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La columna de Esteban Valenti


La ciencia de una perilla

12.Oct.2010

Hay arreglos domiciliarios tan minúsculos que no permiten llamar a un especialista. Tomo un ejemplo concreto: una perilla que se rompe, la veladora de la que depende la lectura nocturna queda inservible. Que más remedio, hay que arremangarse e ir a buscar repuesto a la ferretería y la caja de herramientas. En mi caso es un adminículo del que huyo con verdadera pasión, sólo tengo una dilecta amistad con ella cuando estoy en Villa Serrana y todo queda en los márgenes del mapa. Electricista, plomero, pintor y demás asistentes hogareños imprescindibles.

El otro día me sucedió. Me quedé a oscuras mientras leía a Camillieri. Estaba saboreando uno de sus platos sicilianos cuando un leve chisporroteo me informó que algo terrible sucedería. Y luego la oscuridad.

Esperé al sábado para visitar la ferretería y comprar un par de perrillas eléctricas para sustituir a la chamuscada. Abrí aquella enorme caja llena de fierros y adminículos amenazadores y me dispuse a reparar la lámpara. No soy un experto pero tengo unas miles de veladoras reparadas. No más allá de un portalámpara, una perrilla o enchufe defectuoso.

Febril búsqueda de un destornillador que sirviera para los diminutos tornillos de la vieja y maltrecha perilla. Al final lo logré y abierta la panza de plástico el cortocircuito quedó expuesto en todo el olor ácido del cable chamuscado. Segunda búsqueda, un destornillador diferente, más pequeño y sobre todo más fino en su punta para acometer la apertura del repuesto nuevo. Lo logré nuevamente. Eureka.

Allí comenzó el problemita. Mientras en el anterior adminículo sólo había que conectar  dos extremos de uno de los polos porque el otro cable circulaba entero por dentro de la perilla, aquí todo era más sofisticado y complejo. Muy complejo. Tornillos, barritas de bronce agujereadas donde enhebrar los cables y más tornillos para el dispositivo que corre y cierra el circuito permitiendo que la electricidad llegue a la lámpara.

La pinta exterior de la nueva perilla era tan insignificante como la primera, la usada y quemada, pero de diseño más moderno. Pura apariencia, adentro era un diminuto monumento a la falta absoluta de practicidad y de ingenio. Había que cortar y pelar los dos polos, preparar las cuatro puntas de alambre de cobre, enhebrar y luego atornillar con un tercer destornillador. Ninguno de los otros servía. No encontré una tan compleja herramienta de cirugía domestica así que recurrí a un cuchillo de mesa de afilada punta. Un milagro hacer girar el tornillo aprisionado en su templo de bronce. Finalmente lo logré.

Armar todo el mecanismo nuevamente fue una obra de alta ingeniería y, no se burlen de mi, pero hay que tener manos muy pequeñas y especiales para lograr que esas barritas muy pequeñas coincidan en su cajita de plástico y la tercer barrita activada por un resorte casi invisible queden todas en su lugar, los cables salgan por los agujeros correspondientes y se pueda apoyar la parte superior de la perrilla para volver a cerrar el mecanismo. Siempre rezando con que funcione, que ninguno de los míseros pelos de cobre quede fuera de lugar o que caprichosamente el resorte haya decidido debilitar su empuje. Todo pronto, enchufe en el tomacorriente y...leve movimiento: se hizo la luz.

¿Qué hay de destacable, de insólito, que reflexión profunda puede producir una simple perilla de la luz? Ninguna, simplemente que las cosas podrían hacerse más simples, evitarme a mi o a un electricista toda esa operación que requirió tres destornilladores diferentes y una vista de halcón. Debe ser posible hacer cosas más prácticas, más eficientes.

¿Quién será el creador de semejante invento? ¿De que laboratorio genial, de que tablero de diseño industrial innovador y creativo pudo surgir un invento tan práctico? Son observaciones y pequeñas broncas inútiles frente a las grandes cosas de la vida y de la muerte, pero al final de cuentas al menos podríamos hacernos el recorrido en este valle de lágrimas más simple en los detalles. Desde una perilla de luz tan complicada hasta los enchufes diferentes de todos los cargadores de celulares. ¿Será una ley del mercado?