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Pablo Mieres

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Columna de Pablo Mieres

Sobre el autor

Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Sociólogo. Presidente del Partido Independiente. Senador por ese partido para el período 2015-2020.

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Igual que hace 25 años, se les caerá el muro encima

13.Nov.2015

“. . . ninguno tendrá autoridad moral para mirar a los ojos a los futuros líderes de la democracia venezolana”.

La inadmisible defensa del régimen autoritario y corrupto de Maduro en Venezuela por parte de la mayoría del Frente Amplio y la insólita "obediencia debida" de los sectores del Frente Amplio que saben lo que está pasando en Venezuela pero acatan el mandato de los sectores radicales, negándose a condenar lo evidente, me hacen acordar de la actitud asumida por muchos de esos grupos frente a la debacle definitiva del "socialismo real" y el desmoronamiento rotundo y vertiginoso del bloque soviético.

Efectivamente, los sectores marxista-leninistas del Frente Amplio defendían, sin concesiones, la gestión del Partido Comunista de la Unión Soviética y la de sus gobiernos satélites en toda Europa del Este. Es bien conocida la triste anécdota del telegrama enviado por el entonces secretario general del Partido Socialista, Reinaldo Gargano, felicitando al dictador rumano Nicolás Ceaucescu, el día antes de que fuera derrocado por una revuelta popular que dejó al descubierto la horrenda barbarie de décadas de autoritarismo, violando los derechos humanos de los ciudadanos rumanos.

Lo mismo ocurrió en Alemania Oriental y, con diferentes variantes, en todos los regímenes que orbitaban en torno a la Unión Soviética y, por supuesto, en ese mismo país. Gobernantes autoritarios que se enriquecieron hasta el hartazgo, enancados en una supuesta patria socialista que pregonaba la igualdad, mientras amasaban fortunas y reprimían al pueblo.

Los representantes de buena parte de los partidos del Frente Amplio de aquella época nada dijeron hasta que el "muro se les cayó en la cabeza". Entonces dijeron que no sabían nada, que no tenían conocimiento, obviando que numerosos dirigentes uruguayos de diversos partidos marxistas habían vivido durante años su exilio en algunos de esos países. ¡Pero no habían visto nada de nada! Y muchos siguieron de largo sin nunca asumir en profundidad la gravísima complicidad en la que habían incurrido, defendiendo regímenes autoritarios que violaban los derechos humanos de su gente y enriqueciéndose de manera ilícita a expensas del sacrificio de su pueblo.

La actitud de los sectores mayoritarios del Frente Amplio con respecto a la gravísima situación en Venezuela se parece mucho a aquello y, como entonces, la realidad les "reventará" en la cara. Difícil será decir que tampoco sabían nada; sobre todo para aquellos que en estos años visitaron Caracas con una sorprendente frecuencia. Difícil será decir: "¡Qué barbaridad, como no nos dimos cuenta!".
La pregunta que corresponde es: ¿por qué les vuelve a ocurrir lo mismo con casi tres décadas de diferencia?

Hay dos explicaciones posibles.

Una explicación es que lo más importante para quienes así actúan, es la definición ideológica del Gobierno; si el Gobierno es de izquierda hay que defenderlo con independencia de lo que haga, porque todas las críticas provienen de la "derecha" que busca descalificarlo por una intencionalidad malévola para derrocarlo e imponer el capitalismo salvaje en su lugar.

Desde esta perspectiva, la democracia sigue siendo un concepto instrumental que se valora o no según esté al servicio del Gobierno de izquierda. Por lo tanto, las violaciones al Estado de Derecho o la limitación de los derechos de los ciudadanos se justifican por el interés supremo de un Gobierno que defiende valores de izquierda.

Obviamente para este tipo de argumentación no existe una reivindicación superior de la democracia y la defensa de los derechos humanos.

La segunda explicación es aún más sórdida y tiene que ver con las ventajas concretas y los beneficios específicos que algunos dirigentes, que han aplaudido todos estos años al régimen corrupto y autoritario de Venezuela, podrían haber recibido como consecuencia del vínculo con ese Gobierno.

Sea cual sea la explicación, en muy poco tiempo, como hace casi tres décadas, la realidad insoslayable de un régimen deplorable les explotará en la cara, y entonces será muy tarde para reivindicarse. Unos por defender y otros por acatar en silencio sin condenar lo condenable, ninguno tendrá autoridad moral para mirar a los ojos a los futuros líderes de la democracia venezolana que, les guste o no, habrá de imponerse en los próximos tiempos.