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Médico de profesión, fue uno de los fundadores del Partido Independiente y es miembro de la Mesa Ejecutiva Nacional. Actualmente es diputado por Canelones.

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Códigos

12.Sep.2017

Humanamente, es inaceptable que lo expusieran como lo hicieron. La verdad es que si hubieran tenido códigos, lo hubieran protegido.

Y no se protege a nadie estimulando la mentira. Aplaudiendo de pie. Viendo títulos que no existen. Evitando pronunciarse sobre la DesulfurizadoraFest. Buscando pretextos para continuar la farsa.

El primero que lo agredió, fue el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que lo trató públicamente de cobarde. Y nadie del gobierno tuvo el coraje de salir a defenderlo. Vaya a saber por qué no se animan con Maduro. Nadie denunció bullying o se acordó de los códigos cuando Maduro en un discurso público destrató a nuestro vicepresidente.

No me lo imagino a Maduro como artífice de una estrategia diseñada en Atlanta. Pero me gustaría recordar que unos cuantos de nosotros que ni siquiera conocemos Atlanta, ni a nadie que allí viva, hemos sido bastante más respetuosos de la persona del ex vicepresidente que algunos de sus "compañeros".

Es más, si él hubiera tenido amigos de verdad, hace rato que le hubieran aconsejado, y hasta le hubieran pedido por favor, que saliera de escena, que se cuidara. Que la presión era demasiada. Que era muy alto el nivel de exposición.

Pero no. Siempre estuvo antes el cálculo político menor. Buscaron intercambiar golpes. Sin pensar en los que recibían los golpes. Sin acordarse entonces de los códigos. Era la hora de contraatacar. De hablar mal de todos.

Y llenaron las redes con viejas noticias de dirigentes de otros partidos también caídos en desgracia. No importaba qué tan vieja ni qué tan veraz. Embarremos la cancha que siempre algo queda. Todo es igual, nada es mejor.

Salieron a filosofar -cuándo no- de que: ¿quién no tiene un muerto en el ropero? Salieron a promover la idea de que todo está sucio. Y ahí no les importó si de esa manera se atacaba la credibilidad del sistema democrático.

Después había que descalificar la magnitud. O sea: si no está mal regalarle unos miles de dólares de ANCAP a la radio de unos amigos del interior, ¡mirá si va a haber corrupción por un par de calzoncillos! Es solo un poquito, no te asustes. El paso siguiente fue reclamar la proporcionalidad de la sanción. Todo muy bizarro.

Alguno de ellos, después de lamentarse porque van a hacer cola para pedirle que sea candidato, advirtió que lo terrible de la renuncia es que puede afectar la mayoría parlamentaria. Siempre por lo alto.

Se miraron el propio ombligo con impudicia. Y hasta que no les avisaron, no levantaron la mirada para advertir que quizás, el compañero que estaba en el suelo, también podía cometer errores.

Algunos no lo utilizaron como escudo humano ni como chivo expiatorio. Otros, con total firmeza tomaron nota. Códigos, que le dicen.