La gaita eléctrica

La gaita eléctrica


La música tropical durante la tormenta tropical

22.Ene.2017

Siempre me dio curiosidad el fenómeno de la música tropical y su penetración cultural. Todas sus variantes, desde la "cumbia villera", a la "cumbia cheta". España no es ajena el fenómeno. El reggaetón es una de las músicas más escuchadas, sobre todo en clases de bajos ingresos económicos, en ese enorme y mayoritario grupo humano que nuestro sistema deja afuera de todos los circuitos culturales, marginados de los servicios, estigmatizados por la delincuencia: Los Pobres, los que hacen evidentes las obscenas desigualdades, ya sea en Europa o en América, escuchan cumbia pero no sólo ellos. Los jugadores profesionales de fútbol, millonarios ellos, son grandes consumidores de música tropical. Alguno dirá, no es cuestión de pobres, es cuestión de gustos. No creo que sea tan simple.
Primero quiero ser sincero. Mi música favorita, fue y es el rock. Pero si bien soy un adicto a "The Cure" no tengo reparos en confesar que durante mi juventud (cercana y oriental) cuando quería divertirme, escuchando música en vivo, y bailar toda la noche, iba al "Euskaro". Así de claro. Dirán que mi origen "cerrense" lo explica, lo atribuirán a mi pasado en "Los Carlitos", señalarán mi amistad con el "Fata" y Gerardo Nieto, todo lo que quieran. Lo cierto es que si iba a una discoteca de la música que escuchaba en mi habitación, podía pasar toda la noche en un costado esperando las lentas, pero si me quería divertir, lo tenía claro. Allí había orquestas que sonaban como los dioses, tremendos cantantes, ritmos alegres, y chicas que sonreían y bailaban contigo sin que eso supusiera una promesa de amor eterno. Y si, tristemente había una barrera social, cuando en la Facultad les decía "Vamos al Euskaro", les parecía una excentricidad, ya se marcaba esa diferencia, era un baile para gente de barrio, se contaban leyendas de balazos y peleas multitudinarias, pero yo les hablaba de la fila de gente bailando, sin reparos en girar cuando le dabas la mano, en incluirte en la fiesta.
La música tropical tiene algo especial. Engloba diversos géneros musicales: la salsa, la cumbia, la bachata, el merengue, el vallenato, el reggae, el reggaetón, el ska y la bossanova. La "cumbia" es un término con el que se señalaba este género que luego se llamó "Pop latino", u otras denominaciones que buscaban ampliar el mercado, suavizarlo, disfrazarlo para que a quienes nunca lo habían consumido no les diera vergüenza decir que era la música que ponían cuando iban solos en el auto. También sabemos desde siempre que es la música más consumida, su popularidad se traducía en discos de oro, muchos conciertos, muchas fuentes de trabajos para músicos. Desde hace décadas la música tropical es la que más y mejor se vende.
Hablando de cosas que se consumen en masa. Los canales de "youtubers" tienen una audiencias increíbles, se están comiendo a la televisión, quizás nosotros seamos la última generación que ve la tv como la conocemos. "La generación Turú", me gusta llamarnos.
(Nota del autor: En los años 70 la tv - en blanco y negro- comenzaba en la tarde. Había un dibujo animado "Las aventuras de Jonny Quest", que repitieron durante años, sobre todo un capítulo dónde un viejo en silla de ruedas le gritaba una pterodáctilo para que atacara a los protagonistas gritando "¡Mátalos Turú!". Ese grito fue repetido en escuelas y liceos de toda una generación)
Parece que me desvié del tema pero no: Los mecanismos por los que algo se hace popular y se consume por grandes grupos son muy interesantes. Una de sus claves es la repetición. Hasta el estribillo de la publicidad más infame se te termina pegando si la escuchas hasta en la sopa. Algunos apuntan a que la simpleza. La falta de complejidad ayuda. Son propuestas que le exigen poco a quien las consume. Es fácil identificarse con ellas. El caso de la música tropical es curioso porque nace en el trópico pero con orígenes africanos, e incuso españoles, los barcos que llegaban a República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, Colombia, Perú, México, Venezuela, Jamaica, venían de Sevilla y Cádiz. El origen es diverso, está lleno de complejidades, de mestizaje. O sea que la teoría de su éxito, no creo que esté sostenida sólo en su fácil consumo.
Tampoco se habla mucho de los motivos de quienes la rechazan. Carl Wilson, en su libro "Música de mierda" afirma que es un mecanismo para reafirmar el estatus cultural; "para que tú seas cool, alguien tiene que serlo menos".
Hay temas de cumbia, incluso de reggaetón, que es si te gusta la música, tienen cosas valiosas, una base para prestarle atención, un ritmo pegadizo, un buen estribillo.
En España, más allá de los vestuarios de fútbol, suenan ritmos latinos. Hay incluso una movida de "cumbia electrónica", ideal para discotecas. Y mucho reggaetón, sobre todo en las Islas Canarias.
En Uruguay la música tropical es como una tormenta tropical, algunos nos olvidamos de ella hasta que un día se hace inevitable.
A principios de este siglo el grupo "Chocolate" y su tema "Mayonesa", fue furor en España. Todos los años de selecciona el "tema del verano", esa fue la distinción de nuestros compatriotas. Ellos y Jorge Drexler son los músicos orientales que uno puede escuchar en las radios ibéricas. Recordemos que "Mayonesa" incluía un candombe, un coro de murga, no era sólo bomba y plena, aún así, es casi una tragedia que no conozcan a Darnauchans.
El otro día un músico español me pidió que le recomendara un tema tropical (quería mezclarlo con electrónica) y le pasé "Azuquita pal café". Nos pusimos a escuchar y letra decía: "Inspirado el creador, cuando hizo a la mujer, que bueno que le mandó que se dejara querer... y le regaló a los hombres azuquita pal café". Ese determinismo divino para que la mujer sea, además de propiedad del hombre, su edulcorante privado, me reveló otro de los factores que la música tropical tiene entre sus tumbadoras. Pocos géneros tratan a la mujer con mayor desprecio que el reggaetón.
Por suerte hay excepciones, músicos escondidos que componen temas interesantes, artistas que se comprometen con letras profundas, o por lo menos divertidas pero sin despreciar a nadie.
En esta tormenta de temas: youtubers, audiencias, cumbias, machismo, me gustaría rescatar el papel del humor. Estamos entrando en carnaval y la parodia puede servirnos para hacer evidentes las carencias, pero no creo que darle la espalda a un fenómeno sólo por ser popular sea una buena estrategia.
Debemos trabajar para una revolución cultural, y eso es mejor hacerlo sonriendo.