos a ese tipo de discusiones, así es imposible avanzar. En todas las épocas de la humanidad hubo siempre “cosas más urgentes”. Nuestra educación jamás se habría modernizado si Varela se hubiera restringido a ellas. ¿En serio somos capaces de generar la educación que precisan nuestras nuevas generaciones?

Hay que tener presente que no sabemos aún en qué se va a estabilizar -si es que lo hace- el desarrollo tecnológico. Los cambios que vayamos a introducir en la educación deberían ser dinámicos, con capacidad de ir ajustándolos. El modelo de los colegios jesuitas descripto más arriba suena muy bien, pero perfectamente podría fracasar. No hay ningún cambio educativo que venga con garantía de éxito. Ahora, podemos esperar a que el mundo genere lo que será la sociedad de esta nueva era digital, y -mucha paciencia mediante- adaptar nuestra educación a ella, corriendo la realidad atrás, tal vez llegando tarde, o podemos tomar la delantera y diseñar nosotros la educación que generará a esta nueva sociedad. El futuro todavía está en construcción. Tal vez, como dijo el presidente de Jesuïtes Educació, Lluís Magriñà, “tenemos que ser atrevidos”.

 

Agradecimientos: Agradezco a Sebastián Fleitas, PhD Candidate, University of Arizona, y IECON, FCEA, UdelaR por su ayuda en el tema de la historia de la fuerza laboral empleada en el campo, por ponerme en contacto con Pablo Castro y Henry Willebald y por comentarios y datos que han enriquecido esta nota. Agradezco también la gentileza de Edith Moraes, directora del Consejo de Formación en Educación por haberme recibido e interiorizado sobre la formación de Magisterio y Profesorado.

 

[1] Coming to an office near you, The Economist, Enero 18, 2014. Ver también The onrushing wave, en el mismo número

[2] The CIA World Factbook, Estados Unidos  

[3] Población trabajadora rural relevada de los censos agropecuarios, Pablo Castro, Henry Willebald, IECON, FCEA, UdelaR, comunicación personal

[4] Evolución de la población económicamente activa en el siglo XX: un análisis de la estructura por sexo, edad y generaciones, Sebastián Fleitas, Carolina Román, Boletín de Historia Económica, año VIII, número 9, reseña en 318.127 la población económicamente activa de 1908 (p.53)

[5] The CIA World Factbook, Uruguay 

[6] Los cambios en la sociedad rural durante el siglo XX, Diego Piñeiro, María Inés Moraes (2008) El Uruguay del siglo XX. Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales. Banda Oriental. Montevideo. Pp. 105-136 

[7] The future of employement: how susceptible are jobs to computerisation? C. Frey, M. Osborne (2013) 

[8] Human Development Report 2006 

[9] Human Development Report 2010

[10] Finish National Board of Education 

[11] Entre el pasado y el futuro, Ocho ejercicios sobre la reflexión educativa, Hannah Arendt, 

[12] Polanyi’s Paradox and the Shape of Employment Growth, D. Autor, Septiembre 2014, ver también Be Calm, Robots Aren’t About to Take Your Job, MIT Economist Says , WSJ, 25 Febrero 2015