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Sobre el autor

Joaquín DHoldan: Escritor y Dramaturgo de la Villa del Cerro radicado en Sevilla.

Twitter: @joadoldan

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Miss Cafeína

02.Sep.2018


Me despierto en la mitad de la noche, con la ciudad quieta. Miro a la hora y hago un extraño cálculo mental, en ese lapso de tiempo casi todos duermen, tanto en Sevilla como en Montevideo. Entrando en la noche profunda del invierno uruguayo, a punto de terminar otra cálida noche andaluza. Ese espacio silencioso me descubre, otra vez, dando una vuelta por la casa. Estoy tentando en hacerme un café. Algún extraño proceso bioquímico hace que la cafeína me dé sueño. Entonces recuerdo que todavía no escribí sobre esa banda que nació en Madrid en 2006 y que está en todos los festivales. "Miss Cafeína", me va a costar elegir un tema, tiene muchas canciones buenas. El detalle que más me gusta de ellos es que- según dicen- se conocieron porque eran público habitual de otras bandas. Me gusta pensar a la música como un gran refugio que incluye a quienes la escuchan. Así mismo la literatura debe ser de los lectores, la pintura de la gente que mira, el teatro es el público... Esta noche no importa. Tengo la misma sensación que cuando empecé con episodios de insomnio, hace 30 años. Es un poco agobiante; lo recuerdo y apago la cafetera. Hay olor a rocío, a la humedad propia de vivir en el Valle de un Río. Mi vecino es jardinero y colecciona plantas aromáticas, llegan también olores de allí. Tengo la puerta abierta. Dormir con la puerta abierta es un buen síntoma. A veces pienso que si entrara un ladrón no sabría qué libro elegir. Ya no tendría sentido robar cd´s, no hay joya alguna, solo tengo jeans y remeras. Lo más valioso que hay en casa somos nosotros, lo único valioso, la familia y el perro. Aún así, me preocupa escuchar pasos en el patio. Tardo un instante en darme cuenta que soy yo que camina, los ruidos hace un extraño efecto de eco en los árboles. Me gustaría poner música pero temo desvelarme más. Trato de respirar profundo. Sé que para seguir durmiendo- sin pastillas- como hasta ahora, debo respirar y meditar, y acostarme y hacerme el dormido. Nada de contar ganado, ni seguir dando vueltas. Rezar sería una buena fórmula. Un mantra. Supongo que asocio el desvelo a la juventud. Cuando creía que poder estar sin dormir tanto tiempo era un superpoder y no un problema. Lo de problema me llevó a la escuela. Tenía una maestra que tenía esa obsesión. Recibirnos cada mañana con un ejercicio de matemática. "Problema" ponía en el pizarrón, o a veces lo llamaba "Razono". Mientras lo escribía una compañera- cerca de mí- suspiraba. Lograba expresar lo que a mí me sucedía. "¿Qué diablos hacemos acá?" "¿Cuánto falta para que nos vayamos a otro sitio?", escuchaba yo con esa exhalación. A veces la miraba y tenía la tentación de decirle "A mí me pasa igual". Mira por donde, fue cuestión de tiempo. Ya no estamos allí. Seguimos pensando en otro sitio. Está saliendo el sol. Sigo despierto. No estoy cansado. Lo bueno es que voy a escuchar música. Es una suerte, la verdad. Hay personas que no disfrutan nada y pasan las noches durmiendo, y los días también.



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