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Periodista, integrante del sector frenteamplista Banderas de Líber. Para que puedan consultarse, entre las columnas anteriores se encontrará algunas de la columna de Banderas de Líber, aunque sólo algunas fueron escritas por él.

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Compañero Javier Miranda: Uruguay precisa que el Frente sea más claro

12.Abr.2018

Ante la importancia de algunos hechos de actualidad, en el Uruguay y el extranjero, incluyendo la prisión del ex presidente Lula, Banderas de Líber reunido el martes 10 de abril, declara:

Está en manos del Frente Amplio, presidido por Javier Miranda, el determinar si el país dará un salto hacia adelante o hacia atrás. Se precisa ganar nuevamente la confianza de los uruguayos actuando con contundente claridad ante la presencia de corrupciones y ventajeos. Una contundencia que no percibimos.
Las cifras del notable abatimiento de la pobreza se presenta como un resumen del éxito de las políticas de los gobiernos del Frente Amplio. Más categórico, cuando viene acompañado por un crecimiento ininterrumpido, con vientos de popa y de proa, y por toda una serie de transformaciones sociales.
Uruguay puede ahora plantearse una segunda generación de cambios audaces, aún si el mundo que nos rodea es cada día más hostil. El encarcelamiento de Lula en Brasil, sin pruebas ni garantías, es un ejemplo de esa hostilidad; pero también nos tiene que hacer reflexionar sobre nuestra realidad.
De otro lado, las fuerzas tradicionales pretenden una restauración depredadora.

El despegue y su vuelo
El dato de que la indigencia -no tener suficiente para alimentarse-, afecta sólo a uno de cada mil uruguayos, cuando en 2004 era casi 50 veces mayor, es una buena síntesis de lo que hemos estado haciendo los uruguayos.
Esta cifra, resumen de 2017, conocida el 6 de abril, no es un número aislado, sino que se acompaña con una caída de la pobreza, no tener suficiente para todos los gastos básicos, bajó a un quinto, de 50 a 7,9. Un millón doscientos mil pobres menos. Pero también disminuyó la profundidad de la pobreza -distancia entre los ingresos y la línea- y disminuyó la desigualdad general; creció el empleo y el salario de los sectores de menores ingresos y de los otros. Porque durante 15 años seguidos se multiplicó el producto total de la economía y las exportaciones.
Y, en forma paralela, se desarrolló una ampliación de la democracia, con gobierno de cercanías y la participación, se crearon los municipios. Se amplió la cobertura de seguridad social, empezando por la salud que da cobertura a un millón más de uruguayos, pasando con la inversión en enseñanza -notable en infraestructura- y llegando al nuevo Sistema de Cuidados. El gasto en transferencias directas, que tanto odio suscita, es una cifra muy menor, pero para sus beneficiarios es la diferencia entre la vida y la muerte. Esta evolución como sociedad y como democracia, se complementó con el amparo de derechos a minorías para ampliar las libertades y promover una sociedad habitable, no dominada por el desprecio.
Estas políticas hicieron posible un cambio en las estructuras productivas y el desarrollo de áreas antes marginales como el turismo. El rumbo puede resumirse en asegurar reglas claras a largo plazo que permitan la inversión, atendiendo siempre a limitar las vulnerabilidades de un país pequeño en un mundo crecientemente hostil y volátil.

Un mundo que encarcela a Lula
El enorme peso de las transacciones financieras respecto a las de bienes y servicios, ocasiona frecuentes oscilaciones en las bolsas. Eso se corresponde con la concentración de la riqueza mundial en una cantidad de personas cada año menor. El 1% más rico posee el 82% y 8 personas más que la mitad de la población mundial. Sin perjuicio de que a su vez el hambre global ha disminuido. El ruido de fondo de estos procesos es la guerra generalizada y endémica, el decaecimiento de la democracia, las manipulaciones por Internet, las nuevas derechas y otros procesos que ya nos están afectando.
Es en ese marco que se produce el procesamiento de Lula sin garantía ni prueba alguna. Es uno fruto local de este embate antidemocrático mundial. Somos solidarios con el hombre que sacó de la pobreza a 30 millones de brasileños y con todo el pueblo hermano. El Partido de los Trabajadores se vio enfrentado a implementar un programa de cambios en un sistema político institucionalmente diseñado para la corrupción. No logró salir indemne y ya se habla de 6 millones de nuevos pobres.
Hoy, lo más antiimperialista que podemos hacer es crecer y disminuir la vulnerabilidad, para aumentar nuestra autonomía, nuestra capacidad de decidir nuestro destino, para transformar amenazas en oportunidades. Pero ello sólo puede hacerse poniendo los pies en la tierra. Por ejemplo, casi todos los países firmaron la Ronda Uruguay de la OMC. Hoy, ese es el único marco para competir con ventaja y ampliar los acuerdos comerciales sin recibir sanciones de todos los demás. Los objetivos realistas parten de la realidad, no de un capricho. Ser libres empieza por el conocimiento de las realidades.

La restauración es un peligro real
El rumbo exitoso que mencionamos no puede perderse sin sufrimiento para nuestro pueblo. Se destruirían con rapidez los avances en todos los terrenos, como en Brasil -donde se desmontó toda la legislación laboral-, como en Argentina y en muchos otros lugares.
Y ese peligro es real. Los partidos tradicionales impidieron durante 50 años el crecimiento del Uruguay por sus políticas de ceder constantemente a las demandas contradictorias de corto plazo de grupos patronales que se habituaron a vivir de rentas y no de la competencia. Hoy, sus representantes no hacen otra cosa que respaldar cada demanda que pase volando, incluso de sectores con intereses contradictorios o incluso contradictorias con los intereses a largo plazo de esos mismos empresarios.
Quieren la restauración. Como dijo Talleyrand de los borbones: "No han aprendido nada ni han olvidado nada."

Se puede dar un gran salto adelante
El Frente Amplio está elaborando su programa para el período 2020 - 2024. Este programa no puede ser el programa de la continuidad, sino el de una segunda generación de reformas. Sin desconocer las insuficiencias, las cosas no terminadas ni los errores cometidos.
Si la indigencia monetaria es casi cero, hay muchos que no tienen cubiertas otras necesidades básicas, como la vivienda adecuada. Si la cobertura salud es casi universal, hay que hacer énfasis en su calidad. Si se ha invertido en enseñanza, hay que mejorar los resultados. Si se ha profesionalizado la gestión, hay que reformar el estado y mejorar la calidad del gasto público. Si se ha reestructurado una Policía decimonónica, hay que plantearse nuevas metas. Si se ha ocurrido una revolución productiva en el campo, es hora de una nueva generación de políticas destinadas a reducir las crisis debidas a precios o al clima. Si ya no queda mucha tierra sin explotar ni mano de obra desocupada, hay que crecer en productividad. En políticas culturales, en cuidado ambiental; en todas las áreas debemos plantearnos avances audaces. Si ya están las leyes, ahora hay que abatir la matanza de mujeres. Hay que trabajar más por la integración social de excluidos y minorías.

Hay que volver a ganar la confianza
Uruguay está en condiciones de plantearse un salto generalizado si se proponen objetivos que respondan a las preocupaciones de sus habitantes. Pero nada de esto atraerá adhesiones si el Frente Amplio no resulta creíble. El año pasado dijimos que hay gente que tiene razones para estar enojada.
En setiembre pareció haberse cerrado una etapa de titubeos en torno a ciertas conductas. Pero el hecho de que el presidente de la coalición, Javier Miranda, tenga que insistir en cada acto en dar "una señal clara de transparencia y de ética", es índice de que no hay acuerdo en los organismos del Frente en dar esa señal. De deslindarse y condenar rápidamente hechos reprobables como en su momento se expulsó a un compañero que se había gastado unos pesos de la caja de su comité. Una historia heroica de miles de frenteamplistas, comenzando por Líber seregni, no merece estas indecisiones.
Pedimos por tanto a Javier Miranda que active a los mecanismos para que intervenga en todos los casos el Tribunal de Conducta Política. Y que, en los organismos, las mayorías especiales previstas en el Estatuto para evitar abusos de mayorías eventuales no se transformen en mecanismos para amparar abusos.
Un millón doscientos mil uruguayos dependen de que se actúe con claridad.


Banderas de Líber
10 de abril de 2018