Semanas atrás Ope Pasquet escribió una columna que tituló "Las contradicciones que nos detienen" en la que, con la lucidez conceptual y la fina pluma que lo caracterizan, señala la "contradicción entre las aspiraciones de mayor bienestar material de la sociedad uruguaya, y la ideología de raíz marxista que inspira a los sectores políticos y sindicales que pesan hoy decisivamente en la vida del país". Concluyendo que "Tenemos que decidir de una buena vez qué queremos, y actuar en consecuencia. O vamos para el lado de la Venezuela de Maduro, la Argentina de los K y la Cuba de los Castro (...), o tratamos de seguir el camino por el que tantas naciones de Occidente lograron, democráticamente y en libertad, alcanzar el desarrollo económico, el bienestar de su gente y una más justa distribución del ingreso. Lo que no tiene sentido y nos hace daño a todos, es seguir con el freno de mano puesto mientras apretamos el acelerador" (http://columnistas.montevideo.com.uy/uc_302789_1.html; vale la pena leerla o releerla). Pasquet abordó el tema por lo alto, señalando los conflictos irreconciliables entre los fundamentos ideológicos y doctrinarios del complejo libertad-democracia-capitalismo vs. su contracara control-dictadura-socialismo (que por cierto tampoco consagra la igualdad). Mi abordaje en esta columna es mucho más pedestre y microscópico: digo que el mayor responsable de fogonear la esquizofrenia colectiva es el Frente Amplio y su gobierno.
LOCOS O MENTIROSOS
Esquizofrenia: nombre genérico de un grupo de enfermedades mentales que se caracterizan por alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida del contacto con la realidad (de Wikipedia, claro). Tal cual el Frente y su gobierno; o están del coco, o son unos perversos mentirosos. Díganme, si no, cómo atar estas moscas por el rabo:
¿Esquizofrénicos o hipócritas? ¿Ambas cosas? ¿Otras patologías? Vaya Ud. a saber; pero queda claro que sobre estas bases no puede desarrollarse un diálogo constructivo. Hundamos ahora el cuchillo en el caso que irrita más la sensibilidad colectiva en estos días.
VERGÜENZA NACIONAL
El "caso Sendic" ha trascendido fronteras hace tiempo. No por la estatura intelectual del personaje, ni por su producción artística o cultural, ni por sus antecedentes como dirigente político o social, ni por ningún mérito personal reconocible. Ocurre que el tipo es vicepresidente de la República y presidente del Senado y de la Asamblea General, y en tales condiciones, para nuestra vergüenza, representa a todos los uruguayos. La lista de agravios a la ética pública en los que ha incurrido Sendic, se agigantó en estos días por su embestida mediática y judicial (suya y de sus secuaces), con el inocultable múltiple propósito de "ablandar" a la barra antes del Plenario del F.A., a la prensa que sigue ventilando sus desviaciones, y a la justicia que está estudiando las denuncias que lo involucran. En esta atropellada lo acompañan sus promotores políticos: Mujica y el MPP, Castillo y el PCU, y de a ratos Tabaré Vázquez, que dice un día una cosa y al siguiente otra, zarandeado por los pechazos de la interna y por sus propias inconsecuencias. En el medio, triste papel, quedó el Tribunal de Conducta del Frente Amplio, Javier Miranda, y la caja fuerte que guarda el fallo secreto que conoce el país entero, y que Sendic ya anunció que se pasaría por sus partes pudendas. ¿Cómo hacen los que lo defienden para que no les tiemble la voz? Igual que hacen cuando afirman que en Venezuela resplandece la democracia y que el gobierno popular de Maduro está siendo acosado por un complot del imperialismo yanqui. Igual que sobreviven con las absurdas contradicciones que anoté más arriba y todas las demás que se pueden listar. ¿Vale la pena señalar los abusos al sentido común, a la decencia y a la honestidad intelectual, en que incurrió Sendic en su raid del 25 de agosto por los comités de base? De repente en otra columna, para que a nadie se le ocurra olvidarlo. Ahora solo voy a citar textualmente una frase que marca la cota más alta de cinismo, torpeza o mitomanía extrema, cualquiera de las tres, hipótesis descalificantes: "Tengo la absoluta tranquilidad de haber actuado con la verdad, a lo largo de toda mi vida política". Cerrá y vamos, licenciado; y cuando salgas, llevate a Topolansky.