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Secretario General de Concertación Republicana Nacional, Senador de la República y Pre-Candidato a la Presidencia por el Partido Nacional. Secretario General de Concertación Republicana Nacional, Senador de la República y Pre-Candidato a la Presidencia por el Partido Nacional.

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Intervención del Senador Saravia en la interpelación realizada al Ministro Ehrlich

23.Ago.2012

La siguiente es la versión taquigráfica de la intervención del Senador Saravia en la Interpelación realizada al Ministro de Educación el día miércoles 22 del presente mes.

SEÑOR SARAVIA.-
    Después de una larga jornada, queremos felicitar al señor senador Larrañaga por la convocatoria y por traer a este ámbito elementos sustanciales que preocupan a la sociedad en su conjunto. Cada día constatamos, no solo en los planteos que se han hecho en la interpelación sino en nuestro trajinar permanente y en el contacto tanto con los jóvenes como con los educadores,  que la Educación está en una situación crítica. Eso también lo reconoce el señor Ministro en su larga exposición, que tampoco respondió a los requerimientos que se han hecho sobre el tema del Acuerdo, al cual nos vamos a referir al final de nuestra intervención, como así también a la Ley de Educación. En el mundo del conocimiento, cuando la mayoría de los países centrales tienen más del 60% o 70% de sus jóvenes estudiando en la Universidad, constatamos que nuestra Educación está muy mal. El hecho de que estemos en un nivel medio en Latinoamérica no nos conforma, porque siempre fuimos los primeros; no hay que conformarse. No hay que compararse para abajo, sino para arriba. Estamos creando esclavos de los que desarrollan sus conocimientos. Esta es la realidad.
    La calidad de la Educación uruguaya y su conducción –no de ahora, sino de hace muchas décadas– vienen en una caída permanente. Las cifras pueden mostrar un mayor o menor número de Escuelas de Tiempo Completo o dar como un hecho positivo la cantidad de liceos que se construyen, pero ¿cuál es el problema de fondo de nuestra Educación en las últimas décadas, sobre todo, desde la Reforma de 1972 a la fecha? La caída vertiginosa de la calidad de la Educación, el nivel a que ha caído la formación de los educadores. ¿Quién va a estudiar ahora Magisterio? Antes, el nivel de formación era de alta calidad, y el que hoy se forma de maestro es quien no puede lograr otro tipo de educación; en el interior del país, lo hacen las muchachas. ¿Quién se va a formar por un sueldo de $12.000 por mes?
    Entonces, cada día estamos bajando la calidad de la Educación, y esto lo constatamos no sólo por el planteo del miembro interpelante, sino también por lo que ha dicho el Ministro. De la exposición del señor Ministro, surge claramente que siente que la Educación no está bien; que se logran algunas cosas pero no lo que se debería, que es aumentar la calidad de la Educación. Las cifras que han dado los señores Senadores preopinantes muestran claramente que el problema está ahí.
    Ahora bien, ¿dónde está el tema de fondo? ¿Cuál es el problema de la Educación en el Uruguay? Esa es la pregunta que debemos hacernos. ¿Dónde está el cuello de botella que mencionaba hace unos días la señora senadora Topolansky? ¿Dónde comienza? ¿Por qué se genera un cuello de botella? ¿Por qué existe este problema que, con distintas visiones, constatamos todos? Las cifras y los discursos muestran que estamos ante una situación crítica y grave de la Educación, y que día a día estamos generando esclavos de los que desarrollan el conocimiento.  Cada  día son más los esclavos que generamos porque, justamente, son los jóvenes de menores recursos, a pesar de que en el período pasado invertimos cifras históricas en el Presupuesto para la Educación.  En realidad, yo soy partidario de destinar más dinero a la Educación, pero hay que invertirlo bien, dándose cuenta de dónde está el problema.
    A continuación voy a hacer un planteo, para luego analizar el problema de fondo de la Educación, revisar la ley educativa, mirar el proceso histórico de tres reformas y llegar luego al documento del Acuerdo. Creo que es bueno pensar y discutir sobre esto. Es una lástima que el señor Ministro no esté presente y no escuche lo que estoy diciendo, porque sería bueno que después me contestara las preguntas que le voy a hacer, ya que eso hace a su pensamiento de izquierda. Quiero saber si el hombre es de izquierda o no, pero no está en Sala. De todas maneras, también voy a inquirir al Partido de Gobierno, para ver cómo piensa en esto. Creo que acá hay un tema de fondo que nadie discute; quiero plantearlo para ver qué opinan, para ver si coincidimos o en qué lado de la vereda estamos, sobre todo en el aspecto filosófico de la Educación. Voy a empezar con este tema, para luego desglosar algunos planteos que tienen que ver con estos mamotretos que se han discutido todo este tiempo y que, en definitiva, han llevado a fracaso tras fracaso: las tres reformas, más el Acuerdo Educativo.
    ¿Por qué se fracasa si hay voluntad de todos los Partidos? ¿Dónde está el problema de fondo? El señor Ministro no está en Sala, pero están algunos de los Directores, que podrán contestar. Además, algunos de ellos son maestros.
    Quiero hacer alguna referencia, porque esto hace a la ética de la responsabilidad política, que es a lo que quiero llegar al final de las preguntas que le voy a plantear al señor Ministro. Es bueno discutir filosóficamente estos temas porque, en definitiva, la postura filosófica de cada uno muestra cómo pensamos o definimos la Educación y para dónde vamos; nos va a decir qué es lo que vamos a hacer con la Educación, o si vamos a seguir haciendo lo mismo que ahora, que es equivocado, ya que los últimos cuarenta años han demostrado que el nivel y la calidad de la Educación han sido un desastre y que vamos por mal camino.
    Hay algo que está muy claro, y es una máxima: la  política sin filosofía no es política, es puro discurso, pura paparruchada. La política tiene que tener contenido filosófico; si no, no es política. Y la educación sin pedagogía no es educación; desde el momento en que la educación pierde la pedagogía, termina politizada, y la politización de su conducción es nefasta. Ese es uno de los temas que hay que poner sobre la mesa. Hoy alguien mencionó acá, en Sala, este librito que tengo en mis manos; yo lo voy a usar para la interpelación. Me voy a valer de él y el que lo escribió se va a valer de mí para interpelar. Voy a leer algunas citas, que transcribí, porque el libro que tengo aquí está amarillo y muy viejo. Allí dice: “Observando cómo se organizan y se sostienen actualmente las escuelas públicas, es fácil comprender por qué el pueblo las mira con indiferencia y poco se preocupa de su estado. En primer lugar, la escuela  pública, en sus condiciones actuales, sólo sirve a las clases pobres de la sociedad; su programa, sus condiciones y sus medios son demasiado estrechos para que puedan satisfacer las aspiraciones naturales de las clases pudientes: estas educan sus hijos en la escuela privada, pagando caro para recibir una educación muy deficiente, aunque superior a la de las escuelas públicas. Así se establece un antagonismo y un divorcio muy perjudicial entre la escuela privada y la pública”. Luego, continúa diciendo: “Por otra parte, las clases pudientes, que son, en general, las más ilustradas y las que mayores esfuerzos podrían realizar a favor de la educación, ¿para qué se esforzarían en mejorar las condiciones de la escuela pública si a ella no concurren ni concurrirán sus hijos? Más adelante, continúa diciendo: “Por otra  parte, las clases pobres que envían a sus hijos a la escuela pública, ¿por qué se esforzarían tan poco en mejorar sus condiciones? Cuando el hombre pobre aprecia lo bastante los beneficios de la educación para hacer sacrificios a favor de lo que deben recibir sus hijos, en vez de esforzarse para que se mejore la escuela pública, los manda a la escuela privada y paga el pupilaje, siguiendo así el ejemplo que le dan por su posición y su fortuna los que se encuentran en las alturas sociales. Hasta las mismas autoridades encargadas de ella llegan a la influencia de ese desdén con que se mira la escuela pública”. No voy a pasar la lista de autoridades que hoy dirigen la Educación y que mandan a sus hijos a colegios privados; la dejamos para después, pero no hay una creencia en la Educación Pública, sobre todo, en muchos de los que conducen la Educación.
    Luego dice: “¿Quién ignora que es, entre nosotros, materia de todos los días el andar escatimando la instrucción, y sobre todo la buena instrucción, a los niños, para ahorrar algunos centésimos o algunos pesos?” “¿Qué importa si así se ahorran algunos maestros y algunos pesos al fin del año? En sus condiciones actuales está muerta, pues, la escuela pública: que es hoy la escuela de los pobres, y no tendrá vida mientras no sea la escuela común, la escuela de todos”.
    Esto fue escrito en la década de 1870, pero me pregunto: ¿hoy vivimos esta realidad en la Educación nacional? Creo que sí; esto se repite. Hoy la Educación Pública, en vez de ser la escuela de todos, reproduce las diferencias sociales que tenemos: quien puede, manda a sus hijos a colegio privado. Quienes pagan el esclavismo del futuro son los de menores ingresos; el que puede escapar de la escuela pública, lo hace, sobre todo de los liceos, que son los que tienen la mayor carencia a nivel educativo, porque en los últimos años los programas no son buenos, son de mala calidad, tienen direcciones contradictorias con lo que fue la historia de la Educación en este país. Esto es así porque el problema grave está en lo que queremos plantear.  Algunos coincidirán y otros no, pero es nuestro planteo político en este tema.
    Ahora vamos a retomar el tema de fondo y a señalar hacia dónde queremos ir, para luego tratar los mamotretos que tenemos sobre la mesa. Vamos a referirnos nuevamente a don José Pedro Varela y a citar sus palabras, ya que lo han mencionado en Sala. En el capítulo XIV “De la Independencia de la Administración Escolar”, el autor señala que  “Consideraciones generales igualmente aplicables a todas las naciones democráticamente constituidas y consideraciones especiales derivadas del estado actual de nuestro país son las que aconsejan hacer independiente la administración de la educación pública”. Esta es una cita muy importante; más adelante veremos algunos aspectos vinculados a ella. Personalmente, creo que hay que revisar la historia de la Educación en el Uruguay para comprender el porqué de lo que nos está pasando. Además, hay que revisar las reformas educativas y su pensamiento filosófico. Lógicamente, Varela planteaba la independencia, por la politización y el problema que creaba la conducción política de aquel momento en la Educación.   
    El citado libro de don José Pedro Varela aporta un segundo elemento cuando dice: “Entre aquella figura, en primer término, la evidente conveniencia que hay en aplicar, en cuanto sea posible, a todos los ramos de la administración pública el fecundo principio económico de la división del trabajo”.
    Por lo tanto, Varela plantea dos elementos. Uno de ellos es la independencia de la administración de la educación y, el otro, la división del trabajo, elemento que hoy está presente aquí y tiene que ver con lo que le pasa a la Educación. Si analizamos este tema, constatamos que la independencia y la autonomía de la Educación hoy no es tal. La Educación está politizada; tiene una conducción política y no es independiente técnica ni pedagógicamente. El segundo elemento que plantea es la división del trabajo. ¿Qué es la división del trabajo? Volviendo al primer elemento, la independencia administrativa de la Educación puede verse afectada por la política en forma directa. Estos fundamentos son elementos centrales para afirmar y defender la independencia y la autonomía de la Educación.
    Ahora quiero hablar sobre Aparicio Saravia. ¿Por qué no? Otros se han referido a Batlle; yo voy a mencionar a Varela y a Aparicio Saravia.  
    Muchos han hablado de la revolución, de los temas del 97, de las libertades públicas, pero en una carta que Aparicio Saravia le manda a Chiquito, su hermano, meses antes de la revolución, le plantea lo que había que enfrentar. Allí expresa: “Querido hermano: Lo que enfrentamos es mucho más grande que lo que tú piensas, lo que enfrentamos es una hegemonía política que gobierna al país hace más de treinta años”. No habla de los Partidos sino de una hegemonía política. Luego fundamenta por qué hay que defender las autonomías y responder a la Constitución del 30, que es la que consagra la hegemonía política en el gobierno. Habla de la defensa de las autonomías y ataca al colectivismo. Más adelante, en plena revolución, expresa: “aunque no haya escuelas pondremos de pizarra el horizonte”. Esto no solo lo menciona, sino que lo hace; en definitiva, la familia Saravia, a fines del siglo XIX y principios del XX construye muchas escuelas, no solo para los niños y jóvenes de ese tiempo, sino para que todos los ciudadanos analfabetos, pobres o ricos, niños y no tan niños, pudieran educarse.
    Este elemento demuestra claramente que nosotros apoyamos la despolitización, la autonomía y la independencia de la Educación. Este es un tema filosófico y de contenido republicano. Además, la división del trabajo ya la planteaba Berro en su momento, cuando decía, con un contenido netamente republicano, que los partidos políticos son la herramienta para llegar al poder y al gobierno, pero después deben gobernar los mejores. Cuando decía “los mejores”, no se refería a los amigos políticos o a los que tienen la condición ideológica del partido de gobierno.
    Esto es lo que le pasa a la Educación de hoy. ¿No será que estos dos elementos que planteó José Pedro Varela y ahora planteamos nosotros, la independencia de la educación y la división del trabajo,  conjuntamente, son el cuello de botella que hoy no nos permite crecer en los niveles educativos?  Me pueden decir que hago referencia al siglo XIX y a principios del XX, pero parece que Varela estuviera presente hoy, por la cita que hice anteriormente.
    En cuanto a la división del trabajo, quiero mencionar otro aspecto. Aquí ya se hizo referencia al caso concreto del licenciado Corbo en la Universidad privada y el Codicén. No; una cosa o la otra.
    Creo que hoy vale la pena hacer el planteo desde el punto de vista del pensamiento de José Pedro Varela. Él decía: “Por el contrario, con el sistema de completa independencia de la administración de la educación común, se abre una carrera a los hombres que se dediquen preferentemente al estudio de sus importantes cuestiones. Dada esa organización, es de suponer que sean los hombres especiales en la materia los que en la administración pública se empleen. Y una vez ocupados en ella, como nada habrá en el desempeño de sus funciones que los distraiga de prestar constante atención a las variables y a los interesantes problemas que con ella se relacionan, irán haciéndose más y más aptos para el desempeño de esa misma función educacionista”. Acá hay un elemento que debemos plantear: desde la reforma del 72 a nuestro tiempo, no existe más la carrera. Mi abuela paterna fue Maestra, Inspectora de escuela y Directora; mi abuela materna, por la carrera educativa llegó a ser miembro del Consejo de Educación. En esa época se pensaba en la carrera. Hoy se me puede decir que hay maestros en el Ministerio y en el Consejo, pero están afiliados políticamente a un Partido. Hoy la Educación tiene una conducción ideológica partidaria; de cualquiera de los Partidos, porque esto viene de la reforma del 72.
    Creo que aquí encontramos el tema de fondo a discutir: el no aceptar la conducción ideológica de la Educación. Se me puede decir que hay maestros, pero a estos se les cortó la carrera. Los mejores deben estar en los cargos y hay que tener en cuenta la división del trabajo, sin importar el Partido al que pertenezcan. Llegarán a conducir la Educación los mejores y no los del Partido que gana las elecciones.
    Considero que en la conducción de la Educación no pueden estar incidiendo   –como lo hacen hoy y lo hicieron en otros tiempos– las cuestiones partidarias.
    Fundamentando esto, José Pedro Varela decía: “Es ley invariable que en todas las esferas y en todas las materias, el ejercicio continuado nos hace más capaces de realizar cada vez más el mismo trabajo”. Más adelante señalaba: “Es así como el sistema de educación común sirve para poner a las escuelas al alcance de los niños, haciendo que todos concurran a ellas y, a la vez, para interesar e ilustrar al pueblo con respecto a todas las cuestiones que a la educación se refieren. Es esto lo que da valor y robustez al sistema: no solo las generaciones nacientes se educan, sino que las  generaciones actuales, que tienen en sus manos el gobierno y la dirección de la sociedad, se instruyen en las cuestiones educacionistas, elevándose cada vez más el nivel a que esas cuestiones alcanzan el espíritu general de la sociedad. Pero a esas consideraciones generales que aconsejan hacer independiente la administración de la educación de todos los otros ramos de la administración pública, vienen a unirse, entre nosotros, robusteciéndolas, otras consideraciones que reciben sus fuerzas del estado en que se encuentra nuestro país”.
    Seguramente al final de mi exposición volveré a citar a Varela, pero ahora quiero continuar con otro elemento que hace al tema en cuestión; luego haré el análisis de los documentos y formularé algunas preguntas al señor Ministro. La idea es situarnos claramente para saber qué piensa y, en definitiva, de qué lado de la vereda está parado en cuestiones de política y filosofía.
    El elemento que voy a mencionar ahora es fundamental en la educación y complementa a la independencia administrativa. En 1912 se crearon los liceos dependientes de la Universidad de la República. Fue la época de los grandes pedagogos políticos; es importante señalar que eran políticos y pedagogos. Por ejemplo, Varela fundó un Partido, pero ponía por delante la pedagogía en las cuestiones educativas. Esto duró, por lo menos, hasta la década del treinta y ahí surgió un pensamiento que incidió mucho en algunas de las reformas de estos días. Algunos de los más destacados pedagogos de esa época fueron: Antonio Grompone, José Pedro Massera, Santín Carlos Rossi, Carlos Vaz Ferreira y Alfredo Vázquez Acevedo. Quiero hacer una pregunta de actualidad: ¿Qué aportaron al Uruguay y a la educación estos grandes hombres de la pedagogía y la política? Establecieron una relación entre la política y el pensamiento. Hoy, en realidad, solo encontramos la política en la educación, pero en aquel tiempo el pensamiento iba en dirección de la pedagogía y la filosofía podía conectar ese pensamiento político con la pedagogía. Así como Varela hizo su aporte a la autonomía de la educación, Vaz Ferreira hizo lo propio con la autonomía pedagógica. Esto constituye –y lo quiero remarcar– la tradición de la educación en el Uruguay, por lo menos, hasta 1930; y luego, desde 1942 hasta 1972. Más adelante voy a volver sobre este punto porque es bueno hacer un “refresca memoria” de historia para poner arriba de la mesa cómo piensa cada uno o quiénes dicen una cosa y hacen otra. Aquí se mencionó al Maestro Julio Castro, ¡vamos a ver si los que están en el Gobierno piensan como él!
    En la década del treinta tuvo lugar la dictadura de Terra, en la que se plantearon principios influidos fuertemente por la Europa fascista. Hubo una conducción ideológica de la educación que se basaba principalmente en dos conceptos: jerarquía y autoridad. Es muy claro que la intervención de la Universidad de la República de aquel tiempo se basó en esos dos conceptos fascistas. La Comisión del Claustro de  la Universidad que se constituyó en ese tiempo planteó ese tema y señaló “basta el carácter del instituto político creado por el Poder Ejecutivo, para que tenga carácter político todo lo que cree”. Este tema adquiere vigencia ahora que para los acuerdos de la educación se están creando algunas Comisiones políticas. Al respecto, el Claustro señaló un elemento fundamental: “Nosotros deseamos tener un organismo técnico ajeno a las agitaciones y crisis políticas, de estabilidad regular y emanado de las mismas instituciones docentes”.  Lógicamente, Terra reaccionó y el 11 de diciembre de 1935 se aprobó la Ley n.º 9.533. No pudo intervenir la Universidad y dio autonomía a Secundaria, que quedó bajo la conducción política de un Director designado por el Gobierno. Debemos decir que había algunos aportes técnicos, ya que tres educadores tuvieron participación allí. ¿Qué opinó Vaz Ferreira a este respecto en aquel tiempo? Señaló: “Esta actitud nos lleva mucho más atrás aun y es, desde el punto de vista de la tendencia, completamente regresiva”. Hay una famosa frase de Vaz Ferreira que marca esta cuestión y se puede aplicar a otros temas: “Cuidado de no cesarizarte como el gobierno”.  No es necesario explicar que estaban en dictadura y por eso hizo la asociación con el poder del César que se fue acumulando. Es bueno hacer estas apreciaciones para llegar a la conclusión de hacia dónde queremos ir.
    Pasó ese tiempo, se realizaron las reformas de 1942, 1954 y 1966 que respetaron los organismos autónomos y lo mismo hicieron los distintos Gobiernos. Hay que reconocer, por ejemplo, que el Presidente Baldomir, que también fue un dictador, creó la UTU como organismo autónomo del Gobierno.
SEÑOR SARAVIA.- Llegamos luego a los tiempos de Pacheco Areco. El 13 de junio de 1971 creó una Comisión coordinadora de la enseñanza con la estrategia de quitarle autonomía e imponerle un control político. Hoy también se está creando una y por eso a veces nos preocupa a dónde nos van a llevar los caminos.
    Antes de pasar a las leyes de la educación quiero leer un pasaje más de Varela que dice: “En el desenvolvimiento de nuestra vida política, las doctrinas y los partidos descienden demasiado a menudo a luchar al campo de las guerras civiles para que no deba extrañarse que, si no las ideas, las pasiones políticas se mezclan en todos los ramos de la administración pública en dosis que están lejos de favorecer la buena marcha de esa misma administración. De aquí resulta que si no en el espíritu de los directores políticos, en la masa de nuestra población y nuestros partidos sea principio aceptado, como incontestable verdad, el que proclamó, aunque tal vez no lo practicara, el general Don Bartolomé Mitre, cuando decía más o menos estas palabras: ‘Cada Presidente de la República debe gobernar con su partido’, y aun en gran parte también, aceptase como verdad y como regla la frase del General Lorenzo Batlle al subir al Gobierno: ‘Gobernaré con mi partido y para mi partido’”.
SEÑOR SARAVIA.-  Permítame redondear mi pensamiento.
    En otro pasaje, Varela dice: “Basta para nuestro objeto observar que, establecida esa base, la administración pública solo contará con el concurso del partido que esté en el poder, mientras que el o los otros partidos que se hallan fuera de él, le serán reconocidas y naturalmente hostiles”.
    Los documentos de Varela, que refieren a la autonomía de la educación, y los de Vaz Ferreira, relativos a la independencia pedagógica, hacen a la vida del país y marcan claramente el camino de lo que nosotros entendemos que sucedió con la educación, por lo menos desde la reforma de 1972 hasta el presente, que es cuando la calidad de la educación cayó vertiginosamente.
    A pesar de reformas tras reformas y de acuerdos tras acuerdos, seguimos empantanados en el tema central: la calidad de la educación sigue bajando en el Uruguay y comprometiendo a las futuras generaciones.
SEÑOR SARAVIA.- Disculpe, señor Senador, pero se la voy a conceder después porque quiero desarrollar el tema y llegar al Acuerdo ya que, si no lo hago de esa forma, no me va a dar el tiempo.
    Creo que acá hay un tema central. En este archivo del Senado –prodigioso Senado– se encuentran los fundamentos que llevaron a la Reforma de 1972, que tiene que ver con un principio que se mantiene permanentemente. Al revisar la Reforma de 1985 –hecha durante el Gobierno de Sanguinetti–, advertimos que se mantiene un principio emanado de esos documentos, que en aquel momento justificaban la creación del organismo político Consejo Nacional de Educación mediante la Ley n.º 14.101, promulgada el 4 de enero de 1973.  
    Hay elementos que queremos leer muy brevemente porque allí había un fundamento muy claro.
    Durante el Gobierno de Juan María Bordaberry, cuando el doctor Julio María Sanguinetti era Ministro de Educación y Cultura, se planteaba fundamentar la creación del organismo político de control de la educación. Es lo que queremos  plantear aquí: si estamos de acuerdo con que haya un organismo político de control de la educación o no; si queremos que el asunto camine o no; si estamos por el lado de determinados conceptos filosóficos de conducción ideológica de la educación o no; si estamos de un lado de la vereda o del otro; si estamos de acuerdo o no con lo que planteaba el maestro Castro en su lucha. Este mamotreto que tenemos en nuestro poder es realmente una pieza brillante  fundamental.
    Al fundamentar la creación de un organismo de conducción política de la educación, como fue el Conae en su momento, el señor Ministro decía: “El principio de la autonomía de los entes ha desembocado en los hechos en una ausencia muy grave de coordinación, que impide el cumplimiento de la unidad armónica del sistema educativo”. En otra parte, agrega: “y esta carencia ha dado lugar a una serie de carencias graves en la medida que la autonomía de los entes ha sido utilizada para una politización que busca debilitar las mismas bases de nuestro sistema de gobierno”. Ese es uno de los fundamentos.
    Más adelante, a través de los artículos 7 y 8 del Capítulo II de la Ley n. 14.101 –que no voy a analizar en este momento–, se crea el órgano de conducción política de la Educación y se subordina la organización de la autonomía educativa al organismo político –es muy claro ahí–; y en el artículo 16 del Capítulo V, donde se fijan las competencias, se limita toda posibilidad de independencia de los organismos y de autonomía pedagógica. Es lo que planteaban Varela y Vaz Ferreira y es lo que se mantiene en la Reforma de 1985.  
    Actualmente, el organismo político le está haciendo daño a la educación porque hay una conducción ideológica proveniente no solo de la conducción del poder político, sino también de la que se genera en el propio organismo. Ahora ya no hay más autonomía, porque los órganos son desconcentrados. Esa es una duda que me surge desde el punto de vista constitucional, ya que la Constitución habla de organismos autónomos.
    Al final hay un argumento que está en la base de la reforma y que se sustenta hasta el día de hoy. El joven Ministro de Educación y Cultura de la época decía: “El sistema reconoce los criterios adoptados en otros países” –se estaba refiriendo a Argentina, ya que se fundamentaba en ese país, en Perú y en Brasil– “tanto en Europa como en América e importa ontológicamente el restablecimiento de los principios de jerarquía y autoridad”. Estos principios se mantienen en la Ley de Emergencia para la Enseñanza, de 28 de marzo de 1985, porque se modifica la ANEP; se trata de mejorar, pero en realidad no necesariamente se logra. La última ley también los consagra. Eso es lo que yo quiero saber, es decir, si el Ministro –que es un hombre de izquierda– está de acuerdo con los conceptos de jerarquía y de autoridad o con los de independencia y autonomía pedagógica de los organismos.
    ¿Por qué no funciona la última reforma educativa llevada a cabo? ¿Por qué, además de ser un elemento complejo, con poca simplicidad, con muchas aspiraciones, pero que en definitiva no concreta nada, va a fracasar? La reforma educativa del Gobierno de Tabaré Vázquez ha fracasado, y lo propio está sucediendo con estos Acuerdos, porque el tema de fondo es si se da a la educación autonomía e independencia pedagógica o si se la sigue conduciendo por la vía de la ideología; si estamos en posición de reconocer que el concepto de jerarquía y autoridad se mantiene en las tres Reformas y no el de independencia y de autonomía pedagógica de Varela y de Vaz Ferreira. Creo que eso es lo que hace fracasar el documento de Acuerdo.
    Aquí tenemos el documento del Acuerdo firmado por el Frente Amplio, el Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido Independiente, sobre el que tengo algunas críticas que hacer, con las disculpas del caso para quienes lo firmaron o estaban en el momento en que fue signado.
    En primer lugar, creo que no se puede hacer un acuerdo sobre generalidades. Comparto el análisis del documento, pero reitero que contiene, si me permiten el término, una torta de generalidades. Creo que ese uno de los elementos que impiden su cumplimiento. Además, se confunden metas, objetivos y finalidades. No se identifica claramente cómo ni con qué se va a llevar adelante, así como tampoco los beneficios que se logran llevando a cabo la propuesta. El señor Ministro ha mencionado algunos en su exposición.
    La confusión de las metas, finalidades y objetivos planteados frenan la posibilidad de ese Acuerdo. Eso es lo que estamos criticando.
    Queremos saber si el señor Ministro está de acuerdo con la conducción ideológica y política de la educación, si está dispuesto a discutir a fondo este tema y a cortar la cabeza a la serpiente. Porque para matar el mal hay que decapitar la serpiente; si no, no habrían pasado treinta o cuarenta años con reformas tras reformas. Lo de Rama fue un intento y lo de ahora también lo es, sin embargo siguen las dificultades y el nivel de la educación continúa descendiendo.
    Se habla de los liceos que se construyen. En la Unidad Casavalle hay un liceo nuevo, pero no hay profesores para dictar clases y los vidrios están rotos. ¿Qué es lo que pasa? ¿Cuál es el problema?
    Se habló de una Comisión evaluadora. Qué se va a evaluar si no hemos hecho lo primero que hay que hacer: un Acuerdo Educativo. En un Acuerdo Educativo lo primero que debe plantearse es la formación de los docentes, darles nivel académico y pedagógico para después tener los parámetros con los cuales evaluar. ¿Qué vamos a evaluar si no tenemos formación docente? Los niveles de formación son bajísimos.
    El Plan ProMejora que se está planteando, que el señor Senador Larrañaga está reclamando y que el señor Ministro menciona, está en la Ley General de Educación. No es necesario decirlo acá; lo importante es cumplir la ley.
    Discrepo con el tema de la Universidad Tecnológica porque, en definitiva, si no rompemos con los organismos políticos, vamos a terminar creando otro con cargos políticos para conducirla. Entiendo que hay que dar autonomía presupuestal, técnica y pedagógica y nivel terciario al CETP, ex–UTU. Esa es la verdadera Universidad Tecnológica del Uruguay: la UTU que fue en otro tiempo, con el modelo 41 y el Plan 63. Hoy la UTU está realizando una gran cantidad de planes en distintas universidades con nivel educativo terciario. A esa es a la que hay que dar autonomía total; a esa hay que darle presupuesto, y dejar que tenga un cogobierno propio. Esa es, repito, la verdadera Universidad Tecnológica del Uruguay.
    Para finalizar –porque se me está terminando el tiempo–, ya que se habló de  Julio Castro y de tantos temas, profundizando en el tema filosófico que queríamos discutir, quisiera plantear las siguientes preguntas. Concretamente, me gustaría saber si el señor Ministro, como hombre de izquierda, y el partido de Gobierno, como partido de izquierda, están dispuestos a cortar la cabeza a la serpiente y a cambiar el destino de la educación del Uruguay. Queremos saber si el señor Ministro está en esa posición; y si se afilia a la filosofía del principio de jerarquía y de autoridad o a la independencia administrativa y autonomía pedagógicas.
    Muchas gracias.