Montevideo PortalColumnistas
Acuerdo Grande

Acuerdo Grande

Por una coalición opositora

Sobre el autor

Miguel Manzi (1957), abogado, inicié mi actividad política en 1980 militando por el "NO" contra la dictadura. Fui diputado de la "Lista 85" del Partido Colorado. Emigré en 1995, viviendo en Bolivia, EE.UU. y Honduras, donde culminé mi periplo como Representante del BID, a cargo de 120 operaciones por 1.000 millones de dólares. En 2011 renuncié al BID y regresé a Uruguay, retomando la actividad política en torno al Proyecto Montevideo, cuya información completa está en http://miguelmanzi.com/

Más columnistas

imagen del contenido Escribe Esteban Valenti
imagen del contenido Escribe  Andrés Lima
imagen del contenido Escribe Ramón Méndez
imagen del contenido Escribe Ana Jerozolimski

60 millones de dólares ¿CUÁNTO VALE SU VOTO?

02.Ene.2014

Escuché por ahí que el Frente Amplio estima que su campaña presidencial costará 15 millones de dólares; no me suena descabellado, siendo el Frente Amplio el nuevo rico de la política uruguaya. En el Partido Colorado se estima que las suyas rondarán los 7 millones, y podríamos suponer que los blancos andan por el medio con, digamos, 11 millones. A estas campañas presidenciales, debemos sumar las campañas de los sectores y coaligados, pongámosle 10 millones más entre todos. Sumemos ahora las internas, digamos 5 entre todos. Y finalmente las departamentales, otros 12 millones. Si estas cifras son más o menos ciertas, al cabo de las cuatro campañas consideradas, al final del raid electoral 2014-2015, se habrán movido 60 millones de dólares. ¿Es mucho o es poco? ¿Está bien o está mal? Para tener alguna referencia externa: el gasto de los partidos en las cuatro campañas equivale a lo que gasta la Intendencia de Montevideo en un mes; o a lo que el Frente pretendía recaudar con el inconstitucional ICIR; o al 0,2% del PBI. Según despacho de AFP del 6 de noviembre de 2012, en las últimas presidenciales de EE.UU. (Obama vs. Romney) se gastaron 6.000 millones de dólares.

DE DÓNDE VIENE Y A DÓNDE VA

La Ley Nº 18.485 que regula la actividad de los partidos políticos, sancionada en 2009 bajo la presidencia de Tabaré Vázquez, establece el monto de las contribuciones del Estado para los gastos electorales, pagando por voto válido emitido, según el siguiente detalle: ELECCIONES NACIONALES, primera vuelta: 87 UI; segunda vuelta: 10 UI; ELECCIONES DEPARTAMENTALES: 13 UI; ELECCIONES INTERNAS: 13 UI. Tomemos la UI a 2,75 y el dólar a 21,50, más o menos los valores del 1º de enero del recién inaugurado 2014. Estimemos 2 millones de votos válidos por elección obligatoria (nacionales y departamentales) y 1 millón de votos por elección no obligatoria (internas), hagamos las cuentas, y nos dará que el Estado reparte entre los partidos 30 millones de dólares por todo el raid electoral. Si supusimos que el gasto total de las campañas sería 60 millones, los otros 30 millones salen directamente de los bolsillos de los ciudadanos (los primeros también, pero a través de los impuestos). En las campañas hay contribuyentes grandes, medianos y chicos; desde el vecino comprometido con la causa que compra un bono de 100 pesos, hasta el empresario que licita con el estado y pone 100 mil dólares por las dudas. Además, los que ocupan cargos electivos o de designación política suelen aportar un porcentaje de su sueldo para el partido que, al cabo de cinco años, bien administrado, permite disponer de una buena bolsa para la campaña. Definitivamente, no estoy contando aportes por libros vendidos a Venezuela, ni por avales bancarios concedidos sin requisitos. ¿Y a dónde va toda esa plata? Grosso modo, universalmente el 40% se destina a pagar minutos en televisión; el 15% en radio; el 10% en cartelería; el 10% en prensa; y el 25% restante en papelería, locales, producción y movilización. Plata que cambia de manos, nada de qué asustarse, apenas monedas para que se exprese la voluntad popular. De hecho, estas son las cosas que no tienen precio, esas que no se pueden comprar con Master Card.

CUATRO HORAS CADA CINCO AÑOS

Hace un calor de infierno y a mí me dar por hacer cuentas baladíes... Un año tiene 8.760 horas, cinco años son 43.800 horas. Si ir a votar lleva una hora, son 4 horas cada cinco años, que equivale a la nada por ciento del tiempo de cada uno. A cambio de nada, pues, el maravilloso sistema democrático representativo nos permite elegir a un presidente que sale en patas y con las uñas negras de mugre en todos los diarios del mundo, o a un tipo que cada día antes de ir a trabajar se baña, se afeita, y se pone una camisa limpia, con corbata y todo. O, pensando en la Intendencia, nos permite optar entre una señora que habla muy bien francés, pero que se enteró que iba a ser intendente tres meses antes de su elección, y otro ciudadano que se haya preparado cuidadosamente para asumir tamaño desafío, él y sus equipos de profesionales competentes (hablando de gente competente, resultó que Jorge Setelich, quien supo ser presidente del moribundo ente ferroviario nacional, era inspector de tránsito de la Intendencia de Montevideo, cargo al que volvió tras ser removido de AFE; muy fuerte). O si se trata de las elecciones internas, con tan poquito como una hora de su tiempo cada cinco años, Usted puede definir las tendencias que prevalecerán en cada uno de los partidos y, a su través, primero en las elecciones nacionales y departamentales y después en las políticas nacionales y departamentales. Nunca tanto costó tan poco; o si prefiere, esto no tiene precio.

UNA HORA POR UN IDEAL

La política y los políticos no gozan, en general, de extendido aprecio entre los ciudadanos; los partidos suelen figurar al final de la tabla cuando se pregunta por la confianza en las instituciones. Me parece una terrible injusticia: las invectivas deberían concentrarse en los malos políticos, aquellos que no cumplen con sus deberes, o peor, que se aprovechan de sus posiciones para beneficio propio, o abusan de las prerrogativas de sus cargos. Bien entendida, la política es la prosecución de un ideal para el colectivo, de un modo de entender el mundo y la vida en sociedad; y bien practicada, es el esfuerzo cotidiano por concretar ese ideal, con sacrificio de intereses personales, mengua de intimidad y riesgo reputacional (tal es el precio de la vocación, que naturalmente los vocacionales pagamos con todo gusto). El ciudadano que no siente vocación por lo público (la abrumadora mayoría), y que actúa en política apenas cuatro horas cada cinco años, debe sacar el mayor provecho de ese esporádico contacto, en cuanto con su voto está prohijando un ideal. La gente en general así lo entiende, aunque no repara en los detalles y se orienta por los grandes bultos, que cobran volumen y vistosidad en las campañas electorales. La primera campaña del raid 2014-2015 es la interna de los partidos, que será el 1º de junio de 2014; allí se empiezan a jugar los ideales. Habiéndose consagrado el Acuerdo por Montevideo y registrado el Partido de la Concertación, nuevo lema bajo el cual compareceremos colorados y blancos para disputar la Intendencia, yo dedicaré mi esfuerzo de estos meses a promover las ideas que aseguren un destino más luminoso para Montevideo, y pediré el voto para aquellas opciones que a mi juicio los representen con mayor fidelidad. Al final del día estaré pidiendo una hora de su tiempo por un ideal, lo que no parece mucho pedir; aun considerando que su voto no tiene precio. 



Más artículos de Acuerdo Grande

05.Ago.2018A NOSOTROS NO NOS VA A PASAR

22.Jul.2018FÓRMULA MULTIPARTIDARIA

09.Jul.2018FRENTE AMPLIO INTELIGENCIA

24.Jun.2018OTRA VEZ "PELIGRAMOS GANAR"

10.Jun.2018MÁS O MENOS COALICIÓN