Columna FCS

Columna FCS


Sobre brechas digitales y devenir tecnológico: Uruguay en la sociedad de la información

29.May.2017

 

Uruguay ha dado pasos agigantados en cuanto a indicadores de penetración de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Basta ver algunos de ellos en la última edición de la Encuesta de Usos de Tecnologías de la Información y la Comunicación (EUTIC) del año 20162 para corroborar que la brecha digital -entendida como la brecha de acceso a internet en los hogares- se ha reducido considerablemente.

Esta universalización del acceso a las nuevas tecnologías en el país tiene su correlato en la participación activa del Estado a través de las políticas sociales TIC. Algunas de ellas son: Universal Hogares y el tendido de fibra óptica llevado a cabo por Antel, el Plan Ceibal, junto a centros de acceso comunitario como los Centros MEC, los Espacios de Inclusión Digital también de Antel y otros sitios como centros educativos y plazas públicas.

Es decir, si bien existe un efecto propio de la competencia del mercado, que hace que tanto los dispositivos TIC como la conexión a internet hayan reducido su precio con el correr de los años -pensemos en el costo de un celular Smartphone con un contrato de internet hace 10 años-, es necesario un papel activo del Estado que garantice precisamente precios accesibles a las TIC.

No obstante, la discusión del desarrollo de la sociedad de la información no se agota simplemente en acceder a las nuevas tecnologías. También resulta más que relevante conocer para qué usamos los uruguayos las TIC. Quizás este sea el nivel más importante de la brecha digital, ya que una vez superado el acceso, habría que corroborar si las personas se apropian de internet de tal manera que sus alcances impacten en el vivir cotidiano de manera positiva. A esto lo podemos denominar "brecha de usos", y es parte central de la apropiación que hacen las personas de las TIC como una herramienta para mejorar su vida.

Muchos dirán con cierto escepticismo, que si bien las tecnologías contribuyen a mejorar nuestra calidad de vida, se puede prescindir de ellas. Y es verdad, muchas personas viven al margen de los cambios tecnológicos y siguen con su vida sin ningún problema. Incluso, algunos consideran que las TIC han deshumanizado las relaciones sociales, haciendo impersonales los vínculos familiares, las amistades e inclusive las relaciones económicas, y por esta razón eligen no entrar en este mundo.

Pero volviendo al tema central ¿Por qué es tan importante el acceso y uso de las TIC? Y, ¿por qué nos deberíamos preocupar por el devenir tecnológico? Según la EUTIC, gran parte de nosotros (33%) utilizamos internet para buscar información en general y participar en alguna red social electrónica (Facebook). Otro grupo (45%) además de chatear e informarse, también busca información sobre trámites y normativas del Estado; y otro grupo más (21%) realiza múltiples actividades. No solo participa en redes sociales, se informa y descarga contenido multimedia, sino que paga cuentas y servicios online, realiza transferencias bancarias, reserva viajes y hoteles, etcétera. No casualmente, estos internautas pertenecen a los quintiles de ingresos más altos y tienen los mayores niveles educativos.

¿Qué consecuencias trae aparejada esta brecha de usos en nuestra sociedad?

Si, por ejemplo, queremos comprar un sofá cama lo normal sería ir a uno, dos o tres locales del ramo, realizar las consultas que consideremos pertinentes (calidad de la madera, precio, tipo de financiación, etcétera) y efectivamente realizar la compra. Seguramente cualquier persona compraría su sofá cama de esta manera 10 años atrás. Pero ahora que accedemos a internet, la misma persona podría consultar miles de casas de venta, comparar la calidad del producto, comparar precios, modos de financiación y luego, más informado tomar su decisión. Inclusive, de tener tarjeta de crédito, comprar el sofá cama online y así evitar el tener que ir al lugar, ahorrando tiempo e inclusive dinero por el descuento del 2% en el IVA gracias a la ley de inclusión financiera.

Pensemos en este mismo ejemplo para aquellos que buscan empleo. Antes debíamos hacer largas colas temprano en la mañana y realizar muchas copias de nuestro currículum a los efectos de postularnos. Hoy podemos buscar trabajos en todo el territorio nacional, tanto en la esfera pública como privada. Es más, es condición necesaria tener un currículum y una carta de presentación digitalizada. Miles pueden ser los ejemplos a enumerar: pagar facturas, sacar una partida de nacimiento y hora para el médico, votar de manera electrónica, girar dinero a un tío que vive en el medio del campo o pedir el surtido de la semana. Cuestiones simples del vivir cotidiano.

¿Quiénes perciben estos beneficios y mejoran su calidad de vida? Precisamente aquellos que ya están incluidos. Aquellos que tienen las herramientas para acceder a internet. Aquellos con mayor nivel educativo, con mayor nivel adquisitivo, que acceden a medios de pagos virtuales. La brecha digital -entendida de esta manera compleja- no es más que la desigualdad social, la desigualdad cultural, la desigualdad económica expandida en internet. Aquellos que están en mejor posición social retroalimentan su condición favorable en internet mejorando su calidad de vida. Mientras que aquellos más relegados, se alejan aún más de la tal anhelada inclusión social.

¿Qué hacer entonces? ¿El devenir tecnológico exacerba más estas desigualdades? Seguramente siempre existe una forma de desigualdad latente en el futuro cercano. Por ejemplo, en la tenencia de dispositivos TIC. Cuando todos llegamos a tener celulares, la novedad fue tener un smartphone. Cuando todos accedíamos a una computadora de escritorio, lo práctico fue tener una laptop que pudiera llevarse a todos lados. No obstante y más allá de sus resultados específicos en áreas del conocimiento - lengua, matemática, ciencia, arte- las políticas sociales TIC, sin ser la panacea al problema de las desigualdades, logran mitigar este fenómeno. Plan Ceibal, Centros MEC, los Espacios Digitales de Antel han logrado acercar las TIC a la población más desfavorecidas.

El tener en el acervo la implementación de políticas TIC, coordinadas desde la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información (AGESIC) con recursos propios, tiene ya un alto valor intrínseco porque muchos podrán cuestionar qué tan necesarias son estas iniciativas sobre otras que refieren a condiciones básicas de existencia, pero son muy pocos los que cuestionan este devenir tecnológico.

Santiago Escuder es licenciado y magíster en sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República. Es investigador y docente en el grupo ObservaTIC del Departamento de Sociología e integrante de la Unidad Central de Educación Permanente de la Udelar.

2Informe completo disponible en: https://www.agesic.gub.uy/innovaportal/v/6308/1/agesic/resultados-eutic-2016:-perfiles-de-uso-en-el-entorno-digital.html?idPadre=1937