Políticamente incorrecto

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La columna de Álvaro Ahunchain


Posibles elefantes uruguayos en la mira del rey Juan Carlos

17.Abr.2012

 

No voy a sumar más voces de reprobación ante esta conducta inapropiada del Rey de España, de la que mucho se ha hablado en estos días. Prefiero recordar a Juan Carlos como el que consolidó la democracia en su país, traicionando para bien el sueño absolutista del dictador Francisco Franco, y años después, oponiéndose firmemente al intento de golpe de estado conocido como "Tejerazo". Prefiero recordar su visita a Uruguay bajo la dictadura de Gregorio Álvarez, ayudando a empujar la salida democrática y el respeto a los derechos humanos. Y prefiero recordarlo también diciendo el magnífico "¿por qué no te callas?", impacto de comunicación que tanto bien hizo a la causa de la libertad de expresión en Venezuela.

Sí, ya sé que no debió andar por ahí dilapidando dineros públicos que en su país hoy son escasos, y menos aún matando animales inocentes. Pero no voy a agregar nada a lo que ya se ha dicho al respecto.

Simplemente me gustaría usar esta curiosa afición por la caza mayor, como metáfora.

La pregunta es: ¿qué elefantes debería matar el rey si visitara al Uruguay con su escopeta?

Empezaría por sugerirle uno: la ANEP. Es pesada, cansina y torpe como el más pesado, cansino y torpe de los elefantes, con la desventaja comparativa de que carece de colmillos: no sirve ni para extraerle marfil. Una buena forma de matarlo sería habilitando la autonomía de los centros educativos, para que sus directores y docentes diseñen currículas originales y más afines a la realidad de los núcleos sociales que integran. Cambiando este inoperante sistema de dilusión de responsabilidades, donde la falta de un inodoro y una cisterna deja sin clases a cientos de chiquilines, por otro en que el estado pague a los centros educativos autónomos una cápita por cada alumno que concurre a ellos, igual a lo que hace con las mutualistas y los hospitales en el FONASA.

A los docentes no se les aumentaría el sueldo por el dudoso mérito de envejecer, sino por atraer a más estudiantes a sus liceos, seducidos por la calidad de la enseñanza. Los centros competirían por captar alumnos y darles el mejor servicio educativo posible, en lugar de tolerarlos a desgano, o escandalizarse porque una solitaria directora los obliga a entrar a clase, en lugar de dejar que se queden tomando vino, colgados de un árbol.

Una vez muerto ese elefante, podríamos inventar otra ANEP, más parecida a un ágil y astuto puma, que en lugar de ejercer un centralismo verticalista y burocrático, se especializara en generar modelos de evaluación unificados, con los que comparar el rendimiento de las distintas propuestas educativas y estimular que se repliquen las experiencias más exitosas.

Otro elefante que le solicitaría a nuestro rey cazador que pasara a mejor vida es el de la cultura lumpen. Nada que ver con el simpático Dumbo: este es un bicho de temer. Viene aplastando a varias generaciones de uruguayos al ritmo de cumbias y programas de TV sexistas, promotores de la ordinariez, la incultura y la violencia. Pero a pesar de su gigantesco y temible tamaño, nadie asume la responsabilidad de estar alimentándolo. A lo sumo se dice que por más desagradable y peligroso que sea, hay que respetarlo, porque a la gente le entretiene, le divierte. Es como si los médicos te estimularan a fumar, diciéndote que sí, que es cierto que vas a terminar con un cáncer, pero si te gusta, qué importa.

Y así estamos, preguntándonos por qué somos uno de los países con más muertes por violencia doméstica, y festejando al mismo tiempo que Tinelli le corte la pollerita a las mujeres con una tijera, o que un grupo cumbianchero cante "Laura, se te ve la tanga", para diversión tanto de los bailes de barrios humildes como de las costosas fiestas de quince carrasquenses.

Invito a los lectores a incorporar otros elefantes que quisieran ver caer a manos del malogrado monarca...