Tras algunas confusiones en el vestuario, finalmente el Partido Colorado salió a la cancha. En formación cerrada, como una falange espartana (nadie se apure en mentar a Termópilas), la Convención Departamental de Montevideo, por 160 votos a favor y cero en contra, proclamó su apoyo a Ricardo Rachetti como candidato colorado a la Intendencia de Montevideo en el Partido de la Concertación (PdlC). Y de inmediato, el Órgano Departamental del PdlC consagró formalmente lo resuelto por el Partido Colorado y el Partido Nacional, nominando a Ricardo Rachetti por los colorados, Álvaro Garcé por los blancos, y Edgardo Novick, ciudadano independiente a quien los partidos coaligados le franquearon la tercera candidatura que por ley puede presentar cada lema. La mecánica electoral es la de siempre: las tres candidaturas acumulan sus votos bajo el paraguas común, el nuevo lema PdlC. Estos tres candidatos competirán con los tres candidatos de la coalición gobernante: Lucía Topolansky por el Movimiento de Participación Popular, Daniel Martínez por el Partido Socialista, y Virginia Cardozo por el Partido por la Victoria del Pueblo, que acumulan sus votos bajo el lema Frente Amplio. Se suman los votos de los tres concertados por un lado, se suman los votos de los tres frenteamplistas por otro, gana la coalición más votada, y gana el sillón municipal el candidato más votado de la coalición más votada. Nueva coalición contra vieja coalición; tres candidatos de un lado y tres candidatos del otro; cero a cero y pelota al medio.
A FAVOR Y EN CONTRA
La coalición Frente Amplio y sus tres candidatos tienen todo, todo, a su favor: ocupa el gobierno departamental hace un cuarto de siglo, lo que le provee de toda la información, de todos los consultores, de todos los recursos, de todos los proveedores, de todas las ongs, de todos los murguistas, de todos los actores de teatro, de todas las empresas constructoras, de todos los comercios de todos los ramos, de todas las industrias con instalaciones en el Departamento, y de todos los ómnibus de CUTCSA. Son 9.000 funcionarios a su servicio, más 9.000 contratistas externos, que se reparten 700 millones de dólares al año. Y si les falta algo, lo tienen por el lado nacional, incluyendo a los entes y servicios descentralizados, con todas sus pautas publicitarias, que se derraman generosa y discrecionalmente sobre todos los medios de comunicación, y todos sus servicios de prensa, difusión, publicidad y propaganda, que comparten su personal con todos los medios de prensa, todas las agencias, todas las murgas y todos los elencos de teatro, todas las editoriales, todas las pasantías, todos los contratos a término y, ni que hablar, todo el sistema educativo, desde la sala de parto hasta el doctorado. Ah, y también están los gremios, sindicatos y centrales. ¡¡QUÉ ENVIDIA!! Por suerte tienen algo en contra: los 25 años de gobierno en Montevideo, patético gobierno, de los mismos tristes cuadros de comité de base que seguirían gobernando La Ciudad en caso de que el Frente Amplio volviera a ganar. Y tienen alguito más en contra: tienen a Topolansky. Convengamos que Daniel Martínez parece un buen tipo, moderado, que se está hamacando como puede para administrar la herencia recontramaldita de Vázquez, Arana, Erlich y Olivera. Convengamos asimismo que Topolansky tiene un camión con acoplado lleno de votos cautivos del huero ídolo pop que es su marido. Convengamos, también, que suena bastante razonable el argumento según el cual los votos a Daniel Martínez terminarían engrosando el caudal de Topolansky, que le gana a Martínez la interna del F.A. Y convengamos, finalmente, que para cualquier sujeto de coeficiente intelectual medio, que no esté bajo el efecto de drogas duras o alcohol de primus, está bravo votar a Topolansky para intendenta de Montevideo.
EN CONTRA Y A FAVOR
Lo de la Concertación está muy nuevito, recién salido. No fue fácil el parto de la criatura, que venía de nalga hace 180 años, con muertos, torturados, degollados, presos y exiliados, golpes, contragolpes, acuerdos y traiciones, tantos como los frenteamplistas nunca llegarán a acuñar (no creo que duren 180 años, ahora las cosas van mucho más rápido). Pero si la nueva coalición está todavía tambaleante, los partidos coaligados están sólidos. Los blancos vienen de una campaña nacional donde hicieron músculo, reclutaron militancia joven, afirmaron dirigentes y recaudaron abundante. Los colorados venimos de la peor derrota de la historia después de la peor derrota de la historia, abollados por todos lados, pero ahora, parece que por fin el susto que despertó al mamado, como ilustró a otro respecto una prestigiosa académica local, mientras se sacaba los mocos con el dedo índice de su mano izquierda. ¡¡Tendrían que haber visto cómo estaba la gente el otro día en la Convención, cuando proclamamos a Rachetti!! Emocionada, entusiasmada, dispuesta a dar la batalla; como espartanos, pocos pero buenos. Y los antecedentes son favorables: Montevideo es un invento colorado. En efecto y en estricto rigor, cada calle y cada avenida por la que transitan los montevideanos fueron concebidas y construidas por un gobierno colorado. El túnel de 8 de Octubre, el viaducto del Paso Molino, la Rambla por la que paseamos, el cantero de Av. Italia, los construimos los colorados. Las playas donde nos bañamos están limpias porque los colorados concebimos el Colector. Las plazas y los parques, el Estadio, el Velódromo, el Teatro de Verano, el plan de saneamiento, los hicimos los colorados. Cada foco de luz, cada semáforo, cada cebra peatonal, tienen una marca colorada. Todo lo perdurable que hoy exhibe Montevideo lleva el sello colorado. ¿Y los asentamientos? ¿Y los carritos? ¿Y la violencia ciudadana? ¿Y el caos en el tráfico? ¿Y los ómnibus atestados de gente cuando sale de trabajar? ¿Y los basurales al pie de cada contenedor? ¿Y las veredas todas rotas? ¿Y los barrios a oscuras? ¿Y las mismas calles y avenidas de hace 50 años? ¿Y el corredor Garzón? Ah, no, mi amigo, eso no es colorado. Sencillamente, porque hace 25 años que no gobernamos Montevideo. Y si los que gobernaron Montevideo durante los últimos 25 años no pudieron solucionar estos temas lacerantes, a nadie se le ocurra echarle la culpa al viejo y querido Partido de la Defensa.
RACHETTI PUEDE
¿Rachetti puede gobernar Montevideo? Por supuesto que no. Como no puede Topolansky, ni puede Martínez; como no pudo Olivera, ni antes Erlich, ni antes Arana, ni antes Vázquez (tengo el programa de su campaña de 1989, cuando ganó la Intendencia; me voy a hacer una fiesta). Gobernar Montevideo no es tarea para una persona sino para un colectivo. ¿"Los vecinos"? ¿"Democrática y participativamente"? ¿A través de los concejos vecinales, electos por el 7% de los ciudadanos? No, esos no son "vecinos", son militantes políticos. Vecinos son los de las comisiones de fomento, los clubes de barrio, las iglesias, esos que el último intendente colorado electo, el malogrado Aquiles Lanza, tomó como referentes, censó y empoderó, para orientar sus planes departamentales. Gobernar es responsabilidad política, y la política se practica a través de los colectivos partidarios. El Partido Colorado perdió votos, pero conserva su memoria histórica, y un elenco de inspirados dirigentes y de calificados técnicos, ahora encolumnados, TODOS, tras Ricardo Rachetti, nuestro candidato a Intendente en las elecciones del próximo 10 de mayo. La promesa de Rachetti es trabajar con todo el Partido, organizar y poner en acción el rico patrimonio técnico y político de los colorados, al servicio de todos los montevideanos. Rachetti lo dice y ya lo está haciendo, con entusiasmo, emoción y convicción. Ahora debo confesar algo: esta columna no es para el público en general; es para los que queden vivos de los 312.415 montevideanos que votaron al candidato a intendente colorado en 1984; y los 222.470 de 1989; y los 238.224 de 1994; y los 249.411 del 2000; y los 228.320 del 2005; y los 159.976 del 2010. A todos, para decirles que finalmente tenemos candidato, tenemos equipo, tenemos programa, tenemos partido, y ahora además tenemos coalición. Vuelvan y voten al Partido Colorado en Montevideo. Es hora de empezar de nuevo.