Joaquín DHoldan: Escritor y Dramaturgo de la Villa del Cerro radicado en Sevilla.
Twitter: @joadoldan
Hace varios años se pusieron de moda en España los programas de cocina. En ellos, un grupo de aspirantes elaboraban, a contrarreloj y bajo cierto aire marcial, platos complejos, para paladares expertos. Se creó una moda (una "alta cocina, de diseño o gourmet"), que se trasladó a muchas plazas de comidas. Los participantes iban siendo eliminados y expulsados, siempre pensé que ahí radicaba su éxito. Uno quiere que gane el que te cae bien, ya que por Tv no se puede saborear nada. En aquel entonces pensaba que si ese formato llegaba a Uruguay (sé que ya lo hizo), estaría bueno que no hubiera reloj. La parte más linda de cocinar es hacerlo despacio, ¿no? También apostaba al regreso de los platos abundantes y a cierta ternura que tiene en la memoria colectiva ese acto de amor hacia los demás: cocinar. Las palabras "competencia" y "eliminación", no van por esos lados.
Los"nuevos cocineros" (en general hombres, sobre todo los famosos), mientras presentaban libros y aparecían en varios "shows de realidad", reivindicaban que lo suyo era "arte". En tanto que creaban cosas nuevas, "eran creativos", decían.
Paralelo a los programas de "chefs" se supo que algunas altas cocinas tenían becarios en régimen de esclavos. Estudiantes capaces de lo que sea por aprender a cocinar con las nuevas estrellas de la televisión.
En el libro "Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación", Alessandro Baricco explica a la perfección este fenómeno. Usa otros ejemplos, el fútbol, los vinos, los libros. Pero podía haber usado perfectamente la cocina, la música, el cine e incluso el teatro. El fenómeno es el siguiente. Un sitio cultural es invadido y transformado para su consumo. Así, los libros más vendidos lo son por algo ajeno al libro.
Por ejemplo: en un teatro hay una obra con un texto profundo, grandes actuaciones y una bella puesta en escena, a su lado, otra protagonizada por dos caras habituales de la televisión. ¿Cuál es la más vista? La calidad es secundaria a la respuesta. Irónicamente el público de ambas, al otro día, dirá que fue al teatro la noche anterior (¡Los bárbaros!)
¿Fuimos invadidos sin darnos cuenta o algo peor? Baricco dice que hemos mutado. Nos han salido branquias. No podemos concentrarnos. No soportamos el aislamiento. Consumimos sin parar de forma rápida y superficial. Todo por dos cliks.
Pero existe la resistencia. Te invito a formar parte de ella.
Miramos partidos de los cuadros de tu barrio. Leemos libros de ficción y poesía, que no son best selleres, ni serán hechos películas. Vemos cine de todo el mundo, no sólo de Hollywood (casi nunca de Hollywood). Cocinamos en casa, sin prisa, comidas sanas, con lo que tenemos, porque no importa, el centro de comer es el alimento y el ritual de compartir. No es probar un bocado sino respetar que en un mundo lleno de hambre comer es un acto de respeto. Colectivo, no exclusivo.
Algunos te querrán confundir. Los bárbaros asocian la cultura al consumo. Por eso te dicen que la comida, el teatro, el cine o lo que sea, es exclusivo, caro, da estatus. De allí viene el concepto de jet set, de estrellas y alfombras rojas. No te dejes mentir. Vestirse bien es barato, hay ropa usada preciosa y elegante. Oler bien es estar limpio. Comer bien es comer sano. Consumir cultura no es un privilegio, tiene que ver con un sistema educativo que no puede medirse por las pruebas PISA, ni por las estadísticas que manejan los países ricos.
Debemos ser fieras, defendiendo nuestra cultura. Tenemos derecho a que nos entretengan sin que nos obliguen a consumir. Tenemos derecho a odiar la publicidad agresiva. Sobre todo si está en todas partes, como lo Bárbaros.
En este marco es que quiero hablarles de "Fiera", porque ellos mismos, rebeldes, punks, modernos, pero sobre todo grandes músicos, combaten a los Bárbaros donde más les duele. Este dúo sevillano se junta con colectivos y hacen lo que quieren. Y luego dan su música. Toda, gratis. A muchos nos gusta tanto que vamos y la compramos, por el placer de ver girar el vinilo de un grupo diferente. Por fin. Ni modas, ni influencias. Creadores, algo nuevo. Rebeldes.
Darío del Moral y Pablo Peña, que tras seis años de su primer disco "Déjese llevar", presentan "Aljarafe" (nombre de la zona, hogar dormitorio, de Sevilla... como si les dijera "El Pinar"). Su post punk minimalista te atrapa con el bajo -y con él- te lleva por sonidos únicos, usando como instrumentos cacharros y materiales que encuentran a mano, desde una aspiradora rota a tubos de PVC, pasando por sierras o planchas de chapa, que combinan con algunos instrumentos de electrónica analógica. Gritan letras que no renuncian a nada, son divertidas, pegadizas, profundas y satíricas. Bailen, salten, escuchen... ¡Despierten!