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Proyectando buenas prácticas educativas

31.Jul.2017

Liceo N°5 Las Piedras, Canelones. Imagen extraida de Google Maps

Los últimos datos generados por el I.N.E.Ed y el C.E.S.(1) muestran que una de las graves dificultades que afronta el conjunto de la educación media básica es el ausentismo y/o la desafiliación de un porcentaje importante de sus estudiantes. Esta información no resulta una novedad para el sistema, en todo caso se presenta como una confirmación. Es una obviedad plantear que si un estudiante concurre esporádicamente al centro educativo o, directamente deja de hacerlo, sus resultados académicos no serán positivos. Entonces, la cuestión es ver que se puede hacer para atacar este problema.


Los factores que explican el ausentismo y el abandono son múltiples: la falta de motivación, el desinterés por lo que se ofrece en el aula, problemas de salud, la inserción laboral, la maternidad, dificultades económicas, etc., etc. La lista podría seguir y cada elemento toma diversas dimensiones según el entorno familiar y el contexto socio-económico de cada adolescente.

Plantear que el problema radica exclusivamente en la familia o enfocarse en la hipótesis inversa, es decir, que el liceo ‘expulsa’ a los adolescentes es una perspectiva miope que conduce a tomar decisiones erróneas. Esta situación es una interacción de ambas realidades que debe ser enfocada en su conjunto. ¿Pero qué se puede hacer desde las instituciones educativas?

Si bien en el debate público parecen existir muchas diferencias entre actores políticos y sociales, hay algunos consensos más o menos extendidos que creo debemos destacar: una escala humana para los centros educativos, que permitan un conocimiento y acercamiento a la construcción de comunidades educativas; la necesidad de que estos centros tengan una arquitectura pensada por y para la educación; la necesidad de la permanencia del cuerpo docente para construir esas comunidades, por mencionar algunos ejemplos.

Una de las variables que se viene aplicando, principalmente en América Latina, es la ampliación del ‘tiempo pedagógico’. Pero extender la jornada educativa no es una solución en sí misma. El hecho de que los adolescentes pasen más horas dentro de una institución no implica una mejora directa en el proceso de aprendizaje. Debemos tener más que presente que nuestros centros educativos no pueden transformarse en ‘contenedores’ de jóvenes. El aumento de la carga horaria será significativo siempre y cuando sea acompañado de contenidos que le otorguen sustancia.

A esto debemos sumar que muchas veces, la extensión del tiempo educativo, se presenta no sólo como un requisito académico, sino también como una necesidad social de las familias. Estos requerimientos no deben alejarnos del centro de la discusión, considerar las necesidades de los estudiantes: espacios lúdicos, deportivos y culturales, tareas de apoyo educativo. Estos elementos deben ser parte central de las nuevas propuestas.

En este sentido, es que el Consejo de Educación Secundaria viene implementando desde el año pasado, la denominada Propuesta 2016, enfocada al ciclo básico. Manteniendo como base el Plan curricular 2006 fueron creadas dos nuevas estructuras con Liceos de Tiempo Extendido y otros de Tiempo Completo. Si bien en ambos casos se apuesta a la extensión del tiempo en que los estudiantes están vinculados al liceo, la implementación tiene variantes.

Según datos del C.E.S. el primer liceo de Tiempo Completo comenzó a funcionar en el año 2012, en San Luis, departamento de Canelones. Luego la experiencia se extendió a instituciones de Flores, Rivera, Maldonado y a la ciudad de Las Piedras.
La modalidad de Tiempo Extendido se inició el año pasado en trece centros, 4 de Montevideo y Canelones, y uno en los departamentos de Rivera, Tacuarembó, Cerro Largo, Lavalleja y Maldonado (2).

Dos experiencias, un mismo objetivo

Como forma de conocer más de cerca estas experiencias, realizamos un pedido de informes al CES que nos aportó datos que entendemos es pertinente compartir.  Consideramos que estas buenas prácticas educativas deben ser conocidas y extendidas en las medida de las posibilidades. No son las únicas experiencias positivas desde lo público, pero si son dos sumamente enriquecedoras y esclarecen algunos de los caminos que hay que llevar adelante como sociedad.

El liceo Nº 6 de la ciudad de Rivera, Prof. ‘Carmen Andrés’, recibe diariamente a cerca de 800 alumnos que cursan de primer a tercer año. Es una institución ubicada en el centro de la ciudad con una población mayoritariamente de clase media.
A fines del 2015 la institución fue convocada por el Consejo de Secundaria para unirse a la propuesta. Tras una asamblea de docentes (se convocó a una ATD extraordinaria que aprobó la propuesta con 46 votos a favor y 8 abstenciones) que planteó ajustes, el centro se incorporó a la modalidad de Tiempo Extendido para el año siguiente.

El centro ya contaba con áreas de trabajo extracurriculares que fomentan un desarrollo más amplio de conocimiento, como la programación y la robótica, además de un ‘Proyecto de Lectura’ que lleva varios años de implementación.

El Tiempo Extendido comenzó a funcionar con los primeros años, dividiendo la jornada: la mañana para las actividades extracurriculares y la tarde para las clases de aula. Mientras tanto, en el turno matutino siguieron funcionando los cursos de segundo y tercer año.

Se instrumentaron cinco talleres en diversas áreas: arte, comunicación, ajedrez, natación y robótica. Estos cambios implicaron grandes transformaciones en el funcionamiento de la institución, que requirió nuevos espacios físicos para desarrollar las actividades y más funcionarios.

No se puede pensar que los estudiantes permanezcan gran parte del día en el liceo si no se les brinda un almuerzo. Tras negociaciones con el Consejo de Educación Inicial y Primaria se concretó la firma de acuerdo que estableció que los alumnos tendrían el almuerzo diario en el comedor destinado a las escuelas de la zona.

Algo similar ocurrió con la locación para las actividades físicas. Se llegó a un acuerdo con la Plaza de Deportes barrial (ubicada a tres cuadras del liceo), para que los adolescentes pudieran concurrir a clases de natación, educación física y, también, ajedrez.

Los talleres se ordenaron uno en cada día de la semana, por lo que los 59 alumnos seleccionados de primer año, pudieron asistir a todos los talleres. Además, 42 estudiantes de segundo y tercer año continuaron asistiendo a las clases de robótica.

Aumentar la jornada y ofrecer nuevas actividades generó la necesidad de tener más personal. Además de los dos cargos de PCP (Profesor Coordinador Pedagógico), encargados de la gestión de las derivaciones, preparación de exámenes, análisis de resultados, etc., se sumaron al colectivo institucional dos auxiliares de servicio, una como ayudante de cocina en el comedor escolar y otra como auxiliar de servicio en la plaza deportes con horas extras y viáticos. Así, el plantel de Tiempo Extendido se conforma con: un coordinador de taller, 8 talleristas, un POP, un POB, un Psicólogo, un Asistente Social y un referente de sexualidad.

Culminado el año 2016, los datos muestran resultados alentadores, aunque cabe aclarar que el liceo ya contaba previamente con números muy positivos. De los 290 alumnos matriculados en primer año 203 promovieron la totalidad de los cursos, 57 con promoción parcial y 10 con fallo en suspenso. Solamente 11 estudiantes no aprobaron el curso (6 por rendimiento y 5 por inasistencias), y 9 pidieron pase a otras instituciones. Como dato relevante, es a destacar que sólo el 1,7% repitió el curso por superar el límite de faltas, lo refleja una muy reducida deserción.

Por otra parte, el liceo Nº 5 de Las Piedras se incorporó a la modalidad de Tiempo Completo en el año 2016. Esta variante es más amplia en sus objetivos e implica una reestructura más profunda para su implementación.

El tiempo completo implica una jornada que se extiende desde 8:30 de la mañana hasta las 16:15. La jornada se organiza con las clases curriculares en la mañana y los talleres en el turno vespertino, con una interrupción de una hora para el almuerzo.

Es un liceo pequeño con dos grupos por nivel, de alrededor de 25 alumnos, una ventaja que facilita la interacción entre los actores institucionales, los estudiantes y su entorno familiar. Este es un aspecto muy importante, más teniendo en cuenta que la institución alberga a adolescentes de hogares con vulnerabilidad socio-económica.

A diferencia de la modalidad de tiempo extendido, las actividades implican a todos los estudiantes y son de carácter obligatorio. Los talleres abarcaron cinco áreas: arte, sexualidad, periodismo, huerta y actividades lúdicas.

El almuerzo se instrumentó a través de bandejas que brindó el Consejo, utilizando las instalaciones de la escuela 285 para los alumnos de primer año y el hall del liceo para los estudiantes de segundo y tercer año.

Para cubrir los nuevos requerimientos de espacio físico fueron instalados contenedores acondicionados como aulas, que a criterio de la dirección, no presentan inconvenientes para desarrollar las tareas.

Ambas modalidades, buscan también ampliar la permanencia en el centro de los docentes. Para cumplir con ese fin es que se ha otorgado un nuevo paquete horario, que además de las 20 horas de clases incluyen 8 o 10 horas más (dependiendo de si es tiempo completo o extendido) destinadas a coordinación con pares y talleristas, atención a padres, tutorías, corrección y preparación de clases, etc.

Los resultados académicos, al igual que en el caso de Rivera, muestran datos muy destacados. El 92% logró la promoción y, nuevamente, se registra un porcentaje muy reducido de deserción, tan sólo el 2%.

Las modalidades de Tiempo Completo y Extendido están dando sus primeros pasos. Sin dudas, los objetivos planteados han de ser compartidos por la gran mayoría de los involucrados en el área de la educación. Estructurar una propuesta que, además del conocimiento por asignaturas (base de nuestro sistema secundario), brinde espacios para el ocio, la recreación y la ampliación de saberes, es para destacar.

Buena parte de nuestros adolescentes no podría acceder a un taller de teatro, a clases individualizadas, a conocimientos de robótica, y demás si no fuera por el Estado. Una democracia justa no es la que brinda igualdad de derechos sino la que ofrece igualdad de oportunidades, y eso es una obligación para el Estado.

La implementación debe ser mirada de cerca. Son necesarios más recursos para otorgar una infraestructura adecuada a las nuevas necesidades. Liceos con pocos grupos, grupos con un reducido número de estudiantes, centros con gimnasio cerrado y espacios adecuados para ofrecer un almuerzo y una merienda. Personal suficiente para las nuevas demandas, docentes con dedicación total en la institución, talleristas idóneos para la tarea, equipos multidisciplinarios, auxiliares, materiales…

Estas nuevas experiencias necesitan ser evaluadas en profundidad, revisadas y mejoradas. Sin desconocer sus deficiencias es mejor corregir sobre la marcha que seguir diagnosticando sin proponer alternativas. Hay muchas y muy buenas experiencias que se están desarrollando en la Educación Pública y aunque no sean conocidas, están cambiando la vida de sus comunidades.

1- INEEd (2016), Informe sobre el estado de la educación en Uruguay 2015-2016.  C.E.S –D.P.E.E. (2016), Monitor Educativo Liceal.

2- Datos extraídos de: www.ces.edu.uy/index.php/plan-2006-ciclo-basico