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Así lo veo yo

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Columna de Ana Jerozolimski

Sobre el autor

Uruguaya, radicada en Jerusalem desde 1979. Redactora Responsable de "Semanario Hebreo".

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La realidad "olvidada"

25.Oct.2018

Las nuevas armas del terrorismo, globos incendiarios y explosivos contra la población civil

El niño israelí Ionatan Regev, de 7 años, no deja de salir a andar en bicicleta por Mefalsim, el kibutz en el que vive desde que nació, y sus alrededores. En los últimos meses, lo hace acompañado casi diariamente de un fuerte olor a quemado. Y de escenas como la de esta foto, con un inmenso incendio de fondo. Pero cuando le preguntamos si tiene miedo, contesta simplemente que no. Cuenta que los niños suelen acercarse a ver cómo se apagan los incendios y no sienten que es peligroso.
"Está todavía en una edad en la que puede ver esto como una aventura", nos explica su mamá, Yael, aclarando que la realidad es más compleja y que aunque suene anti natural, los adultos en toda la zona no tienen más remedio que advertir a los niños que no se acerquen bajo ningún concepto a ningún globo que puedan encontrar cerca, inclusive si parece un juguete. En la punta del hilo, recordemos, vienen materiales incandescentes, dispositivos que encienden el fuego y, lo peor, explosivos. Hace unos días, una granada.

Pocos medios del mundo informan al respecto. Parece una realidad olvidada, un fenómeno común en medio de una locura absolutamente evitable.
La casa de los Regev en Mefalsim está ubicada a pocos kilómetros de la Franja de Gaza. Al igual que tantos otros poblados civiles israelíes aledaños a dicho territorio palestino, se ha convertido en blanco de estos ataques terroristas. Claro que a ellos se suman los constantes intentos de romper la cerca fronteriza e infiltrarse a territorio israelí, de lanzar cargas explosivas y demás.
En esta situación, viven Ionatan, su hermano Iotam de 9 años y la hermana mayor, Noa, de 13, junto a sus padres Yael y Avishai. "La forma en que toda esta situación afecta a los niños, depende mucho de la sensibilidad de cada uno, del nivel de ansiedad", explica Yael. En su hijo del medio, siente una influencia mayor que en el más chico. "Es que la sensación es de alerta constante, aún cuando seguimos con la rutina y aún cuando los niños siguen saliendo a andar en bicicleta", explica. "Lo impresionante es la rapidez con que tenemos cada tanto que pasar de situación de calma a situación de emergencia. Es inconcebible".
Yael pide aclarar: "No somos unos pobrecitos. Pero sí queremos que afuera se entienda lo que vivimos. Lo peor es que no vemos el horizonte, no hay ningún plan claro para terminar con esta situación". De fondo, nos llegan informaciones sobre los atentados que está preparando Hamas en Cisjordania en caso que fracasen los contactos negociados con Egipto con Israel. La intención, abrir otro frente para Israel en Cisjordania, mientras quizás haya guerra en Gaza.
Pero guerra, no es lo que Yael espera.
El gran desafío, como madre, es cómo educar a los hijos sin odio a sus vecinos, aunque es del otro lado de la frontera que llegan las amenazas y los ataques. "Siempre recalco que del otro lado no son todos malos, que no todos quieren dañarnos", dice Yael. "Les digo a mis hijos que también del otro lado hay niños como ellos, que tienen problemas. Y en eso me ayuda el hecho que un señor mayor, un palestino de Gaza que trabajó en el kibutz desde que yo era niña, sigue viniendo cada tanto, cuando puede cruzar, y en el kibutz siempre lo vamos a buscar al puesto de control, le damos ropa y todo lo que podemos para su familias y sus numerosos nietos. Mis hijos lo conocen y a través suyo, pueden entender qué significa que del otro lado también hay gente y no sólo terroristas".
Cuando hablamos con Ionatan por teléfono, sentimos que no tiene claro por qué una mujer que no conoce le pregunta cosas sobre lo que para él, al parecer, es más que evidente. Que del otro lado también hay niños. Que va a seguir saliendo con sus amigos a pesar de los incendios. Y que todo va a estar bien.
La pregunta-no a él sino a su madre- es cómo. Cómo se llegará a una solución. Yael y muchos otros israelíes en la zona adyacente a Gaza, consideran que las guerras no solucionarán nada y que la solución pasa por un acuerdo negociado. Al mismo tiempo, sabe que en su vecindario, a veces no hay más remedio que recurrir también a la fuerza.
La población israelí de la zona no es monolítica. Hay quienes consideran que ahora hay que declarar guerra a Hamas y quienes, como Yael, preferirían que se siga intentando evitarla. Pero así, dicen todos, no se puede seguir. "En ningún lado viven una situación como esta. No aspiro a una guerra en absoluto, pero sé que puede en algún momento ser inevitable".
Le preguntamos qué título daría a la foto en la que apareció su hijo en bici. "Las palabras las ponen ustedes, los periodistas, a veces con más drama que nosotros", responde."Pero la foto dice mucho, porque muestra la realidad de los incendios y al mismo tiempo deja en claro que no somos unos pobrecitos que nos quedamos encerrados sino que salimos, trabajamos, y que también nuestros niños trata de seguir con su rutina. Quisiera que se sepa afuera que en otros lados, los niños no tienen que crecer así".