El pasado 20 de mayo el Ministerio del Interior difundió datos estadísticos de la actividad delictiva en el segundo semestre del 2015, así como información acerca de los resultados obtenidos tras el primer mes de aplicación del denominado "Programa de Alta Dedicación Operativa" (PADO), una modalidad de trabajo policial habilitada por la última Ley de Presupuesto.
Quiero formular algunos comentarios a propósito de la información proporcionada por el ministro Bonomi, que contiene elementos de verdadero interés.
Lo primero a señalar y reprobar es que recién a fines de mayo el Ministerio del Interior dio a conocer las estadísticas del delito correspondientes al segundo semestre del 2015. En los tiempos que corren, esa demora es inaceptable. Solo se explica si suponemos que no se quiso difundir cifras que muestran que los principales delitos volvieron a crecer, mientras no se tuviera algo positivo para mostrar también. Esto es manipular la información.
Las cifras totales correspondientes a denuncias por homicidios, rapiñas y hurtos volvieron a crecer del 2014 al 2015. Los homicidios pasaron de 268 a 289; las rapiñas, de 20.114 a 21.126; los hurtos, de 105.892 a 108.755. El delito sigue aumentando, pues, y no porque crezca la envejecida población uruguaya. Recordemos que, en esta materia, la promesa de campaña del Dr. Tabaré Vázquez fue reducir las rapiñas en un 30% al cabo de su mandato. Esperemos que no pase lo mismo que con otra promesa importante, la de no aumentar los impuestos...
Doy por descontado que algunos lectores de los que llegaron hasta aquí, me estarán reprochando que no dé por incumplida ya la promesa electoral del gobierno. Pero no hay que apresurarse a enterrar las esperanzas. A esta administración le faltan tres años y medio de gestión todavía y, lo que es más importante, aparecieron en el horizonte señales alentadoras. A ellas precisamente queremos referirnos.
En poco más de 30 días de aplicación, el PADO al que aludíamos al comienzo de esta nota produjo resultados auspiciosos. En los departamentos donde se puso en práctica, que son los de Montevideo, Canelones y San José (es decir, el área metropolitana donde tiene lugar más del 90% de las rapiñas que se cometen en el país), y por el lapso que va del 11 de abril al 16 de mayo del corriente año, las rapiñas disminuyeron un 14,2% en Montevideo, un 33% en Canelones y un 14% en San José, con relación a igual período del año anterior.
Se dirá, con razón, que el plazo considerado es demasiado breve como para sacar conclusiones. Sin duda es así, y habrá que esperar por lo menos un año entero, de manera de tomar en cuenta todas las variaciones estacionales, para hacer una evaluación cabal del programa. Aun con la prevención indicada, hay que saludar esos primeros resultados, francamente alentadores.
El PADO cuenta con mil efectivos que trabajan en un régimen de alta dedicación, pero según la información que brinda el Ministerio del Interior, es mucho más que un refuerzo del personal policial. Es también y principalmente un nuevo método de trabajo, que despliega los efectivos disponibles en función de los lugares y horas en los que la información indica que se concentran los delitos.
Seguiré atentamente la marcha de este programa, con la expectativa de que los auspiciosos resultados iniciales se vean confirmados e incluso mejorados en los próximos meses. Desde ya, sin embargo, adelanto algunas reflexiones sugeridas por los primeros datos.
Lo que salta a la vista, en mi opinión, es que para combatir al delito el arma más importante es la Policía. ¡Chocolate por la noticia!, dirán algunos. Sí, parece obvio, pero no lo es. Por eso se insiste una y otra vez con el aumento de las penas como la gran medida a tomar para frenar la embestida de la delincuencia, pese a que no hay evidencia empírica que respalde ese criterio. Acabamos de verlo a propósito del abigeato. La información difundida al discutirse el tema en el Parlamento indica que, en el año 2015, de aproximadamente 1.600 casos denunciados la Policía solo aclaró unos 70, es decir, menos del 5%. Aunque las cifras proclaman a gritos que hay allí un problema grave de ineficacia policial, la solución reclamada por los productores rurales e impulsada por el Poder Ejecutivo es el aumento de las penas. ¡Como si tratar con más severidad al pequeño porcentaje de casos aclarados, resolviera el problema del 95% de casos que no se aclaran! Todo el episodio me recuerda el viejo cuento del borracho que había perdido las llaves de su casa en el fondo de un oscuro callejón, pero las buscaba bajo la luz del farol de la esquina porque le resultaba más cómodo...
En el área metropolitana mejoró la eficacia de la acción policial y las rapiñas disminuyeron, sin que haya habido aumento de las penas, sin que haya entrado en vigencia el nuevo Código del Proceso Penal, sin que hayan mejorado los resultados educativos, ni el índice de Gini, ni la tasa de empleo, ni la mar en coche...
Evitemos, por favor, la tentación de las falsas oposiciones. Reclamar mejor gestión policial no va en contra de nada de lo demás que hay que hacer para mejorar la convivencia y reducir al mínimo posible la actividad delictiva: políticas sociales, medidas legislativas, mejoramiento de la Justicia, rehabilitación de los penados, etc.
Pero primero lo primero: si la Policía anda bien, a los delincuentes les va a ir mal. Esta es la vieja y sencilla verdad olvidada, que los primeros resultados del PADO han venido a recordarnos.