Joaquín DHoldan: Escritor y Dramaturgo de la Villa del Cerro radicado en Sevilla.
Twitter: @joadoldan
Parece increíble que con una batería y una guitarra se pueda hacer una música tan exquisita. Llena de furia por el rock y de nostalgia hacia los boleros. Este grupo de origen chileno edita su quinto disco en Sevilla con el sello "Happy Place Records". La Bestia EP, Congo Zandor y Leche & Mierda y La Big Rabia, sus anteriores trabajos llamaron la atención en España pero Sebastián Orellana (guitarra y voz) e Iván Molina (batería) iniciaron con el proyecto hace un lustro, y antes que eso eran músicos de los ochenta y noventa, del post punk sobreviviente de la dictadura de Pinochet, (una de las más despiadadas del continente). Enmarcada en el "Plan Cóndor" florecieron las dictaduras para frenar el avance de los gobiernos progresistas. En dichas dictaduras militares, en Paraguay, Argentina y Uruguay, asesinaban gente. Es horrible que sea necesario hacer mención a este suceso cercano pero lo digo por si aparece algún desmemoriado que no recuerda el reinado del terror.
El disco que viene, "Boda negra", es simplemente maravilloso, y su oscuridad llena todo de luz. No se priven de la única violencia que vale la pena, que es la artística, no es verbal, por supuesto no es física. Es un estado de conciencia que te lleva a cuestionar todo lo que has escuchado. Es muy necesario y quizás por eso les costará encontrarlos en las listas de los mercados, es desafiante, hay que merecer algo tan bueno, es necesario aprender a escuchar.
La crónica roja es España es igual de cruel que en Uruguay. Aparecen todos los días robos violentos, asesinatos y violaciones. Existió un terrible caso mediático 5 tipos violaron una chica en la fiesta de "San Fermín", se hacían llamar "la manada". Pero por si ya todo no fuera cruel y asqueroso, hace poco se supo que el video de la violación fue de lo más buscado en los portales de pornografía. También fue muy sonado el caso de Diana, una chica que desapareció en Galicia. Al año, el asesino intentó violar a otra chica y recién allí fue atrapado. Una madre que mató a sus niños, otro joven asesinó y descuartizó a sus tíos y sobrinos pequeños y así, día tras día, nos tropezamos con lo peor de nosotros como especie, la única que asesina a los suyos porque si.
También sucede que en los medios se habla de violencia, de política (más o menos) y de fútbol. Casi no hay cultura, no hay otros deportes salvo que alguien gane algo. Al parecer no pasa nada bueno salvo excepciones.
Sé que está de más pero les recuerdo que en España hay un gobierno de derecha (muy a la derecha). O sea, la violencia de nuestra sociedad es un fenómeno complejo, transversal a la política. A veces los datos innecesarios está bien mencionarlos para que la gente que (en tiempos de twiter) simplifica un razonamiento piense antes de opinar. Incluso se abstenga de opinar. Un estudio cuenta que mucho de esos asesinos se regodean en el dolor y la rabia que producen sus actos. Comparto la impotencia que produce cada vez que sucede un hecho injusto. Es de los pocos momentos que no me cura ni la música. El silencio, propio y ajeno, al menos ayuda a reflexionar y a entender lo que se siente.
Hay una cosa, sin embargo, que me resulta curiosa. Cuando se hace una lectura social de la violencia se estigmatiza a los pobres como si los ricos no violaran, mataran o robaran. Todos los casos que les comenté en España fueron realizados por hombres de clase media. Y dicho sea de paso, los principales robos millonarios son ejecutados por hombres ricos, incluso millonarios. Mucha gente usa el término "pichi", para referirse a un delincuente como si ese dato fuera el que determina su conducta, y si así lo fuera, está usando el dato que determina su conducta como estigma. En ninguno de los dos casos aporta algo salvo que se tenga la sensación que un buen modelo de convivencia y bienestar, enmarcado en una fuerte educación y un sólido sistema de valores, sea parte de la posible solución a la inseguridad.
Ojalá pudiéramos afirmar que el arte evita que aparezcan monstruos. Ojalá fuera tan fácil y pudiéramos asegurar que mirando pinturas, viendo teatro, leyendo buenos libros y escuchando ópera, es imposible que surjan criminales. Pero Hitler escuchaba Wagner.
En fin. No quiero terminar esta columna de esta forma, pero vivimos tiempos ambiguos y tal como dije al principio es necesario escuchar, cerrar los ojos y escuchar. La mayoría, una gran cantidad de gente, hace cosas maravillosas.
La belleza es mayoría y eso debemos imponerlo.
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