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Así lo veo yo

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Columna de Ana Jerozolimski

Sobre el autor

Uruguaya, radicada en Jerusalem desde 1979. Redactora Responsable de "Semanario Hebreo".

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Hospital israelí permite a familiares despedirse de enfermos de Coronavirus

21.Abr.2020

En la enorme mayoría de los casos, los enfermos de Coronavirus mueren solos. No podemos saber en qué medida son conscientes de ello, ya que fallecen generalmente cuando están ya hace días conectados a un respirador y por ende, adormecidos. Lo peor es la muerte misma, claro está. Pero las circunstancias en las que eso ocurre, son dramáticas de por sí. Desgarradoras. Avi Shushan (38), portavoz y miembro de la Comisión Directiva del Centro Médico Sourasky en Tel Aviv, llamado comúnmente Hospital Ichilov (se pronuncia Ijilov), no entendía la lógica. “Todo el tiempo oímos historias terribles de enfermos que fallecen solos y del enorme dolor de sus familiares que no pudieron siquiera acompañarlos en sus últimos momentos. Y yo no podía entender por qué”, nos dice en una entrevista. “Un día que permití el ingreso de dos periodistas, protegidos debidamente, al departamento Corona, lo primero que me dije fue ´si ellos pueden ¿por qué los familiares no?´y decidí hacer algo al respecto”. Sabiendo que en Israel, afortunadamente, la situación de presión en los hospitales ni se parece a lo que se vive en otros países del mundo en la crisis actual, y considerando que por lo tanto “no es racional no permitir el ingreso de los familiares”, decidió plantear el tema ante la Dirección. “La respuesta fue unánime. Lo presenté a la Directiva y absolutamente todos dijeron que era una idea importante y que así debe hacerse”, nos cuenta Avi. El Profesor Roni Gamzo, Director del hospital, lo aprobó de inmediato y comenzamos a implementarlo, dando a los familiares la protección necesaria, igual a la de los médicos”. Esto no significa que todas las familias deseen hacerlo. Hay quienes temen contagiarse y ante la certeza de que de todos modos, desgraciadamente, no podrán salvar a su ser querido internado, optan por abstenerse de la despedida directa, para no arriesgarse al contagio. Pero según Avi Shushan, de los 7 u 8 casos de fallecimientos en Ichilov desde que se adoptó esta práctica, la mayoría sí quiso hacerlo. En 5 casos, los familiares pudieron entrar, por 10 minutos y acercarse a su ser querido al que en poco tiempo, ya lo sabían, iban a perder. “Es una cuestión de moral, básica”, sostiene Avi, satisfecho de haber lanzado la idea y que se esté implementando. La puesta en práctica tiene la misma complejidad que la protección de los equipos médicos, desde un punto de vista técnico. Pero claro que aquí se agrega una fuerte dimensión emocional. Es por eso que los familiares a los que se permite entrar son recibidos por una asistente social que los prepara, les explica cómo es el departamento de Corona, qué van a ver, les aclara cuánto tiempo pueden estar y luego es una enfermera la que los viste con los equipos protectores. “No sabemos si el paciente entiende o capta algo”, explica Avi. “Pero esto es más que nada para la familia, que al menos puede decir Shma Israel.y a veces ya es el Kadish”. El Profesor Roni Gamzo se refiere a esta política en términos superlativos, con plena convicción. “La decisión de permitir que familias se despidan de su ser querido enfermo, fue la más justificada y moral que la directiva de Ichilov adoptó en estos tiempos de Coronavirus, y estamos orgullosos de ello”, declaró. “Sabemos que otros hospitales en Israel y el exterior han seguido nuestros pasos y esperamos que muchos más lo hagan, alentados por las historias de las familias a las que se permitió tener esos momentos de gracia y compasión . Hay que esforzarse para hallar los caminos que permitan actuar de modo moral, también en momentos de pandemia”. También se ha adoptado esta práctica en el Hospital Meir de Kfar Saba. Una gran responsabilidad en este nuevo camino, más allá del tema médico propiamente dicho, es la de Sivan Hever, Directora del Servicio Social del Ichilov, que tiene a su cargo el nuevo desafío. “Toda esta situación es removedora y dolorosa”, explica. “Las familias llegaron sumamente emocionadas, en medio de un torbellino de sentimientos, y las lágrimas no cesan de correr por sus rostros”. Según Sivan, Ichilov fue el primer hospital en el mundo que se permitió esta práctica. “No teníamos de quién aprender ni ejemplos que seguir, fue una situación muy compleja para todos”. Explicó la problemática de la protección, la división en grupos, la determinación del orden de acuerdo al grado de parentesco , pero más que nada, hizo referencia a situaciones puntuales que plantean lo desgarrador de esta vivencia. “En un primer grupo, el hijo rehusaba salir de la habitación, agobiado por el dolor. Su protector de los ojos ya no permitía ver nada, de tanto llorar. Y la hija agradecía por esos momentos que pudo tener, con el llanto quebrándole continuamente la voz, pero tratando de permanecer entera”. Y agregó, en tono personal. “Para nosotros, es un privilegio ser parte de un momento tan humano en medio de esta locura”. Y los testimonios de las familias lo dicen todo. Avi Shushan nos compartió el testimonio de de Elisheva Stern, cuyo padre Simja falleció de Coronavirus, a los 75 años. “Mi padre era una persona muy activa y llena de energía. Hace tres semanas sentí que algo no estaba bien con él y lo llevamos a Ichilov. Se le detectó la enfermedad y fue internado en el departamento de pacientes conectados a un respirador, en muy grave estado. A medida que los días iban pasando, su estado empeoraba y lo único en lo que yo podía pensar era que papá está solo y yo no estoy a su lado”, contó. “Los pensamientos me torturaban, por el solo imaginar que se vaya de este mundo sin que yo pueda despedirme de él. Me llamaron del departamento y me dijeron que papá estaba viviendo sus últimas horas, y me propusieron ir a despedirme de él”. Elisheva admite que en un primer momento, sintió miedo, pensando que podría contraer el virus y contagiar así a sus siete hijos. “Al final decidí no temer e ir yo sola para decir adiós a una persona tan querida, que fue siempre un padre maravilloso. El personal médico se encargó de protegerme de la mejor forma posible, incluyendo botas, guantes y máscara, lo cual me hizo sentir mucho mejor y más tranquila”, relata. “Me acerqué a la cama de papá, lo miré y no podía dejar de llorar. Le leí versículos de la plegaria Shemá Israel y de Adon Olam, le dije que lo amo, lo acaricié y lo observé y diez minutos más tarde, nos despedimos para siempre. Esa oportunidad, fue el mejor regalo que me podían dar”. Pocas horas después, Simja Stern falleció.. Era la noche de Pesaj, la Pascua judía.