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Acuerdo Grande

Acuerdo Grande

Por una coalición opositora

Sobre el autor

Miguel Manzi (1957), abogado, inicié mi actividad política en 1980 militando por el "NO" contra la dictadura. Fui diputado de la "Lista 85" del Partido Colorado. Emigré en 1995, viviendo en Bolivia, EE.UU. y Honduras, donde culminé mi periplo como Representante del BID, a cargo de 120 operaciones por 1.000 millones de dólares. En 2011 renuncié al BID y regresé a Uruguay, retomando la actividad política en torno al Proyecto Montevideo, cuya información completa está en http://miguelmanzi.com/

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MARTÍNEZ PRESIDENTE

01.Ene.2018

 

Listo, ya estamos en año preelectoral, así que podemos hablar de candidaturas. Lo de "año preelectoral" no es una opinión, es un hecho, por cuanto en 2019 inicia el nuevo ciclo de votaciones: en mayo-junio, internas&primarias; en octubre, primera vuelta&parlamentarias; en noviembre, segunda vuelta presidencial; en mayo de 2020, departamentales. De modo que en el curso de este año 2018, quedarán consagradas todas las precandidaturas, algunas de las cuales ya están cantadas. En el Frente Amplio, salvo que se presente Mujica (hipótesis que no se puede descartar hasta el día mismo en que venza el plazo para inscribirse), Daniel Martínez es cartón puesto. En efecto, sus rivales en la interna lucen muy débiles: Astori está muerto y enterrado; a Cosse, Xavier y Moreira se les pasó el cuarto de hora; los bolches no tienen presidenciable (mi amigo Andrade optó por la trinchera sindical); Bergara y García no cotizan en bolsa; tapados no hay. Daniel Martínez, el Pelado, el actual intendente de Montevideo, pues, está condenado a ganar la interna y encabezar la fórmula frenteamplista. Esta es una buena noticia, porque Martínez es de media tabla, y cargará con su fracaso capitalino (lo que ambientará que también se ventilen sus macaneos en ANCAP, y sus pasajes sin rastro por el ministerio de Industria y por el Senado). La mala noticia es que el Frente sabe esto mismo, y por tanto habrá de echar mano a todos y cualesquiera recursos para mantenerse en el poder (después de 15 años en el gobierno nacional y 30 en el montevideano, es por la leche de los nenes; ya hay dos generaciones de aparatchik y de clientes frenteamplistas que no conocen las 8 horas). ¿De qué recursos estamos hablando? De todos, toditos, pechando los límites, tirando de la piola, forzando al sistema salvo, apenas, el fraude electoral masivo, que da la impresión todavía no está en el horizonte. ¿Se puede impedir el acceso de Daniel Martínez a la primera magistratura? ¿Se puede evitar destino tan trágico para la República? ¿Se puede terminar en 2019-2020 con el ciclo frenteamplista? ¿Puede ganar la oposición? Según toda la evidencia disponible, así para el país como para Montevideo, la única manera es mediando una explícita y sólida coordinación, programática y operativa, de todas las fuerzas opositoras (descontando que no habrá maquillaje capaz de desviar el rumbo de colisión que lleva la economía: gasto y deuda fuera de control, presión fiscal y tarifas asfixiantes, falta de competitividad y de empleo, siguen firmas).

 

ACUERDOS Y DESACUERDOS

 

La coordinación programática se vería facilitada por el inventario de los acuerdos que se habrán verificado naturalmente, sin propósito ulterior, al cabo del quinquenio en curso: salvo algún giro dramático, se puede anticipar que terminarán siendo muchas más las coincidencias que las discrepancias. En cambio, la coordinación operativa exige talento y esfuerzo inéditos; acá empiezan los líos. Resulta obvio que para que distintos partidos puedan acordar entre sí, es precondición que cada uno esté alineado a su interior, circunstancia que ahora mismo no se cumple en los PP.TT. El Partido Nacional cuenta con el liderazgo mayoritario de Lacalle Pou, pero con el cuestionamiento agresivo de sus desafiantes. El Partido Colorado estaría completando el frustrante proceso de relevo de sus dirigentes del pasado medio siglo (proceso en que la década de predominio de Bordaberry será registrada, si acaso, como transicional). Así, en el presente estado de cosas, ninguno de los PP.TT. está en condiciones de coordinar orgánicamente. Esa incapacidad solo se corrige a través de la única instancia de ordenamiento y legitimación incontestable, las elecciones internas&primarias, en los términos impuestos por la malhadada reforma de 1996. Pero el caso es que, como quedó dicho al principio, tales elecciones se llevarán a cabo recién en mayo-junio de 2019, apenas cuatro meses antes de la primera vuelta. Y en cuatro meses no se edifican acuerdos sólidos y explícitos, programáticos y operativos. ¿Entonces?

 

TALENTOS Y ESFUERZOS INÉDITOS

 

Entonces... estaríamos perdidos... Condenados a seguir padeciendo la mascarada frenteamplista, que contradice puntualmente todos los eslóganes con los que nos aturdieron durante décadas: la entrega a las multinacionales y al sistema financiero, la extranjerización de la tierra, los ajustes fiscales, el clientelismo desaforado, la corrupción chica, mediana y grande. Sí, diríase que estamos perdidos, porque el Partido Nacional solito y su alma no da ni para empezar; la coordinación es indispensable; con el Partido Colorado, con el Partido Independiente y, aún, con el mismísimo Partido de la Gente. Pero la coordinación entre todas las fuerzas opositoras, sólida y explícita, programática y política, para ser tal, debe edificarse desde 2018 (o solo será un acuerdo electoral de circunstancia, incapaz de concitar la confianza de los ciudadanos y de aventar el fantasma de la ingobernabilidad que de seguro agitará el Frente). Bloqueados los caminos institucionales, según vimos, hasta que las internas reconfiguren los mapas partidarios, la responsabilidad de la coordinación reposa directa y exclusivamente en los dirigentes a título personal, individual. Hacen falta talentos y esfuerzos inéditos para estar a la altura de la emergencia (¡Martínez presidente! ¡Cinco años más de Frente Amplio!). Los antecedentes no autorizan a ser optimistas, pero las circunstancias obligan a intentarlo todo. 



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