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Columnas de Daniel Chasquetti

Sobre el autor

Autor: Doctor en Ciencia Política.
Profesor del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

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El resultado de la interpelación a Bonomi

16.Feb.2017

La interpelación del martes al ministro Eduardo Bonomi marcó un cambio en las tendencias observadas en el Parlamento durante los últimos doce años. Por primera vez, la interpelación se resolvió sin que la cámara votase una moción de satisfacción con las respuestas de un ministro. Es más, no sólo no la votó sino que rechazó una moción de este tipo. El apartamiento del diputado Gonzalo Mujica de la bancada del Frente Amplio comienza a generar sus primeras consecuencias.

El gobierno y la oposición tuvieron lecturas diferentes sobre el resultado. Mientras los dirigentes oficialistas señalaron que el ministro no fue censurado, los opositores afimaron que el resultado representaba una fuerte desautorización. Ambos parecen tener razón. Sin embargo, lo que nadie discute es el valor simbólico que tuvo esa jornada: por primera vez desde 2005, el Frente Amplio no se sale con las suyas imponiendo con votos sus puntos de vista. Esto indica que estamos ante el comienzo de una nueva etapa en la vida parlamentaria.

Recordemos. Hasta 1973, una declaración que expresara insatisfacción por las respuestas del ministro resultaba una fuerte señal de desautorización a sus políticas. Por esa razón, los ministros solían renunciar a sus cargos. Había un pathos compartido por la dirigencia política que definía muy claramente cuáles eran los límites de la actuación pública. Sin embargo, en 1985 las cosas cambiaron. Cuando el Parlamento declaró su insatisfacción con las respuestas del entonces Ministro del Interior, Carlos Manini Ríos, el Presidente Julio Ma. Sanguinetti impuso una nueva interpretación del resultado: "si quieren sacarte, que te censuren”. O sea, una simple insatisfacción del Parlamento no bastaba para que un ministro se alejara de su cargo. Desde entonces, ninguno de los 27 ministros interpelados y desautorizados entre 1985 y 2005, renunció a su cargo. En los casos donde el Parlamento consideró una moción de censura, los votos no fueron suficientes para apartarlo del cargo.

La llegada del Frente Amplio al gobierno con mayorías legislativas fuertemente disciplinadas, determinó que las interpelaciones se transformaran en eventos muy previsibles. El juego era tedioso. La oposición reunía los votos para llamar a sala a un ministro, pero el Frente Amplio lo defendía e imponía al final de la eterna sesión una declaración de satisfacción con sus respuestas. Pese a ello, las interpelaciones se siguieron realizando porque los partidos las concibieron como eventos públicos de rendición de cuentas, donde la ciudadanía podía conocer de primera mano cuáles eran los puntos de vista del gobierno y la oposición sobre los temas en discusión.

La diferencia entre el período donde gobernó el Frente Amplio (2005-2016) y el período donde gobernaron los partidos históricos (1985-2005) es realmente sustantiva*. La mayoría legislativa controlada por el Frente Amplio, posibilitó que todas las interpelaciones culminaran con una declaración de satisfacción con el ministro. La del martes fue la primera en la que el Frente Amplio no pudo imponer su parecer.

Durante el período previo a 2005, los resultados fueron diversos, mostrando que el juego parlamentario era efectivamente más abierto (ver cuadro 1). Apenas un 16% de esas interpelaciones se resolvió con una declaración de satisfacción y un 36% -más del doble- expresó su insatisfacción con las respuestas del ministro. Asimismo, un 41% de las interpelaciones se resolvió con declaraciones que expresaban posiciones intermedias entre los dos resultados posibles (satisfacción o insatisfacción).

Resulta interesante observar en qué consisten estos resultados intermedios (Ver cuadro 2). En 11 ocasiones se presentaron mociones contrapuestas y ninguna de ellas consiguió una mayoría de votos, quedando la sesión sin una declaración final. En 7 oportunidades, la cámara fijó una hora de culminación de la interpelación y al no alcanzar el tiempo para adoptar una decisión final la sesión se clausuró. También en 5 casos la cámara votó mociones donde se declaraba la intención de continuar con el orden del día, ignorando así el debate desarrollado durante horas. En 3 interpelaciones, la sesión se levantó por falta de quórum  y en 2 se ratificó la política del ministerio sin expresar satisfacción por las respuestas del ministro. Por último, en 3 ocasiones las interpelaciones culminaron con la votación negativa de una moción de censura presentada por el Frente Amplio, principal partido de oposición.

La decisión parlamentaria del martes, se encuadra en este tipo de soluciones intermedias. No supone un apoyo al ministro pero tampoco implica una fuerte desautorización. El ingenio de los legisladores de la oposición, coordinados por Gonzalo Mujica, permitió una salida mixta que buscaba criticar la política de seguridad sin poner contra las cuerdas a su principal jerarca. La declaración también puede interpretarse como un claro mensaje al gobierno: o se toman en cuenta las opiniones de la oposición y se corrigen ciertas políticas o el desfile de ministros continuará bajo la amenaza de que la declaración final se transforme efectivamente en una fuerte desautorización. Este hecho marca un cambio inesperado del escenario político.

Nota

* Para una ampliación del análisis de los datos, ver "Las interpelaciones ministeriales en Uruguay. 1985-2016" en el site del Programa de Estudios Parlamentarios