"dejando la piel en el intento".

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Sobre el autor

Asesor en tecnologías de la información e innovación. Dirigió proyectos en Europa, Canadá, EEUU, Israel, India, Rusia y América Latina. A partir de 2007 ha trabajado principalmente en Políticas Públicas en Uruguay. Integra el Directorio de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y el equipo del Plan Ceibal. Dice que es ex - ingeniero pero nadie le cree.

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Innovación y Riesgo

24.Jun.2015

Una vez más escribo sobre innovación, al decir de Schumpeter: "... hacer nuevas cosas, o hacer hacer cosas que ya se hacen pero de una manera diferente"[1], a lo que agrego, "dejando la piel en el intento".

Por supuesto que intentando mitigar los riesgos, mantenerlos en el mínimo; pero para lograr transformar una idea más o menos original en una innovación hay que aceptar los riesgos que no se pueden mitigar, y meter energía, horas, fines de semana, obsesión...

Por eso invertir en innovación es tan complejo. Hay una tensión intrínseca entre administrar adecuadamente los fondos y asignar esos fondos a proyectos que tienen un alto nivel de riesgo. A la mayoría de las personas no nos gusta arriesgar nuestro capital, pero invertir en innovación es exactamente eso: arriesgar el capital, aceptar los riesgos, asociarnos a un proyecto cuyo éxito es al menos discutible.

Está lleno de "modelos de evaluación de proyectos", es importante conocerlos todos, es importante hacer bien las cuentas, revisar los supuestos, comprobar una y otra vez que contamos con el máximo de información posible. Pero al final, en el instante previo a la decisión también pesarán muchas razones subjetivas. "El equipo (o la empresa, o la persona) que propone la innovación nos parece solvente", "sabemos que fulano (a quien conocemos) también invirtió", o más crudo aún: "sentimos que en ese proyecto hay valor agregado y capacidad de ejecución".

En definitiva se trata de la ‘propuesta de valor' y de la ‘capacidad de ejecución', ninguna de ellas es fácil de medir. Muchas veces nos vamos a equivocar, vamos a hundir capital en un proyecto que fracasa, o vamos a dejar pasar una oportunidad que luego vemos triunfar. Se trata de saber perder, para ser innovador hay que perder unas cuantas veces, aprender que no es posible comprar medio kilo de certezas en la feria del domingo. Perder y emprezar de nuevo.

Perder nos enseña entre otras cosas a respetar mucho a otros que también se equivocaron, en Uruguay y en muchos otros países perder está muy mal visto. Tenemos que aprender que todas las sociedades innovadoras han logrado construir tres pilares:
• buenas leyes de bancarrota
• buena separación entre las personas físicas y las empresas (personas jurídicas)
• una cultura que acepta el fracaso

Con telón de fondo de una cultura de aversión al riesgo es que se trata de diseñar y ejecutar políticas de promoción de la innovación. Por supuesto que todos los aspectos relativos a las herramientas tecnológicas son importantes, que también son importantes las metodologías de gestión y las metodologías de seguimiento de proyectos. Pero la meta es muy compleja: queremos promover una sociedad más innovadora. Vale decir, queremos promover una sociedad que tome más riesgos, que se equivoque más por acción que por inacción.

Medir los riesgos en ambientes muy controlados y con mucha historia es en principio relativamente sencillo: hay algoritmos más o menos sofisticados que nos ayudan por ejemplo a calcular la tasa de interés de una hipoteca, o la prima de un seguro de vida. Esas son medidas de los riesgos, del riesgo de morosidad en la hipoteca y del rirsgo de muerte en el seguro de vida.

Medir los riesgos en proyectos de innovación es mucho más complejo, algunos podrán decir que los ‘aproximan' o los ‘estiman', otros decimos con un poco más de humor que ‘miramos la bola de cristal'.

Hay que ser muy cautelosos con las medidas: una cosa muy deseable es ‘medir lo que valoramos'; pero un error que muchas veces se comete es ‘valorar lo que sabemos medir', eso es comprar medio kilo de certezas en la feria de los domingos.

Habiendo prendido todas la luces amarillas habidas y por haber es hora de afirmar que sí es posible diseñar y ejecutar políticas de promoción de la innovación. La forma de hacerlo es precisamente copiando e innovando a la vez. No sale bien si se hace desde las certezas, sale mejor ejecutando, cometiendo errores y corrigiendo.

Y volviendo a empezar, y volviendo a empezar, y volviendo a empezar...

Notas posteriores:

a) Sobre ejecutar, equivocarse, corregir e iterar inteligentemente vale la pena leer y empaparse de la ‘filosofía' de "Lean Startup"[2].

b) Sobre gestión de riesgos no hay nada más ilustrativo que experimentar la responsabilidad de pagar los sueldos de la empresa a fin de mes.


***

[1] "... the doing of new things or the doing of things that are already being done in a new way", Schumpeter, J. A. (1947) The Creative Response in Economic History.

[2] The Lean Startup, Eric Ries



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