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Sobre el autor

Autor: Edila por sector ProBa, Partido Colorado. Integrante actual de la Comisión de Derechos Humanos de la Junta Departamental de Montevideo. Integrante actual de la Comisión de Medio Ambiente y Salud de la Junta Departamental. Integrante de la Red de Mujeres Políticas.

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Necesidades insatisfechas.

20.Nov.2013

Entendiéndose el término necesidad como una sensación de carencia atribuible a los seres humanos, y vinculada estrechamente con el deseo de satisfacción de la misma, la sensación de insatisfacción está casi siempre presente, en mayor o menor medida.

Es sabido que las necesidades humanas han sido objeto de estudio y análisis desde hace mucho tiempo, y a mediados del siglo pasado psicólogos como Abraham Maslow han dedicado tiempo y dedicación a su clasificación y consecuente jerarquización. Más allá de las conclusiones –a veces discutidas – a las que los especialistas pudiesen arribar, todos tenemos cocimiento de cuáles son nuestras necesidades. Sabemos que no disfrutaremos de una buena película o concierto, si antes no satisfacemos la necesidad – de existir – de pasar por los servicios higiénicos. Por lo tanto, automáticamente priorizamos la necesidad fisiológica a la cultural, o social, en este caso.

Las necesidades primarias, de cuya satisfacción depende la supervivencia – alimentación, sueño, agua, abrigo – están en nuestra sociedad bastante resueltas, y no padecemos lo que otros colectivos sí sufren, en otras ubicaciones geográficas o contextos sociales absolutamente degradados. Pero como nuestras necesidades no se limitan a la supervivencia, las de seguridad, las sociales, las de autoestima y de autorrealización pasan a tomar papeles preponderantes o exigibles, y a veces impostergables.

Es ahí cuando los bienes y servicios, que son los que satisfacen directa o indirectamente la necesidad planteada, comienzan a tomar preponderancia, y en donde las opiniones – subjetivas por lo general – inciden. Porque no todos tenemos las mismas aspiraciones de realización y autoestima, seamos estudiantes, profesionales, albañiles, comerciantes, jubilados o presidente de la república

El trabajo es una necesidad, pues sin él muchos aspectos esenciales de la vida no podrían cubrirse. La seguridad es una necesidad que en todas las clasificaciones aparece como la más importante, luego de las fisiológicas. El acceso a la educación también lo es, pues sin educación difícilmente podamos transitar por el crecimiento personal y colectivo.

Hemos presenciado recientemente discusiones de actores oficiales –ministro del MIDES – con representantes de “la oposición” con relación a los porcentajes de insatisfacción, que dicen que el 33,8% de los uruguayos tiene al menos una necesidad insatisfecha.

Y en ese marco se empieza a hablar de casas suntuosas sin saneamiento –pero que a algún lado tiran los deshechos – que inciden en los porcentajes, de ausencia de termofones y heladeras, del costo –no demasiado según Olesker – para comprarle un termofón y una heladera a todos los que la faltan y así “bajar el índice” y de otras “soluciones” que no van al fondo del problema. Porque hay necesidades básicas insatisfechas según la encuesta, que refieren al acceso a una vivienda decorosa, al suministro de agua potable, energía eléctrica, artefactos básicos de confort, y a la educación.

No es admisible, o al menos es muy preocupante que, con una coyuntura económica sin precedentes como la que estamos transitando, con un consecuente crecimiento económico y con índices de desocupación muy bajos, sigamos teniendo situaciones como las que muestran la frialdad irrefutable de los índices dados a conocer. Si además consideramos que el 44% de los niños tiene al menos una necesidad básica insatisfecha, se constata que el asunto es grave.

Ciertamente, y además, dado que la seguridad no es una necesidad resuelta, y atento a su importancia, se invierte mucho en seguridades privadas, elementos de protección de viviendas y comercios y otras “soluciones “ que en definitiva, a la luz de las crónicas policiales, no son efectivas. Algo similar empezó a pasar con la educación, que como respuesta al caos en que se encuentra, hace que muchas familias recurran a la costosa educación privada como solución para sus hijos, olvidándose definitivamente de José Pedro Varela.

Por suerte es posible para algunos conseguir más de un trabajo – necesidad en este caso sí satisfecha – para poder solventar sus angustias.

Claro, quizá con otro orden de necesidades, el presidente de todos los uruguayos no ve esto con buenos ojos, y adjudica la iniciativa obligada, a la ambición...

Pero ese es otro tema.



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