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Así lo veo yo

Así lo veo yo

Columna de Ana Jerozolimski

Sobre el autor

Uruguaya, radicada en Jerusalem desde 1979. Redactora Responsable de "Semanario Hebreo".

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EN HOMENAJE A LA FECHA PATRIA

25.Ago.2017

Mi papá, de joven, con su padre, mi abuelo Salomón.

Hace muchos años, en un acto organizado en una institución de la colectividad judía con motivo del Día de la Independencia nacional, el 25 de agosto, mi papá, José Jerozolimski, Director de "Semanario Hebreo", fue invitado a ser uno de los oradores. Le antecedieron diferentes figuras, entre ellos historiadores. Cuando le tocó el turno de hablar, con su auténtica modestia dijo que él no puede emular a quienes hablaron antes que él con sendas clases de historia. Agregó que por ende, que quiere rendir su homenaje a Uruguay en su fecha patria, con dos frases: "Sí, siempre" y "No, nunca".


"Cuando yo era muy jovencito y vivía en Emilio Reus , mi padre trabajaba muy duro como vendedor de puerta en puerta, y salía temprano de casa con una enorme bolsa que yo no entendía cómo podía cargar, y que con el paso de los años terminó doblándole la espalda", contó ."Mi hermano y yo siempre queríamos ayudarlo, pero él no nos permitía. A veces lo acompañábamos al menos hasta la parada del tranvía y lo veíamos luego alejarse en el horizonte", recordó con la voz entrecortada y los ojos llenos de lágrimas, como siempre que hablaba de sus amados padres.


"Una vez, papá me permitió acompañarlo. Subí con él al tranvía, una línea que él siempre tomaba y que para mí no era habitual. Estaba repleto de pasajeros y todos , evidentemente, lo conocían. ´Señor Salomón, pase, siéntese que viene tan cargado. Aquí tiene un lugar´, le decían aquellas personas que para mí eran extraños", recordó. "Después , al bajarnos, le pregunté: ´Papá ¿siempre te tratan así?´y él me contestó: ´Sí, siempre´. Y yo no podía dejar de tener presente que años antes, mi padre había llegado como inmigrante a esa tierra desconocida. Tras un largo viaje, arribamos a un barrio alejado donde papá iba a vender su mercadería. A fin de no cargar con todo de una vez, tocó el timbre en la casa de un vecino, al que yo por cierto no conocía, dejó allí la mitad de lo que llevaba, y me dijo que luego volveríamos por esa parte para seguir vendiendo. Le pregunté, un poco asombrado: ´Papá ¿nunca te faltó nada?´.Y él me contestó: ´no, nunca´. Ese es mi homenaje hoy a Uruguay en su día: ese ´sí , siempre´y ese ´no, nunca´que me dijo mi padre".

Es cierto que muchas cosas han cambiado, que hay inseguridad, que no se puede confiar en cualquiera y que en el ómnibus probablemente a uno lo roben en lugar de que muchos se preocupen por darle el asiento.
Pero el alma de un país no muere. Y a ese Uruguay que creemos , junto a los problemas y las dificultades, también sigue existiendo, vaya este homenaje en la fecha patria.