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Sobre el autor

Periodista, integrante del sector frenteamplista Banderas de Líber. Para que puedan consultarse, entre las columnas anteriores se encontrará algunas de la columna de Banderas de Líber, aunque sólo algunas fueron escritas por él.

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La belleza misteriosa de la Economía

02.Oct.2018

    La belleza misteriosa de la Economía, al menos para los legos, es que ninguna herramienta sirve más que para un cierto margen. Nunca se puede decir: "cuánto más de esto, mejor". Y eso es lo que a veces la hace parecer más complicada.
    Digo esto porque este lunes Argentina pagó intereses de 72% para sostener al peso. ¿Cómo se hace eso?
Siempre va a haber gente que tiene pesos y que quiere colocarlos en lo que le de más ganancia. Cuando el dólar está subiendo, es lógico que quiera comprar dólares. Pero si más gente demanda dólares o cualquier otra cosa, esa cosa sube. Esto lo sabe cualquiera que vaya a la feria. Entonces el gobierno lo que estaba haciendo es vender millones y millones de dólares para que la oferta iguale a la demanda. Y primero se estaba desfondando al Banco Central y luego dilapidando el dinero que le aportó el FMI. Fueron a pedir más, pero el FMI les dijo que solo le daba un poquito más, y si no lo usaba para quemarlo así. El FMI tiene que recuperar ese dinero algún día y Argentina no tiene un historial de buen pagador.
    ¿Qué otra herramienta queda? Hacer que otra cosa dé más ganancia que el dólar. Inventaron unas letras de liquidez (leliqs) que vienen a ser un conforme a pagar en una semana. Los bancos reciben pesos de plaza y los invierten en leliqs y así el gobierno logra que no los usen para hacer subir el dólar. El Banco Central eleva la tasa de esos bonos (similares a nuestras letras de regulación monetaria) hasta que el rendimiento sea superior al que dejaría el dólar.
    Idea genial. Caso cerrado.
    El primer inconveniente es que por los intereses de las letras pagarán 45 millones de pesos argentinos por mes. Bueno, nada en la vida es gratis.
    El segundo inconveniente es que eso afecta otras cosas, además del dólar.
    Primero, retira dinero de plaza. Eso es bueno cuando la economía está "recalentada": hay más plata que aumento de la producción y por tanto las cosas subirán; habrá inflación. Pero se supone que cuando hay recesión hay que hacer lo contrario, conseguir que haya más gente comprando.
    Segundo, si un banco puede prestarle al estado a 72%, cuando venga un cliente no le va a cobrar menos que eso.
    Sumados esos dos "inconvenientes" dan esto: a quien quiera invertir en producir más quizá no le va a convenir hacerlo. Porque le va a salir caro el costo financiero y porque menos gente le va a poder comprar y no podrá vender sino a precios bajos.
    Por eso, a la salida de la dictadura, en Uruguay se criticaba a la política económica tachándola de ser recesiva. Está bien que la inflación esté controlada y hasta para eso es bueno que el dólar no suba hasta las nubes, pero no tan bien que ara eso se paralice al país. No tan calvo que se le vean los sesos.
    Argentina parece estar ahí. No sé qué otra cosa mejor podría estar haciendo a esta altura. Pero queda claro esta no es una política de reactivación. Joseph Stiglitz, semanas antes de recibir el Nóbel de Economía criticó al FMI en un artículo que en un momento, hablando de las crisis de los tigres asiáticos en los 90, decía que habían salido de la crisis, porque todas las crisis terminan; no gracias a las políticas aconsejadas por el FMI. La esperanza que esto da a los argentinos es que esta crisis termine algún día, como todas las crisis.

    Sólo para comprender, ¿en Uruguay cómo se maneja esto? En los últimos diez o doce años hubo cambios en los instrumentos usados.
    Para empezar, aquí había aumento de exportaciones, de turismo y de inversiones, así que el problema no era que se acabaran los dólares en plaza sino que bajaban por exceso de oferta. Durante unos años, el Banco Central se dedicó a comprar dólares para achicar la inundación. Simultáneamente, para no emitir, subió las tasas de sus letras en pesos para que la gente colocara sus ahorros en pesos que usaba para comprar dólares.
    Eso es caro, porque hay que pagar interés por los bonos; pero creó una enorme reserva de divisas que se creía que se iban a necesitar porque había comenzado la crisis internacional. El problema era que más y más dólares llegaban y se vendían para tener pesos para comprar bonos. Un círculo vicioso.
    Entonces, el contador Mario Bergara anunció un cambio de sistema. Se dejó quieta la tasa de interés y se comenzó a controlar la inflación quitando pesos de plaza. La inflación había sido definida como el problema principal. En una economía algo recalentada, una pizca de achique no provoca recesión.
    En el último par de años el dólar subió en el mundo. Aquí se vivió con algunos saltos bruscos, sobre todo cuando grandes ahorristas, como las AFAP, cambiaron de moneda su cartera. El Banco Central, entonces sí, retiró o aportó dólares a plaza; no para luchar contra el dólar global, sino para "alisar" las oscilaciones bruscas. En general, además, compró dólares baratos y vendió caros. No ganó plata porque las reservas que nos vienen salvando de una corrida se mantienen a costa de pagar interés.
    Es decir, volviendo al principio, ninguna herramienta sirve siempre. Los mecanismos de oferta y demanda son iguales aquí, en Argentina y en Malawi. Lo que es distinto, en todo caso es la urgencia. En Uruguay nos venimos salvando de una crisis generalizada, aunque crezcamos poquito. Por eso no tuvimos que recurrir a medidas devastadoras.