Por suerte, siempre hay un villano a quien culpar
Ahora fue el subsecretario del MIDES, Lauro Meléndez. Como en cada oportunidad en que los déficits sociales no se compadecen con las intenciones del partido de gobierno, que lleva nueve años conduciendo al país con el viento a favor de la bonanza económica, ahora Meléndez culpa al neoliberalismo de los años 90 por la existencia (hoy) de indigentes que duermen en la calle y adictos a la pasta base.
En la línea argumental del subsecretario, el neoliberalismo se vincula a incitación al consumo: "el fenómeno de la pasta base tiene su origen en el modelo económico neoliberal", transcribe El País, "porque la droga es una mercancía. Un modelo donde la mercancía y el consumo son de alguna manera a lo que se aspira, y que los gurises tengan todos Nike, y camisetas de una marca o de otra, lleva incluso a procesos de robo y violencia por el lado del consumo". Quien leyera esto en otro país, supondría que desde 2005, primer año de gobierno de la izquierda, no se estimula más el consumo de marcas suntuarias. Pero como no es así, es evidente que para Meléndez el incentivo consumista era satánico en los 90 pero no tanto en la época actual.
El sonsonete del neoliberalismo me recuerda al cuco del comunismo que algunos agitaron a partir de la fundación del Frente Amplio. Aquello de que si en 1971 ganaba el Frente, "secuestrarían a los niños y los mandarían a Moscú", o como dijo un inefable intendente de Rocha, "el marxismo quiere atrapar al Uruguay entre sus poderosos testículos". En ese entonces el cuco marxista era prospectivo: se asustaba con lo que ocurriría en el futuro si ganaba el Frente. Ahora, el cuco neoliberal es retrospectivo: todo lo que está mal en el presente se debe a los Chicago boys de antaño, personificaciones del mal que hicieron todo tipo de atrocidades, porque eran sucios, feos y malos.
El neoliberalismo es para muchos integrantes de este gobierno igual a aquella "mano negra del contrabando" que le quitaba la mamadera a Raquelita Díaz.
El expediente de pegarle a esta teoría económica es tan obvio y tan pobre intelectualmente, que a veces uno preferiría que se tratara de una manipulación de la opinión pública, en lugar de lo que realmente es: una demostración de ignorancia por parte de personas que tendrían que estar bien informadas, en atención a sus altas responsabilidades de gobierno.
Me pregunto de qué neoliberalismo hablan, si en Uruguay la única empresa pública privatizada fue Pluna, primero por los partidos tradicionales y luego por la propia izquierda. Si en 1992 el resultado del plebiscito contrario a la Ley de Empresas Públicas, cerró las puertas a cualquier intento de privatización, así fuera parcial. (Y gracias a eso, los actuales clientes cautivos de Antel tenemos que ver cómo se pagan con nuestra plata campañas tan caras y absurdas como la de aquel muchacho que explicaba de manera cantinflesca el cambio de numeración de Montevideo). Si más tarde la Ley de Ancap también fue rechazada en su tímido intento de incorporar un socio privado minoritario. Si es frenteamplista de pura cepa la actual Ley de Participación Público Privada, que contradice aquellos antecedentes de la izquierda y habilita un saludable alud de inversiones privadas en las empresas del estado, mucho más neoliberal que todo lo que hicieron los gobiernos anteriores. Si es el actual Presidente quien ha propuesto la idea de vender las dunas del Polonio, porque son "pa lagartear", extremo de enajenación del patrimonio natural del país al que no llegó ningún gobierno del pasado.
Si se pone en el haber neoliberal la reforma previsional que creó las AFAP, en ese caso pido que alguien me explique un camino alternativo para que no colapsara el sistema, en un país que llegó a tener una relación de un pasivo cada dos activos.
Si quieren conocer la opinión de un auténtico referente del neoliberalismo, lean a Ramón Díaz, que desde sus columnas en El Observador fue un crítico acérrimo de la conducción económica de los gobiernos colorados anteriores al 2005. Recuerdo su profunda y comprensible indignación con los negocios de ANCAP en Argentina.
También me pregunto si los críticos del neoliberalismo creen que Menem, en ese país, siguió esa teoría cuando concretó una grotesca privatización de monopolios.
¿Fue neoliberal estatizar bancos fundidos, como se hizo largamente en nuestro país? Todo lo contrario. Lo que pregona el neoliberalismo es achicar el estado, no engordarlo.
¿Fue neoliberal abrir la economía, estimulando las importaciones? Sin duda. Pero si eso es tan terrible, ¿por qué ahora se sigue haciendo? ¿O los televisores LCD que llueven sobre nuestros hogares sedientos de fútbol, son de fabricación nacional?
Dramas sociales como los de la adicción a la pasta base y los indigentes que duermen en las calles son de difícil solución. Soy consciente de que el gobierno está tomando medidas para subsanarlos. Pero utilizarlos para anatemizar una teoría económica que en realidad nunca se aplicó, es de una alarmante pobreza intelectual.
Como están dadas las cosas, es muy factible que el Frente Amplio siga gobernando por muchos períodos más. Aunque sólo fuera por eso, debería educar a sus dirigentes para que hablen con menos eslóganes vacíos y maniqueísmos pueriles.