Montevideo PortalColumnistas

Sobre el autor

Los hermanos Kronfeld viajan por el mundo y lo cuentan en www.tresalavuelta.wordpress.com, a través de Facebook en la página "A la Vuelta", en Twitter @ViajeAlaVuelta y en Instagram ViajeAlaVuelta

Más columnistas

imagen del contenido Escribe Ana Jerozolimski
“Al ver las imágenes de Juan Guaidó regresando a su país (. . . ) lloré de emoción.
imagen del contenido Escribe Esteban Valenti
La diferencia en los indicadores de la violencia entre los barrios de la costa y del norte y el oeste de Montevideo corresponden prácticamente a dos países diferentes.
imagen del contenido Escribe Pablo Mieres
imagen del contenido Escribe Eduardo Gudynas

Ángeles en el infierno: paradoja en Filipinas

01.Abr.2016

Al investigar los puntos a conocer en Filipinas se abrirán muchas ventanas: habrá playas, islas, ciudades, rincones y Ángeles. ¿Ángeles? Sí, Ángeles.

Ángeles es el nombre de una ciudad ubicada a poco más de dos horas de Manila. Su historia cuenta que desde 1903 y hasta 1991 albergó la base aérea Clark de los Estados Unidos: la base más grande del mundo fuera de Norteamérica. Pero las consecuencias fueron más allá.

Al haber tantos soldados en la zona, la ciudad se transformó por la mera demanda de entretenimiento de los soldados americanos. Entonces, los bares y cabarés se empezaron a adueñar del centro de la ciudad.

Debido a la presencia de la base, Ángeles se convirtió en el hogar de una gran colonia de extranjeros y muchos estadounidenses optaron por quedarse a vivir permanentemente en la zona. Desde los primeros días de la Base Aérea Clark, Ángeles se transformó en un centro para la prostitución y el turismo sexual. Un artículo de la BBC lo definió como "el centro de la industria del sexo Filipino" y lo denominó "La ciudad del pecado". Sin embargo, el gobierno local la redefine como la "capital del Entretenimiento" sin ánimos de cortar los ingresos de esta industria.

Llegar hasta allí es una experiencia única. Y lo más impactante está al caminar por la Walking Street, la peatonal del deseo.

Prostitutas en la calle, bares sobre la vereda y muchas chicas simpáticas regalando halagos son los platos de bienvenida. Lo primero que llama la atención es que la edad promedio de los hombres es exageradamente alta. Abuelos (o bisabuelos), de Estados Unidos, Europa, Australia, India, Japón, Corea y países árabes, desbordan los lugares. Casi todos andan jugando a ser jóvenes pero con arrugas, llenos de tatuajes o vestidos con estilo jovial, derrochan baba, plata y desagrado. Hay jóvenes, pero muy pocos. La mayoría de ellos deambulan consumidos por las drogas.

En la calle, además de chicas (casi todas muy chicas) abundan los vendedores de cigarros, que al acercarse al cliente también le ofrecen Viagra y Valium, además de cocaína, marihuana y éxtasis. Mediante argumentos "sólidos" intentan convencer de que para pasarla bien hay que drogarse, de que para tener buen sexo se necesita esa "pastillita" y finalmente, si no has podido dormir bien, lo mejor es tomarte un Valium y dejarte llevar.

Como muchas veces en Asia, sus vendedores no saben ni lo que venden. Acostumbrados a abastecer a ancianos ofrecen Viagra también a los jóvenes, que se ríen, intentan explicarles que no van a comprar y siguen camino.

Desde la barra del bar se ven hombres muy mayores, veteranos, señores "educados" que se comportan como deben en su continente y son muy maleducados en estos lugares, en que los modales se venden al precio del peso filipino.

Una imagen que resume este concepto es el restaurant Halal que vende shawarma entre dos prostíbulos. Halal es el término que certifica que la comida está cocinada de manera correcta según la religión musulmana, revisada por organismos religiosos. Aquellos que rezan y sirven a dios durante el día o al momento de comer, se codean con el diablo cuando cae el sol.

Hay imágenes que parten el alma. Dos prostitutas con sus hijos bajan de un triciclo. Los chiquitos bajan primero y luego ellas, que ni bien se cruzan con un hombre le dicen "volvé más tarde". Los niños todavía visten el uniforme de la escuela pero ya entraron al prostíbulo y se perdieron tras una cortina.

Al caer el sol, la fiesta se pone más intensa. La música se apodera de la calle, las luces bajan y el lugar empieza a mostrar su "mejor" cara, esa por la que los extranjeros se mueren de amor.

La Walking Street, una peatonal angosta, de unas cinco cuadras de largo (la calle sigue pero ya no hay oferta sexual), alberga en sus dos aceras varios bares, uno al lado del otro. Todos tienen la puerta abierta pero no se puede ver hacia adentro, porque hay cortinas que no lo permiten. En la puerta, un par de chicas y serenos invitan al público a pasar, ver y por qué no, tomar algo.

Adentro se vive el infierno. Cada lugar está plagado de chicas, no sólo de tamaño sino también de edad. Es imposible asegurar que sean menores, (los carteles indican que no pueden trabajar antes de los 18) pero no parece imposible.

Entrar a pocos lugares alcanza para sentir odio, rechazo. En toda la calle hay más de 50 lugares y en cada uno hay más de 200 prostitutas, casi todas niñas que no saben ni lo que hacen.

Ángeles existe porque hay gente que viene y consume de su veneno. Porque la pobreza se viste de sirvienta sensual y a muchos no les queda otra que vivir como esclavos.

La canción "El tiempo me enseño" de Tabaré Cardozo dice: "prefiero ser un tipo pobre, a ser alguna vez un pobre tipo". Ángeles está lleno de gente pobre y la miseria los obliga a ser cuerpos a la venta, víctimas del tráfico de drogas y la mala vida. Del otro lado, aunque hay más estilo, más estatus y mejor impronta, está lleno de pobres tipos.