Es poco común escuchar que alguien se queje por tener sus músculos trapecios blandos o débiles. Los trapecios son músculos que unen la cabeza con los hombros, zona donde siempre nos contracturamos.
Todos los fisioterapeutas nos enfrentamos a la situación de que cuando decimos a qué nos dedicamos, la gente se lleva la mano al cuello y nos dice lo mucho que apreciaría nuestros servicios. No son los trapecios músculos que deban fortalecerse, sino todo lo contrario.
Todos conocemos (y lo hacemos casi instintivamente) lo beneficiosos que resultan los ejercicios de relajación de cuello, que entre otros estiran los trapecios.
Lo mismo ocurre con los músculos abdominales pero al revés. Es raro que alguien comente tener sus abdominales demasiado fuertes o contracturados. Y fortalecerlos, se convierte hasta en una obsesión ya sea por la estética como por la importancia de los abdominales en el dolor de espalda y en la estabilidad de la zona lumbopelvica. Conseguir abdominales fuertes y marcados, los famosos ravioles, son un objetivo para muchos.
Se refuerza la idea de que hay músculos que se comportan de forma diferente y que "trabajarlos" requiere tener en cuenta estas diferencias.
Todo esto viene a cuenta de que es importante fijar objetivos claros a la hora de realizar ejercicios y evaluar las necesidades que tengamos.
Nuestros adolescentes y muchos de nosotros adultos, pasamos buenas horas frente a una computadora. En el mejor de los casos en una muy buena silla, bien ubicada frente al monitor, correctamente sentados, con buena luz y con momentos de pausas. Bastará que la cabeza quede adelantada con respecto al tronco para que el esfuerzo muscular se vea modificado y que nuestro cuello se sobrecargue. Si no estiramos esos músculos al final de la jornada el riesgo es perpetuar esa sobrecarga y posiblemente consolidar una contractura cervical.
La buena noticia es que casi siempre podemos revertir esta situación.
Hasta la próxima.
Foto: Flickr | saberstache2