Los recursos naturales se dividen: (1) renovables, aquellos que utilizados con cuidados eficientes y adecuados pueden mantenerse e incluso incrementarse (plantas y animales) (2) no renovables pueden durar siglos con un uso adecuado, la sobreexplotación puede agotarlos en poco tiempo, como petróleo, gas, agua, carbón y minerales. Existe una conexión vital entre ambos, vegetales y animales, necesitan agua y minerales. El suelo recurso estratégico, debe cuidarse de la contaminación de agroquímicos y monocultivos que empobrecen la tierra.
El agua utilizada en forma irresponsable lleva a la desaparición de ríos, arroyos, lagos y aún más como en Asia el Mar Aral entre la República de Kazajstán y Uzbekistán, se está secando pues los dos ríos que lo alimentan fueron desviados para regar cultivos de algodón. En América, Brasil preocupado ha tomado medidas respecto a la extranjerizació0n de la tierra y declaró la Amazonia patrimonio de la nación. Bolivia está tomando medidas y México ha nacionalizado la tierra.
(3) Inagotables: energía eólica, solar y mareo motriz. La guerra por estos recursos estratégicos está planteada adquiriendo distintas formas: invasiones a Irak por el petróleo, a Afganistán por el litio, o ayuda a la caída de gobiernos como en Libia. En forma pacífica: Estados que compran grandes extensiones de tierra o se sirven de corporaciones asociadas a él como en África y en Argentina, Repsol de capitales españoles que compran IPF. Con declaraciones por organismos internacionales dominados por las grandes potencias intentando “DES-NACIONALIZAR” recursos naturales como el agua, declarando patrimonio de la humanidad el Acuífero Guaraní o la Amazonia.
Grandes corporaciones controlando los pasajes del gas de Afganistán y China a Europa, esta guerra puede alcanzar y crear “trampas” legales, institucionales por medio de regulaciones supra nacionales, instituciones de control dirigiendo un mercado global de servicios ambientales: los certificados de carbono. Cada Estado debe pagar por la emisión de carbono, que va desde las fábricas hasta la bosta de nuestro ganado. Hoy han ido más lejos, en esa guerra por los recursos estratégicos. China fue denunciada por E.E.U.U., Unión Europea y Japón por negarse a exportar tierras raras, tungsteno y molibdeno necesarios en la fabricación de turbinas eólicas, productos electrónicos avanzados, los argumentos de los demandantes es que se detiene la producción industrial de estos países. China argumenta que son recursos no renovables y la sobrexplotación los agotaría en poco tiempo.
La necesidad de levantar la bandera verde es cada vez más perentoria, una de las causas de mi adhesión al FA fue esta bandera. Que hoy levanto y levantaré con mucha fuerza.
Si se considera como recursos naturales a los no renovables, como lo son el hierro, oro, petróleo, tierra, los mismos tienen un carácter general, universal, por tanto, los países no desarrollados, como Uruguay, deben, utilizarlos para incrementar el desarrollo del país. Lo que sucede es que al no tener la tecnología necesaria, aquellos “conquistadores del norte” vienen y se aprovechan de que ellos si cuentan con tecnología e intentan conquistarnos diciendo que ayudarán a que el país se desarrolle y progrese. Llegan a América, a Uruguay, y mercantilizan la naturaleza.
La tierra es mercantilizada y privatizada, tanto sobre el suelo como debajo del subsuelo.
Los compradores de “suelos” transformaron en Uruguay tanto a la agricultura como al agricultor, el latifundio sustituye a las estancias y chacras, el agricultor empresario, se convierte en empresario agroindustrial; los dueños son grandes y poderosas compañías trasnacionales.
Es la llamada “economía verde”, tal vez por el color verde de la soja y los árboles, que mercantiliza y privatiza los suelos, otorgándose franquicias, como las empresas que ingresan en régimen de zonas francas para la instalación de plantas de celulosa. Se están imponiendo en las cumbres internacionales leyes que perjudican a los países pobres en tecnología y ricos en biodiversidad.
En cambio, si decimos recursos estratégicos, nos referimos no solo a un valor universal, sino patrimonial, de pertenencia de cada país; es riqueza del país y recurso estratégico por la acumulación de valores: económicos, alimentarios, productivos, sociales; no se mercantiliza ni se privatiza, debiendo el Estado disponer de leyes acordes a nuestro país.
De ahí la importancia de la nacionalización de la tierra. En el mes de febrero yo declaraba al diario El País: “Creo que la tierra debería declararse patrimonio de la nación y hacer una defensa de esos recursos estratégicos sin tocar la propiedad de la tierra. Está en México, en Brasil y los neozelandeses están haciendo lo mismo”.
Decíamos que la riqueza de la tierra está en la superficie (suelos) y debajo (subsuelo). Cuando un propietario vende, desconoce el valor de abajo; los grandes empresarios no compran por las pasturas, por la fertilidad de los suelos, sino por las riquezas de abajo (subsuelo). El “pirata” si sabe cuánto vale, el propietario no. Se ha producido un cambio en la producción de la tierra de agrícola-ganadera se ha pasado a una producción minera.
Esta inversión-invasión suele tener algún límite de parte de los Estados, por los llamados “impactos medioambientales”.
En Uruguay este control depende del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente a través de la Dinama (Dirección Nacional de Medio Ambiente).
Estos minerales se vuelven esenciales para los países desarrollados y ha comenzado un proceso similar al del suelo: mercantilización y privatización, con plena despreocupación de suelos. Importan la calidad, cantidad y el precio demandados en el mundo.
Senador Jorge Saravia