A la vuelta

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Safari de elefantes en India: disfrutar sin hacer daño

25.Dic.2015

Cuando viajamos tratamos de hacer todo: lo obvio, lo inesperado, lo típico, lo relajante, lo exótico, lo aventurero y lo increíble. En esa búsqueda, aparecen las sorpresas y los mejores recuerdos de nuestro viaje. Sin embargo, también puede aparecer la peor cara del turismo: esa en la que el dinero se sobrepone a cualquier límite; esa en la que podés pagar para vivir algo que implica el sufrimiento de otros.

El turismo es una industria millonaria pero no solamente lleva dinero a los países. A veces, la búsqueda de experiencias diferentes por parte de los visitantes no respeta los derechos de nadie y cuando la economía del país anfitrión no es muy fuerte, la perversión está a la orden del día.

Por eso, mientras los turistas paguen para ver animales domesticados a la fuerza, los espectáculos existirán. En el sudeste asiático, especialmente en Tailandia e India, las ofertas para ver, tocar y montar elefantes son muy variadas; hay propuestas para un día o una semana, hay opciones para verlos pintar, patear pelotas o subirse a dar paseos sobre sus lomos. Y hay demasiados videos en la red que muestran el costo que esto tiene: elefantes enseñados a palazos y castigados con fierros calientes, metales filosos y mucha violencia. Todo para que levanten la pata y metan un gol. Todo para que los que pagan se lleven la foto.

Sin embargo, también hay opciones que no pervierten el mercado ni condenan a los animales a una vida de maltrato y servidumbre.

Jaipur es una de las ciudades más importantes de India (capital del estado de Rajastán), tiene más de seis millones y medio de habitantes y es conocida como la "ciudad rosa", por el color de las fachadas en su ciudad vieja. Sin embargo, entre las actividades que ofrece la ciudad figura el safari de elefantes.

Un elefante rescatado junto a su cuidador en Jaipur, India

A primera vista, parece una propuesta más para aquellos turistas que quieren fotos pintorescas a cualquier precio y no se opondrán a que los dueños de los animales los maltraten y castiguen hasta que estén aptos para llevar a pasear a los extranjeros sobre sus lomos.

Pero no, la empresa Elefantastic es diferente y ofrece paseos por sus instalaciones, en las que se pueden ver elefantes que son curados y criados sin maltrato. Los animales de esta granja son rescatados de circos o son aquellos que no están capacitados para vivir en libertad (por problemas de salud o por haber perdido al resto de la manada) y deben ser cuidados por un grupo de humanos. Por eso, ir a verlos no alimenta un negocio perverso sino todo lo contrario: cada entrada que se paga equivale a mejores condiciones para ellos y más chances de que otros puedan ser tratados.

Además, cuando la granja incorpora un nuevo animal, le asigna un cuidador y este se muda con su familia a vivir en al lado del habitáculo del elefante, de modo que la intimidad y conexión que alcanzan es muy grande. Cada encargado conoce perfectamente a su animal y puede entender lo que siente y evitar que sufra.

Además, los animales están expuestos unas pocas horas al día y durante ese tiempo reciben mucho de lo que recibirían si no hubiera visitas: alimentos e higienización. Si bien la experiencia incluye un paseo a bordo de sus lomos, el cuidado y tratamiento de los animales en esta granja minimiza las molestias y permite que los turistas disfruten de los animales sin condenarlos a una vida de tristeza.

Los elefantes son muy amistosos y tranquilos. Luego de una charla introductoria en la que se explica cómo tratarlos, dónde mirarlos y acariciarlos para que sientan los mimos, qué les gusta y qué no, llegan las reglas de seguridad. Después, a cada turista le es asignado un animal específico para que puedan entrar en confianza mutuamente. De todos modos, el cuidador siempre está al lado de su animal.

La primera hora se pasa a pura comida. Y se nota que el momento es alegre porque los elefantes comienzan a barritar (emitir sonidos). Entonces los cuidadores les cuentan a los clientes cómo armar las porciones, de qué forma introducir los rollitos y qué es lo que más disfruta cada elefante, buscando que la actividad sea disfrutable para ambos. Entretanto, las caricias son permitidas y muy bienvenidas.

Mientras varios empleados de la granja supervisan que nada se salga de lo deseado y aseguran la tranquilidad de los animales, estos se van llenando y llega el turno de los paseos por la granja, que no superan los 20 minutos y que, según los cuidadores, son importantes para la digestión del animal. Aunque esta es la parte más invasiva del tour, al finalizar la jornada la sensación general es que los elefantes no sufren su estadía en la granja, sino que disfrutan de las comidas y juegos con los visitantes.

Después del paseo llega la hora del baño, la instancia que los animales más gozan y que puede terminar con algún turista empapado, si un elefante decide disparar agua por su trompa sin que el visitante lo advierta. Los animales son llevados a un espacio dedicado para el aseo y con mangueras, tanto el cuidador como los clientes mojan al animal y lo limpian. Además, es común que los elefantes pongan la punta de su trompa en forma de cuchara (la imagen se asemeja a la de la letra "J") y esa es su forma de pedir agua. En cuestión de segundos, tras llenar la trompa del animal con el agua de la manguera, se escuchará como el elefante recibe hidratación y una vez que se siente lleno, mantiene el agua en su trompa y se la tira sobre el lomo.

Las imágenes son impresionantes y el animal se nota alegre, como festejando el momento. La tarde se termina y el tiempo se pasa entre caricias, comida, paseos y baños, que dejarán memorias imborrables en los participantes sin dejar marcas indelebles en los animales, que muchas veces sufren para que los extranjeros disfruten. Las visitas duran unas tres horas y el resto del día, lo único que los animales hacen es descansar.

Esta granja de elefantes en Jaipur es un ejemplo de cómo se puede tener un acercamiento con animales sin contribuir a su maltrato y explotación comercial. Simplemente hay que tener cuidado y ser conscientes de que nuestro comportamiento moldea la industria, sin hacer sufrir a otros con tal de tener una experiencia diferente.