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Joaquín DHoldan: Escritor y Dramaturgo de la Villa del Cerro radicado en Sevilla.

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La Chocolata

08.Jul.2018

Carmen Páez, (La Chocolata de Jerez), abrió el show en Sevilla del argentino Lisandro Aristimuño. Ambos artistas tienen propuestas muy diferentes pero con algo esencial en común. SI Lisandro toma de punto de partida (o de llegada) el folclore y la música de la Pampa, La Chocolata hace el mismo viaje con el flamenco, pero luego comienzan a darle un sello propio, a poner música moderna, a mezclar su arte con su vivencia, a poner en escena cosas muy suyas. Así logran una propuesta única, un animal híbrido, un anfibio volador, a veces antiguo, a veces futurista.
La Chocolata baila flamenco, canta, compone, es una enamorada de América Latina y su música. Muchos extranjeros que vienen buscando la esencia del flamenco en Sevilla, encuentran una puerta que lleva su nombre. Todos los lunes de noche en un bar de la Alameda de Hércules, en pleno centro de la ciudad, las "Jam- sessions de La Chocolata" se abren de par en par para todo el que se acerque a bailar bulerías, a cantar, a tocar las palmas, a hacer de goma las guitarras. La ciudad está llena de esos reductos, lugares donde la música se agazapa para saltarte al cuello para siempre. Una gran artista puede conmover en un escenario, en su propuestas grabadas en estudio, en un video clip, pero cuando el poder de comunicación además se abre, se entrega de forma generosa y casi "educativa", logra un bucle enriquecedor, como los "cantes de ida y vuelta" una de las ramas de flamenco que se dejaron influenciar por las guajiras, las colombianas, las milongas, las vidalitas y las rumbas.
Desde su último trabajo "Cantándole al Río", con sus versiones de "La llorona", la puerta mestiza tiene las claves de cualquier búsqueda, el trabajo constante, la humildad, la convicción y la bondad. En esa mezcla no renuncia a su esencia. Algo que, la velocidad de los tiempos actuales, no siempre da tiempo a razonar. Escuchar a "la Chocolata" sin comprender que viene del flamenco es como comerse un choripán y sacarle el chorizo, una renuncia que desvirtúa la esencia.
Una gran amiga y luchadora desde hace más de 20 años por el movimiento feminista me comentaba el otro día sobre la importancia de la formación y el estudio continuo de los temas de su movimiento. Había asistido a un debate con otras mujeres que trabajan en la política y muchas, como buenas políticas y siguiendo la moda, se declaraban "feministas", pero no lograban argumentarle como podían ser feministas y capitalistas. Ella se los explicaría mejor que yo, pero está bien recordar que eso bastante contradictorio. O sea, en la lucha por la igualdad está cuestionado todo el sistema de producción. En esta disputa de poder, violenta por parte de quienes sienten su poder cuestionado, y revolucionaria, por el impacto mediático que está logrando, hay una cara útil pero superficial (no en sentido despectivo, sino como un síntoma que con la educación y las nuevas generaciones se puede ir perdiendo, si se trabaja bien al respecto), me refiero a los conocidos como "micromachismos", escenas de celos posesivas, piropos, formas de expresión, chistes desubicados y cosificaciones varias. ¿Podemos ser optimistas en este sentido?: Relativamente, ya que a veces entre los jóvenes hay encuestas alarmantes (y entre los comentaristas de internet ni digamos), pero sabemos que el trabajo que ha hecho durante décadas el movimiento feminista está por fin viendo frutos a nivel cultural y mediático. Lo complicado vendrá cuando, como en toda disputa de poderes, se revise el rol de la mujer en lo central, en aquellos intereses que las empujaron al fondo de las cocinas y a las mesas de las cesáreas, esto también está llegando, y para eso habrá que aprender a sonreír. La espuma es necesaria pero lo que nos quita la sed es la cerveza. El feminismo, como todo movimiento revolucionario, discute el sistema de producción, los roles, la distribución de la riqueza. Mi amiga se los explicaría mejor que yo. Pero si tengo entendido que la respuesta violenta puede disparar la violencia de género, y que la superficialidad mediática puede distraer el verdadero corazón de lo que se está jugando.
Nunca la música fue tan necesaria. Cada canción nos servirá de vehículo para combatir el dolor. La sensibilidad y la lucidez tienen que ir de la mano con la convicción y la inteligencia.



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