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Opinión en Asamblea

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Hacia un país posible

Sobre el autor

Alfredo Asti tiene 70 años, 2 hijos y 3 nietos. Es Contador Público jubilado y desde 2005 Diputado Nacional por Asamblea Uruguay-Frente Amplio. Integra las Comisiones de Hacienda; Transparencia, Lavado de Activos y Crimen Organizado; Municipales y Descentralización; Investigadora de Financiamiento de Campañas Políticas, integrada de Presupuesto y Hacienda, etc. Es vicepresidente del Parlatino por Uruguay. Desde julio de 2000 hasta febrero de 2005 fue Director General del Departamento de Recursos Financieros de la Intendencia de Montevideo. Frenteamplista independiente desde 1971, miembro de la Dirección del Movimiento de Frenteamplistas No Sectorizados (1985-1994), Co-fundador de Asamblea Uruguay en 1994.

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Hacia una necesaria Consolidación Fiscal

26.May.2016

Estos últimos días la propuesta presentada por el Gobierno para una Consolidación fiscal ha estado en el tapete.

Desde la oposición se han manejado infinidad de agravios y acusaciones que poco aportan al análisis de los cambios propuestos y que no hacen más que desinformar y desenfocar a la ciudadanía sobre el tema en cuestión.

Esto se dio a partir de una filtración parcial, incompleta y errónea en la edición del pasado sábado del diario El País, lo que provocó que la discusión se centrara en el IRPF, impidiendo un debate sobre todo el contenido de la propuesta global sobre ingresos y gasto público presentada el pasado lunes en la conferencia de prensa y mucho menos sobre la necesidad y oportunidad de estas medidas para asegurar los logros obtenidos en la década anterior. Nos referimos al nivel de inversiones y empleo; evitar mayores costos sociales como el aumento de la pobreza y posibilitar un nivel continuo y al alza de crecimiento con equidad social y territorial.

En la propuesta de modificaciones presupuestales presentado no se recortan planes sociales ni objetivos centrales del programa de Gobierno, por tal motivo es una consolidación fiscal y no un ajuste fiscal. Es hora de hablar sobre la propuesta global que implica un conjunto de medidas a poner en práctica y que no ha sido posible analizar en tanto la discusión mediática está pasando por otro lado.

Esta serie de medidas surge de reconocer un notorio y abrupto cambio del escenario mundial no previsto ni en 2014 ni a mediados de 2015, ni por los Organismos Internacionales ni por analistas privados locales y extranjeros, y por supuesto que tampoco previsto en nuestras proyecciones presupuestales.

Veamos solo algunos ejemplos de estos cambios: empecemos mirando como en Brasil en Octubre 2014 Dilma Rousseff era reelecta por más del 50% de los votos y un año después estaba con el menor nivel de aprobación, hoy apartada del cargo, lo que realimenta la crisis económica y política, y viceversa con una caída del PIB del 4%, un déficit fiscal del 10% y alta inflación. Otro ejemplo es China quien sigue creciendo menos, pero que ha sufrido una importante crisis bursátil en el seno de su sistema. Nadie pudo prever ninguna de estas situaciones. El crecimiento mundial fue sucesivamente ajustado a la baja según predicciones internacionales, el comercio mundial disminuyó y más aún los precios de los commodities, aumentando la incertidumbre y la volatilidad financiera y revirtiendo flujos de fondos hacia los países emergentes. Este panorama adverso no se da sólo para Uruguay ni para la región, se da en todas las regiones y grupos de países del mundo. En particular, si miramos algunos de nuestros principales clientes veremos cómo caen sus proyecciones y su nivel de actividad y por consiguiente sus importaciones provenientes de nuestro país: Venezuela disminuyó un 50% sus compras, Brasil un 30%, Argentina un 20%, Unión Europea un 13% y China un 12%.

En 2014 el Fondo Monetario Internacional (FMI) preveía un crecimiento del país para 2015 de 2,9%, el Banco Mundial del 3,4% y analistas privados locales del 2,9%. En 2015 a mediados de año cuando se elaboraba el Presupuesto Nacional el FMI preveía para 2015 un 2,8%, el Banco Mundial un 2,6% y CEPAL un 2,6%, mientras que los analistas privados en la Encuesta del BCU estimaban una mediana de 2,9% superior a la cifra que utilizó el Poder Ejecutivo de 2,5%. Esto, junto a las buenas perspectivas que daban las agencias calificadoras de riesgo, demuestra que al realizarse las proyecciones presupuestales no se fue optimista, ni mucho menos se mintió. Se midió una realidad de forma igual o aún más exigente que la de todas las previsiones disponibles. La realidad pudo más que todos estos análisis y junto al resto del mundo Uruguay no fue la excepción y el 2° semestre del año trajo una profundización y aceleración de la caída del nivel de actividad. Debemos recordar que el Presupuesto aprobado en 2015 ya consideraba una desaceleración o enlentecimiento del crecimiento y excepcionalmente tenía un desarrollo de sólo 2 años precisamente porque en él se preveían un escenario de incertidumbre y volatilidad que dificultaban las proyecciones a plazos más largos.

Este escenario explica mayoritariamente la mayor desaceleración en 2015 de nuestro crecimiento respecto del ya previsto (haber seguido creciendo un 1% es aún un dato muy significativo en una región que se desploma por la caída de Venezuela, Brasil y Argentina) y su impacto sobre este año 2016 y los siguientes lo que implicó la necesidad de corregir a la baja nuestras proyecciones de crecimiento y concomitantemente la de ingresos fiscales.

Para que quede claro, el aumento de los desequilibrios de las cuentas fiscales respecto de lo proyectado en el Presupuesto Nacional se da por menores ingresos fiscales al disminuir el nivel de actividad y no por el nivel de Gasto presupuestal aprobado.

Esto lleva a la necesidad de actuar sobre un déficit fiscal ya significativo y que se volvería insostenible de continuar o ampliarse sin un crecimiento adecuado.

Aunque sea obvio, conviene precisar que todo déficit se financia con deuda y toda deuda tiene costos de intereses y de riesgos que agravan la situación. Seguimos creciendo, NO estamos en crisis, pero tenemos que corregir equilibrios macro para evitar caer en ella, tenemos fortalezas (reservas, situación financiera, grado inversor) que nos sirven para esta transición ordenada hacia nuevos períodos de alto crecimiento, pero esa transición exige atacar el déficit fiscal con disminución de gastos públicos no sociales y aumento de ingresos.

La gran rigidez de nuestro gasto público por la alta proporción de gasto endógeno, cabe decir, ya prefijado por legislación anterior o de rango constitucional lleva a que sea insuficiente en una situación de enlentecimiento o bajo crecimiento actuar sólo sobre el gasto sin modificar también los ingresos fiscales para poder cerrar la ecuación.

Con esta serie de medidas se pretende llegar a la reducción de un punto del déficit actual (de 3,5% del PIB, pero tendiendo a subir por disminución de ingresos) llevándolo al final del período a un 2,5%, tal como está previsto en el Presupuesto, pero ahora con una menor proyección de aumento del PIB acumulado en el período el cual se reduce prácticamente a la mitad (7.7%).

Las medidas que se plantean incluyen reducción importante del gasto público discrecional sobre todo en funcionamiento y Rubro 0 (remuneraciones) pero sin afectar el gasto social ni los compromisos sobre el nuevo Sistema de Cuidados, Educación y Seguridad. También se prevé diferir para 2018 algunos incrementos de gastos previstos para 2017.

En términos de ingresos se plantean ajustes al alza moderada en la carga tributaria de las franjas de mayores montos del IRPF e IASS para Rentas del trabajo; alzas y unificación de tasas en IRPF para rentas del Capital; algunos ajustes en la liquidación de IRAE que implican mayor recaudación y la baja de 2 puntos de las tasas del IVA para compras con dinero electrónico.

Como síntesis de éstos cambios podemos decir que su efecto busca profundizar la mayor participación de los impuesto directos (Rentas de personas y empresas) respecto de la de impuestos indirectos (IVA al consumo) planteada como objetivo en la Reforma Tributaria de 2007. También se profundiza el criterio de que se pague más según capacidad contributiva, lo que queda demostrado en que el 80% de la recaudación adicional recaerá sobre el 10% de contribuyentes de mayores ingresos.

La mayoría de los trabajadores y pasivos (70%) no se verán afectados por los incrementos, pero sí disfrutarán de los 2 puntos menos del IVA que lo bajan al 18% o 6%, pagando con tarjetas de débito o dinero electrónico al que en 2017 todos obligatoriamente tendrán acceso.

Los deciles siguientes 8 y 9 tendrán tasas efectivas de aumento del IRPF que también podrán compensar con la rebaja de los 2 puntos de IVA.

Recién el decil 10, es decir el 10% de mayores ingresos, tendrá una tasa efectiva de aumento mayor al 3% y su contribución será, aunque moderada, la más significativa.

Asimismo, se bajan o postergan gastos pero sin afectar las áreas sociales y los compromisos electorales y se sigue apostando a la inversión tanto pública como privada para generar empleo y crecimiento con equidad.

Esto demuestra que no es un ajuste fiscal como se realizaron en TODOS los Gobiernos anteriores a 2005, ya que no generaliza indiscriminadamente la suba de impuestos, sino que combina suba de impuestos directos a ingresos del trabajo (en forma progresiva según capacidad contributiva) como también del capital y baja de impuestos indirectos al consumo. Claramente esto es un aporte a la mejora de la distribución del ingreso.

Por otra parte quienes debemos pagar algo más no podemos olvidar que, un país que evite ingresar en crisis y con crecimiento, potencia nuestras capacidades de desarrollo económico, social, cultural, deportivo, etc.

Por todo esto, todos tenemos que pensar que éste conjunto de medidas es en beneficio de toda la Sociedad y busca recomponer las cuentas fiscales para que podamos seguir disfrutando los logros conseguidos en los últimos años, evitar costos sociales de crisis (como en el pasado) y fortalecer las bases para un proceso continuo de crecimiento pese al adverso escenario regional y mundial actual.
Es una necesidad del país y una responsabilidad del Gobierno el estar preparado para retomar la senda de altos crecimientos cuando se revierta esta situación y tal como ha ocurrido en el pasado reciente seguir creciendo por encima de la región como lo hemos hecho en los últimos 11 años.