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Nació en Montevideo el 22 de febrero de 1960. Senadora de la República por Casa Grande sector perteneciente al Frente Amplio. Licenciada en Filosofía y Doctora en Ciencia Política.

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Pro joven: algo de lo que debe estar en juego en esta campaña

16.Dic.2013

La semana pasada el Parlamento uruguayo aprobó una de las leyes sin duda más controversiales de este período de gobierno: la ley de regulación del cannabis.

Es controversial por lo novedosa (no hay prácticamente antecedentes latinoamericanos aunque sí en otras regiones del mundo "desarrollado") y de algún modo, por lo inesperada (no era algo que estuviera en programas o agendas de gobiernos anteriores).

A diferencia de lo que sucede en la inmensa mayoría de las leyes que se aprueban, en este caso, las barras estaban llenas. Y a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los casos en que las barras están llenas, aquí, estaban llenas de jóvenes. Esos, que prorrumpieron en una lluvia de aplausos y expresiones de entusiasta alegría, que deberían llamar la atención de todo el país, sobre lo que está pasando. ¿Qué festejaban esos jóvenes?

No es esperable que todos los que estaban en las barras fueran fumadores convictos de marihuana: ni siquiera que el apoyo a la regulación de la cannabis venga de grupos que tengan un interés especial en ello. Lo que estuvo en juego en la discusión de la ley fue algo que afecta especialmente a los jóvenes, prácticamente sólo a ellos, y que enfrentó dos lógicas que la sociedad uruguaya se ha dado para tratarlos: la de la represión, o la del respeto (y en última instancia, la de una "moral del cuidado" que reemplace a la vieja moral represiva, policíaca y judicializadora).

Lo que estuvo en juego este martes fue si hacíamos política a favor o en contra de los jóvenes. Y las barras estaban llenas porque, sin duda, los jóvenes "interpretan" que esta ley juega a su favor. Y lo hace por la razón más simple: el principal y primer resultado de la ley es que nadie más irá preso por fumar marihuana. Ya es un avance. Sí, se me dirá que consumir marihuana no está prohibido: pero para consumir marihuana hay que comprar, portar, llevar: todo un circuito clandestino del que nadie escapa. Haber votado una ley que saca la marihuana del circuito clandestino es una medida contraria a la lógica represiva, y pone las cosas a la luz del día (la moral represiva es siempre oscurecedora y negadora de todo conflicto). Y los jóvenes festejan porque se sienten, a partir de ahora, más libres.

Este domingo se celebró el "amanecer amarillo": una iniciativa de los grupos de jóvenes por el "No a la baja" (de la edad de imputabilidad). La iniciativa plebiscitaria de bajar la edad de imputabilidad de 18 a 16 años es quizá, poco conocida en profundidad por quienes la apoyan, e incluso, por quienes la rechazan, pero la idea es simple: apoyar la baja de edad de imputabilidad, es apoyar una medida contra los jóvenes. Y por eso, la mayoría de los jóvenes, están contra ellos. Alguien podrá tratar de argumentar que es una medida para "salvar a unos jóvenes" de otros: pero difícilmente alguien podrá prestar atención a un razonamiento tan falaz. Por eso, la baja de edad de imputabilidad podrá conquistar la razón y el corazón de los adultos, de muchas mujeres y hombres, de las clases medias, pero difícilmente conquistará el corazón de quienes serán afectados por ella: los jóvenes.

En economía se habla de modos de crecimiento "pro pobre" (en los cuales el crecimiento mejora especialmente a los pobres) y modos de crecimiento que no alteran en nada la situación de los más pobres. En política podríamos hablar de desarrollo democrático "pro joven" y modos de la democracia que no alteran la situación de los jóvenes, o peor aún, la vulneran. Nuestra democracia puede ser "pro joven", o ser indiferente a los jóvenes; más aún, puede volver más negativa su situación. En esta campaña electoral tendremos tiempo y energía para mostrar cuál es nuestro grado de compromiso con los jóvenes, con sus problemas y necesidades inmediatas, o exhibiremos una vez más indiferencia ante su suerte, pensando que la juventud es apenas un tránsito hacia la vida "verdadera", que es la nuestra: la adulta.

Cuando los jóvenes llenan las barras o cuelgan cintas amarillas de los árboles, nos están hablando de algunas cosas que les importan "a ellos": que no los repriman, es la primera. Después, comenzarán a pedir otras cosas. Y serán ellos los que nos hablen de "los problemas de la educación", y pongan en la agenda política el problema del alquiler, la violencia, o el desamparo. Quizá podamos comenzar desterrando la idea de que la democracia tiene "problemas con los jóvenes", y más aún, sacarlos de la categoría "problema" para ponerlos en la categoría "nosotros". Quizá ese día, nuestra democracia habrá comenzado a ser "pro joven", o quizá simplemente, más democracia.