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Joaquín DHoldan: Escritor y Dramaturgo de la Villa del Cerro radicado en Sevilla.

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El Kanka

14.Mar.2018

Juan Gómez Canca (Málaga, 1982), conocido como El Kanka es lo que antes se denominaba un "Cantautor". Un tipo que hace las canciones que interpreta. En 2011 lanza su primera maqueta Más triste es robar. Luego conoceríamos "Lo mal que estoy y lo poco que me quejo" (2013), "El día de la suerte de Juan Gómez" (2014) y "De pana y rubí" (2015). En febrero de 2017 y por primera vez a través de su propio sello lanzó el single Andalucía, un

El caso es que con artistas así nos damos cuenta que las etiquetas, lejos de ayudar a clasificar, reducen las definiciones. El Kanka es un músico, filósofo, compositor, showman, comunicador, juglar y muchas otras cosas que también servirían para tentarles a escuchar sus canciones. Quizás no hagan falta tantos argumentos. Tiene unas canciones buenísimas. Un estilo propio, variado, divertido, profundo, trasmite lo que en España se conoce como "buen rollo", buena onda. Demuestra que lo entretenido puede ser interesante, que lo complejo puede hablar de cosas sencillas, que el barrio puede ser sofisticado.
Alejandro Dolina dice que algunos dicen que nuestras obras se nos parecen. Lo cierto es que esa buena energía trae a otros, porque en su último disco aparecen varias colaboraciones de artistas muy reconocidos, entre ellos alguien que para él es un referente absoluto, Jorge Drexler, no sé si les suena.
Como decía Julia Moller en "Punto final", allá por los años 90: "En el momento de la reflexión", sería interesante plantearse la siguiente discusión, pero no para debatirla en un foro (puf que pereza), sino para pensarlo cada quien para adentro suyo (¿se acuerdan que eso es posible?, en el mundo pre redes era frecuente)... Les decía, reflexionemos:
Mucho hemos hablado sobre la bondad, generosidad y solidaridad de los uruguayos. Enmarcado esto en una consideración bastante alta de nuestra propia cultura. O sea, decimos (y varias personas en el mundo también lo creen) que somos buenos y cultos. Sin embargo, sin entrar en ejemplos mediáticos, parece que casos como el de Drexler son representativos de una situación de nosotros con nuestros artistas. En Sevilla Drexler llenó tres conciertos, tres días seguidos (miércoles, jueves y viernes), en 48 horas se había vendido todo, y ese público se entregó, unánime y devotamente al artista (que arranca el show con Zitarrosa y habla de Montevideo y Cabo Polonio creando una mística que reafirma eso que el mundo cree de nosotros). Ya no habrá casos de personas que se pregunten donde queda Uruguay, es cuestión de tiempo, y no sólo gracias al fútbol.
Quizás es percepción mía, pero cuando escucho decir a alguien que Drexler no le gusta mucho, o le aburre, o hace siempre lo mismo, suele ser un uruguayo.
En Uruguay se votó (y salió que "no"), al voto por correo, para permitir que quienes vivimos lejos pudiésemos participar en las elecciones. No vamos a entrar en el tema, sólo que un argumento que escuchamos con dolor es quienes afirmaban que era necesario vivir en Uruguay para ser uruguayo. Lógicamente ese debate no incluía a Luis Suárez, Cavanni, Godín, etc. Me atrevería decir que tampoco incluía al Jorge Drexler post Oscar, ni a Benedetti, Galeano, Onetti, Quiroga o Artigas, por recordar personas que vivieron "lejos" por un tiempo. Pero para ser francos con las dos caras de la moneda, quienes trabajamos con cultura en el exterior muchas veces encontramos una actitud decepcionante de los uruguayos que viven afuera. Quizás para un asado se anotan cien, pero para ver una obra de teatro de una compañía que viene de nuestro país, van tres.
Los ricos que viven afuera del país y quieren votar, podrán hacerlo. Que no exista el voto consular le quita ese derecho al obrero. Muchos/as tienen a su familia en Uruguay, les giran dinero para pagar sus cuentas, o está el caso de algunos investigadores que trabajan en diferentes Universidades becados, buscando curas para enfermedades (pero no pueden votar si los agarra una elección en medio de una investigación sobre la cura del cáncer en Oxford, cito el caso porque ocurrió).
Lo que me gustaría reflexionar con ustedes no es el voto epistolar, son los argumentos que se usaron. Lo que me gustaría que pensáramos no es en el éxito de Drexler (lo tiene a pesar nuestro, no nos necesita para tenerlo, le sobran gente que lo idolatra), sino en nuestra actitud en general hacia nuestros artistas, (ahí sí), incluido Drexler.
Muchas veces nos escucho, leo nuestros comentarios a las noticias y dudo de cómo somos. A veces es una cuestión de ruido. Un ruido feo que no deja oír, ni ver. Me hace dudar de nuestra bondad y nuestra cultura, o peor aún, sospechar un deterioro que nadie está combatiendo a fondo, con la gravedad que merece.

 



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