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Así lo veo yo

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Columna de Ana Jerozolimski

Sobre el autor

Uruguaya, radicada en Jerusalem desde 1979. Redactora Responsable de "Semanario Hebreo".

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Preocupante fallo declara “inimputable” a asesino de David Fremd en Paysandú

04.Jun.2020

David Fremd, de bendita memoria, asesinado en Paysandú por ser judío

Pasaron ya cuatro años desde aquel 8 de marzo del 2016 en el que ocurrió lo que nunca creíamos podría suceder en Uruguay: un uruguayo asesinó a otro por ser judío. Carlos Peralta, que desde que se convirtió al Islam se hizo llamar Abdullah Omar, odiaba a los judíos , vociferaba gritos por su muerte cuando iba a salas de videojuegos, y en determinado momento decidió traducir todo ello en una acción concreta.
Buscó una víctima, un judío bien conocido, el bueno de David Fremd, un símbolo de la comunidad judía sanducera, conocido y querido tanto en su comunidad como en la sociedad sanducera en general. El asesino atacó a David y lo acuchilló varias veces. No fue un exabrupto incontrolable. Fue un crimen bien planeado. Sabía a quién estaba apuñalando, sabía a quién quería quitar la vida. Quería matarlo. Conciencia y voluntad. Eso sintetiza este homicidio.
Pero Carlos Peralta según informó el semanario "Búsqueda" este jueves, fue declarado "inimputable" por un Tribunal de Apelaciones, lo cual significa que no podrá ir a prisión. Claro que internado en una instalación para enfermos psiquiátricos no andará de picnic. Lo imaginamos. Pero el problema está en el mensaje.
Según la información, la razón de la inimputabilidad declarada es que tiene trastornos psiquiátricos que le impiden discernir "el carácter ilícito" del crimen que cometió. Esto significa que el asesino recibirá "medidas de seguridad curativas" y no podrá ser condenado a una pena de cárcel.
No soy jurista, psiquiatra o psicóloga. No tengo elementos para discutir profesionalmente la decisión del tribunal, pero sí sé claramente que Peralta sabía lo que hacía. Era lo que había decidido. No alucinaba. El que haya estado y siga estando quizás, obsesionado con los judíos, no quita que supiera claramente que lo que iba a hacer, lo que hizo, era una acción prohibida.

Creo que cabe preguntarse qué significa ser consciente del carácter ilícito de sus actos. El tema, por supuesto, no es pensar si el asesino conoce el Código Penal o si sabe que asesinar está prohibido por ley. El tema pasa por el hecho que cometió un asesinato premeditado, eligió a su víctima por ser judío, dijo haberse puesto al servicio de Alá y salió a acuchillar. Supo planificar el asesinato, trató de escapar después de acuchillar a David, de bendita memoria, consciente evidentemente de que de lo contrario, sería apresado.
"A mi papá no lo mató un loco suelto", escribió Guille Fremd poco después del asesinato de su padre. Será loco, sí, y tendrá trastornos psiquiátricos, pero nos cuesta entender que por eso no se lo pueda ver como responsable de sus actos. Claro está que tenía una obsesión y delirios que veían en los judíos la base de sus problemas, reales o inventados ¿pero acaso eso justifica que no pueda responder por su crimen?
Con todo respeto a los jueces, y reiterando por cierto que no soy psiquiatra, siento que con esa lógica, ningún terrorista pagaría por los múltiples asesinatos que comete.
El tema no es simplemente ver al asesino de David cumpliendo un castigo. Eso, al bueno de David, de todos modos ya no lo devolverá a la vida. Esto pasa también por el riesgo del mensaje que una decisión así puede transmitir a otros criminales obsesionados, llenos de odio sea por antisemitismo, racismo o algún tipo de xenofobia, que pueden estar al acecho en alguna esquina del mundo. También en Uruguay.
Imaginamos a Abdullah Omar riendo al enterarse de la decisión de los jueces. Es que él, sin duda, tenía bien claro que buscó un judío para asesinarlo. Sabía lo que hacía y por qué. No fue un exabrupto incontrolable sino una acción bien pensada. Y me pregunto si acaso la consideración que estar en la cárcel será "altamente contraproducente para el control y tratamiento del paciente", es lo central. Realmente, Carlos Peralta alias Abdullah Omar, no debería ser la preocupación principal. Si eso realmente conduciría a "nuevos episodios de reagudización de sus ideas delirantes con el consiguiente aumento de su estado de peligrosidad"-como dice el fallo-para eso están las autoridades, para garantizar que nunca más pueda amenazar a nadie. Ni él, ni otros que piensen igual.