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Con más de treinta de trabajo como periodista, se destaca como conductor e informativista de radio y televisión.

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CFI en Macondo

11.Oct.2006

El informe encargado por la Corporación Financiera Internacional sobre los efectos de la instalación de las plantas de celulosa en Fray Bentos es lapidario: las plantas no causarán efectos ambientales negativos.

Gerardo Sotelo
Ni peces con dos cabezas ni cáncer infantil ni lluvia ácida: los grupos "miedoambientalistas", que sembraron de pánico la región siguen perdiendo pie. Sin embargo, nada de esto asegura el fin del conflicto. Entre la manipulación informativa, la imprevisión uruguaya, la devaluación institucional argentina y el populismo kirchnerista, el conflicto de las "pasteras" terminó demostrando que Macondo no es un lugar fantástico, surgido de la imaginación de García Márquez, sino una singularidad de los sudamericanos, capaces como somos de matar y morir por una idea, aunque esta no se corresponda con las leyes de la realidad.

No sería difícil trazar un paralelo entre el conflicto por las plantas de celulosa y otras distrofias continentales, como la guerra interminera en Bolivia, el bloqueo brasileño a todo acuerdo comercial extrarregional, la indiferencia chilena con la suerte de sus vecinos, el bochorno institucional ecuatoriano, la perenne corruptela paraguaya, la masacre militar y narcoguerrillera de Colombia, la vocinglería chavista y la impertinencia kirchnerista. Tampoco sería antojadizo establecer la responsabilidad de la dirigencia continental en la generación de la miseria y la exclusión, los verdaderos rostros de la Macondo en la que malvive la mitad de sus compatriotas.

Entretanto, el prestigio de Uruguay crece con su economía, su estabilidad financiera y su seriedad institucional. El estudio de la CFI parece confirmarlo. No obstante, ciertos ramalazos de Macondo sobreviven en algunos actores sociales. Como el Pit-Cnt, que ve crecer los salarios, el empleo y las exportaciones y reclama un cambio ¡del modelo económico! Aunque bastante más sensatos y responsables que los "miedoambientalistas", los dirigentes gremiales también conocen las técnicas del lenguaje tremendista.

Otra fantasmagoría pseudoprogresista instalada días atrás en nuestro Macondo oriental es la "extranjerización de los frigoríficos". Quienes comparten esta inquietud confunden una condición (la extranjería) con una intención (la de coaligarse para perjudicar al país) en una asociación de ideas típicamente conservadora. En sentido contrario, deberíamos suponer entonces que si los frigoríficos fueran todos "nacionales", sus dueños servirían a fines patrióticos y trasladarían a productores y consumidores los frutos íntegros de sus esmeros.

Quien pareció reaccionar contra el Macondo charrúa fue el ministro Mujica. En un gesto que lo enaltece, Mujica reconoció que si se hubiera aplicado su solución para el endeudamiento agropecuario, el Banco República habría ido a la quiebra. Para colmo, se confesó crecientemente liberal y defendió la idoneidad del mercado para asignar recursos y fijar precios. El veterano dirigente tupamaro se anima a decir en voz alta lo que muchos de sus colegas prefieren manejar con disimulo. Si es cierto que "la revolución es el vacilar de las cosas", como decía Hegel, las vacilaciones de Mujica amenazan con causar una revolución en los sectores tradicionalistas de la izquierda uruguaya.

Lo cierto es que el informe de la CFI duró lo que un lirio: alguna mano misteriosa lo sacó de la página web del organismo a pocas horas de haber sido colgado, tras el revuelo que armó su difusión en Radio Sarandí. Dicen en Washington que era sólo un borrador, y que nunca debió tomar estado público. Tratándose de una rencilla entre sudamericanos, hasta la capital del imperio es capaz de tener su propio Macondo.



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