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Políticamente incorrecto

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La columna de Álvaro Ahunchain

Sobre el autor

Nací en 1962. Dirijo Ahunchain Comunicación y asesoro en esta materia a empresas privadas y públicas y partidos políticos. Soy dramaturgo y director teatral, con piezas editadas en España, Francia y Estados Unidos y estrenadas en Argentina, Chile, Venezuela, El Salvador, México, España y Alemania. Ocasionalmente he producido y dirigido televisión. Ejerzo la docencia en la Universidad Católica, el CLAEH y la Escuela del Actor. Facebook: Alvaro Ahunchain Twitter: @alvaroahunchain

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La batalla por el baño

02.Abr.2012

 

 



Tal vez por una inconfesada afición por la escatología, los uruguayos estamos convirtiendo al cuarto de baño en un punto cardinal de nuestros hitos culturales. Primero fue la preciosa película "El baño del papa", de Enrique Fernández y César Charlone. Ahora es la ocupación del liceo 70 del Cerro.

En la película, la construcción de un baño al que alquilar en ocasión de la visita del Papa a Melo, se convertía en el símbolo del desamparo de quienes soñaban en vano con mejorar su situación de pobreza. En el hecho reciente del Cerro, la falta de un baño, similar a aquel que había sobrado en Melo, condujo a una sucesión dramática y surrealista de paro, ocupación, corte de rutas y cruenta represión policial.

Nos estamos acercando cada vez más al universo mágico de Macondo, donde todo es posible.

Es verdad que el estado debió prever que las reparaciones edilicias de los liceos estuvieran terminadas a la fecha de inicio de las clases. En el país del inefable "me desligo del tema", ahora son las autoridades del Codicen, por un lado, y de la Corporación Nacional para el Desarrollo, por el otro, las que intentan pasarse la pelota sobre la responsabilidad de este incumplimiento.

Pero también es verdad que la cantidad de liceos atrasados en este tema era ínfima, en comparación con los que sí estaban habilitados para recibir estudiantes; pero eso no evitó que el paro docente los afectara a todos.

El episodio más espectacular fue el vivido por el referido Liceo 70, donde al paro se sumó la ocupación por parte de docentes, padres y alumnos, corte de ruta y represión policial. ¿Y todo por qué? ¿Por el deterioro del sistema educativo público, con sus vergonzantes resultados de deserción, repetición y evaluaciones? No. Por un baño. Porque en el liceo no habían reparado el baño. En los noticieros de televisión, vimos al director general de Secundaria, Juan Pedro Tinetto, con el tono y el gesto de alguien que está superado por una situación que ya no comprende, diciendo que ofreció a los padres que contrataría de inmediato baños químicos, y que ellos rechazaron esa posibilidad. O sea que el motivo del conflicto es aún más surrealista: los ocupantes reclamaban el derecho de sus hijos a orinar en inodoros de loza.

No niego ni menosprecio la importancia de que un liceo de alta densidad estudiantil carezca de baños. Se habló también de falta de agua potable, lo que agrava aún más las condiciones sanitarias del lugar. Tampoco libro de responsabilidad a los inoperantes de siempre que no pudieron resolver ese problema tan sencillo en tiempo y forma. Simplemente aporto mi extrañeza sobre este nuevo ejemplo de desproporción entre las medidas emprendidas y sus causas. Es cierto que el contribuyente paga lo suficiente como para que la enseñanza pública se brinde en condiciones más decorosas. Pero impedir que se dé clase, aunque el marco edilicio no sea el debido, es algo así como dejar de dar de comer a alguien porque no se dispone de platos y cubiertos adecuados. Se puede dar clase en una casa, en un salón comunal, en una plaza. El lugar no importa. Ni siquiera importa que haya sillas. Lo único que no debe faltar es un docente con pasión por enseñar y estudiantes con avidez de aprender.

La manera de razonar de quienes impulsan estas protestas maximalistas está claramente especificada en un artículo titulado "Barranco abajo", del blog "Refundación comunista de Uruguay", al que se puede acceder con el siguiente link:

http://refucomunistauruguay.blogspot.com/2012/03/barranca-abajo.html

Su autor infiere que la carencia edilicia del liceo 70 se enmarca en una estrategia que une al gobierno frenteamplista con los partidos de la oposición, consistente en desmantelar la educación pública para favorecer a los privados, en consonancia con los dictámenes del FMI y el BID. Este fue exactamente el mismo argumento que se utilizó para defenestrar la reforma de Germán Rama, sólo que ahora se mete en la misma bolsa satánica al Frente Amplio, que ayer sumaba su voz a ese dislate.

Las implicancias político-partidarias empiezan a dar asco. Se supo que una alta autoridad de la Fenapes propuso suspender los paros docentes hasta después de la elección de presidente del Frente, el 26 de mayo. Se habla de un hostigamiento de la mayoría comunista de ese sindicato para "acentuar las contradicciones", vieja consigna revolucionaria, y este párrafo de la nota del blog al que me referí parece ir en esa misma dirección: "La gran interrogante es que hará Mujica el día que esa violencia policial desproporcionada deje un mártir estudiantil tirado en el asfalto". Se menciona esa hipotética tragedia como un paso siguiente en el agravamiento de un conflicto que pondría al frenteamplismo gobernante en posición de "neoliberal, entreguista, burgués, capitalista" y demás motes al uso.

¿Es eso lo que se está buscando? ¿No se dan cuenta que agravando este conflicto, son ellos mismos los que le hacen el caldo gordo a la educación privada, prácticamente empujando a las familias a que hagan esfuerzos sobrehumanos para pagar los liceos en que sus hijos puedan asistir a clase todos los días, sin paros, ni ocupaciones, ni represión policial? ¿A qué están jugando? ¿Por qué utilizan en su juego a las personas más frágiles, a los chiquilines más vulnerables? ¿Realmente temen que haya un mártir estudiantil o íntimamente lo desean, para seguir "acentuando las contradicciones"?

Es el momento de que esta dirigencia sindical, que representa una proporción ínfima de la totalidad de docentes del país, sea derrotada por un nuevo nucleamiento de profesores que no se dejen correr con el poncho y representen en su proceder la verdadera vocación por enseñar, que nada tiene que ver con esta politiquería barata y malintencionada.