A la vuelta

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Guía de viajes: Lavalleja

11.Nov.2016

Terminamos nuestro recorrido por Lavalleja y la conclusión principal es que la belleza de este departamento superó con creces nuestras expectativas. Esta es la guía de A la Vuelta para conocer Lavalleja.

Luego de recorrer 30 países podemos decir que la belleza y energía de Lavalleja es de nivel mundial, comparable e incluso superior a decenas de atractivos que aparecen en las guías como esos "sí o sí" del mundo.

Nosotros nos alojamos en un camping cercano al Cerro Arequita y aún pasando frente a él de día, de tarde y de noche, con sol de frente y al amanecer, nunca dejamos de sorprendernos con su inmensidad y su textura.

También llegamos a la Laguna de los Cuervos y el reflejo del Cerro de Los Cuervos (algo así como un mini-cerro Arequita) sobre el agua es mágico. Conocimos el Parque Rodó, corazón de Minas, que alberga los festivales anuales del departamento y se presta para un lindo paseo. Otra visita interesante es el Parque de Ute-Antel, un lugar en el que no paramos de repetir "esto no parece Uruguay".

Lavalleja es hermoso, su gente, su comida y su energía nos hicieron arrancar bien arriba este paso por nuestro Uruguay profundo.

¿Qué es todo lo que hay para hacer en Lavalleja? La respuesta es clara: venir. Caminar y hacer ruta, todo vale la pena.

Armamos una lista particular de actividades y rincones, pero no hay que seguir mucho las guías, Lavalleja es salir a caminar por ahí y dejarse sorprender.

Nuestra primera parada fue Solís de Matojo, a tan solo 80 kilómetros de Montevideo. El pueblo cumple los objetivos de una buena escapada corta, es seguro, tranquilo, la gente es genial y a unos kilómetros del pueblo se encuentra el Camping de Aguas Blancas: un hospedaje económico y hermoso entre los cerros y el agua. Así resumimos nuestro pasaje por Solís.

Más adelante, pasamos por el Parque Salus. Es un parque que está en reformas y no hay mucho más para hacer que visitar la Fuente del Puma. No vale la pena parar hoy en día, salvo que coordines a través de su página web para hacer una caminata guiada que está muy buena. Es un paseo corto, de una hora y poco. El parque está siendo remodelado y lo lleva adelante un experto en reservas que sabe mucho y le pone corazón, así que habrá novedades más pronto que tarde.

Luego llegamos a Minas, una ciudad tranquila y poco particular, pero con gente muy amable (conocé a algunos de los que conocimos nosotros). En su plaza se encuentra la Catedral, que está linda, y una heladería que parece estar buenísima (no llegamos a probar sus helados por la enorme fila que se formó). Lo que hay que hacer y nosotros hicimos fue probar las variedades de alfajores Sierras de Minas: sin palabras. Si tenés ganas de trasladarte en el tiempo y visitar un boliche de los de antes, el bar Bertochi es lo que estás buscando: sigue teniendo peluquería adentro y queda el pizarrón gigante donde se anotaba los horarios de los ómnibus que salían desde la plaza hacia campaña. Si está la dueña hay que tener cuidado con su carácter, si los atiende su hijo van a disfrutar de sus historias.

Sobre los alrededores de la ciudad hay muchísimo para recorrer, lo mejor de Minas es su ubicación como para hacer base e ir a recorrer lugares por el día, ideal para los que no quieren hospedarse en las afueras.

El Salto del Penitente


En la Ruta 8, sobre el kilómetro 135 nace una ruta panorámica de ocho kilómetros que termina en este salto. La ruta es un espectáculo aparte, que vale cada metro de su recorrido y está bueno tomarse un tiempo para detenerse unas cuantas veces. También se puede llegar por el kilómetro 125, pero es imposible que el camino sea tan bueno como el que tomamos nosotros y desde ahí hay que hacer 18 kilómetros para llegar.
Al final se encuentra el parador y la escalera que te lleva al lugar que todos queremos ver: el salto de agua. Te cobran 30 pesos para la conservación del lugar, hay un parador para comer, opción de hacer cabalgatas, tirolesa, bicicleta, fogones y hay espacios para nadar, entre otras actividades. El complejo está excelentemente trabajado y es sumamente completo. La oferta completa está durante los fines de semana.

En la página web hay más información y se puede contactar al establecimiento para hospedarse ahí. No nos quedamos, pero conocimos el lugar y parece que vale la pena. Nuestro resumen del Salto está acá.

Siguiendo por esa misma ruta llegamos a Villa Serrana, uno de los lugares más lindos del departamento.
En el medio de la villa hay un parque con un puente y un lago que está divino como para ir a matear con la sillita playera o para tirarse a dormir la siesta. Eso es para los que no quieren jugar al voleibol, porque también hay red. A pocos metros se encuentra un lugar muy recomendable para comer: el Ventorrillo de la Buena Vista. Comidas caseras riquísimas y abundantes a un precio muy razonable (no es mega-económico, pero la relación precio/calidad es muy buena) y con una vista indescriptible y un restaurante que asombra por su historia y diseño. Mirá nuestro compilado de Villa Serrana.

Cerro y Parador Arequita

Camino al cerro conocimos un lugar que está muy bueno, el bosque de Ombúes. Al cerro no subimos (el camino no es sencillo ni muy fácil de descifrar), pero es espectacular visitar sus alrededores. La "piedra gigante" que ves desde lejos es asombrosa y de tarde, al caer el sol, se pinta de dorado. Vale la pena ir a visitarlo.

Pasando el cerro y unos metros después del camping Arequita (si venimos desde Minas) nos encontramos con un parador peculiar. Cocina casera, ambiente familiar, precios muy económicos y comida que cumple con las expectativas de un lugar como ese. Los domingos al mediodía explota, hay que reservar lugar. Recomendamos las picadas y los canelones.

Cerro y Laguna de los Cuervos

En el camping que se encuentra debajo del cerro se puede disfrutar de la playita que queda sobre la laguna. Es un lugar muy lindo como para ir de pícnic, llevar de comer o pasar a visitar. La entrada cuesta 50 pesos a menos que te hospedes en el camping y desde allí, una balsa te cruza al cerro (no sabemos el costo de la balsa porque no estaba funcionando). Nosotros almorzamos ahí y lo contamos así.

En frente al camping se encuentra el Cerro del Águila, un cerrito muy lindo para subir. La caminata demora una media hora y es muy sencilla, la vista está muy buena y hay una escalerita de madera que sube a una piedra con forma de pico de águila, que permite sacar una foto difícil de superar. Para llegar al cerro lo mejor es preguntarle al portero del camping de los Cuervos que con precisión quirúrgica te indica cómo llegar.

De camino al norte paramos en uno de nuestros pueblos favoritos, no solo de la zona, sino de lo que vamos conociendo de nuestro país: Nico Batlle. Allá donde un puente une alos pueblos de Nico Pérez y Batlle y Ordóñez duerme una estación de AFE que es un museo viviente de lo que fueron los ferrocarriles de nuestro país y sus estaciones. El escenario es mágico y la historia te atrapa. Además se pueden ver todos los lugares que cerraron cuando el tren dejó de funcionar y charlar con la gente del pueblo es un placer.

Si quieren conocer un club social como los de antes, no duden en pasar unos minutos por el Club Concordia. Con tan solo 110 años, la visita es casi la de un bar-museo, donde las anécdotas traspasan la barra de ida y vuelta.

No nos dio el tiempo de visitar el Cerro del Verdún y el Marmarajá.

** Hay dos fechas en que Lavalleja se viste de fiesta: el segundo fin de semana de octubre durante La Noche de los Fogones y en los primeros días del cuarto mes del año cuando le llega el turno de Minas y Abril. Estuvimos en el primero de estos dos festivales y está muy bueno. Si tenés chance de ir a Lavalleja en esas fechas, es un plus interesante para tu paseo por el departamento.

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