Juan Manuel Montilla "El Langui", es un artista excepcional.
No sólo porque es un gran rapero (ahora es solista pero formó parte del conocido grupo "La excepción"), además es actor (trabaja en series y películas de cine, ganó un Goya como actor revelación por su papel en "El truco del manco"), conduce un programa de radio ("Radio Taraská") y ha escrito libros ("16 escalones antes de irme a la cama", "Cómo ser un imperfecto feliz"). Con esa "capacidad" de trabajo ha logrado que su "discapacidad" (parálisis cerebral) haya sido un referente para todo el mundo. Para muchos militantes por la accesibilidad de los usuarios de sillas de ruedas también ha jugado un papel importante, le ha dado visibilidad y señalado las barreras que todavía siguen separándonos. Ver a alguien con sus características al frente de un grupo de rap, participando en televisión y siendo un referente de su barrio es de por sí una declaración para el principal reclamo de este colectivo y quienes trabajan con ellos, la inclusión.
"Panbendito" es un barrio obrero, y es de allí, de una familia gitana y humilde que "El Langui" ha superado todos los obstáculos y una vez cruzados los denunció. Una escalera, para una persona con silla de ruedas equivale a poner un cartel prohibiéndole la entrada. Lo mismo sucede si en lugar de incluirlos, respetarlos y llamarlos por su nombre, se les confina, se les minusvalora.
Diciembre es "el mes de la discapacidad" y por eso toma especial importancia trabajos como los que realiza el "Espacio CANDI" y tantos otros colectivos que tratan de educar en la inclusión y trabajan día tras día porque la sociedad entienda lo que significa.
Cuando le entregaron su Premio Goya, el "Langui" agradeció a sus padres haberle puesto las galletitas en el estante de arriba para que su voluntad fuera el motor de sus movimientos. Atrás de esos gestos de amor está la convicción en la superación, algo que los padres con hijos con cualquier discapacidad o condición especial debe tener presente cada vez que amanece.
Durante demasiado tiempo los hemos ignorado. Como sociedad estamos en deuda y falta mucho por hacer. Hay que educar, visibilizar, dejar atrás los miedos, abrir la mente a la cantidad de cosas que estos grupos tienen para enseñarnos.