El sábado pasado estaba destinado a ser un día de gloria en la vida de Martín Daián. Este montevideano, cinéfilo desde la infancia, había invertido todos sus ahorros en cumplir un sueño, en hacer realidad una utopía: reabrir el cine Grand Prix del barrio Cerrito, con capacidad para más de 700 espectadores.
El sábado era el día en que reabriría sus puertas al público. El Grand Prix volvería a su pasado de gloria. No se convertiría en uno más de esos templos en los que algunos delincuentes, Biblia en mano y amparados legalmente por una errónea interpretación de la libertad de cultos, lucran con la inocencia de los pobres. Como en la canción Los fantasmas del Roxy de Serrat, la fantasía prevalecería sobre la decadencia del mundo real.
Pero algo no salió bien.
Faltó un bombero.
Expliquémoslo claramente, como lo hizo El Observador del mismo sábado. El establecimiento ya contaba con todos los permisos municipales. Incluso tenía la habilitación de Bomberos. Se le imponía la exigencia de que hubiera un trabajador de ese cuerpo, presente durante todo el horario de funciones, a un costo de 120 pesos la hora. Como cada jornada sería de 10 horas, Daián estaba dispuesto a pagar ese costo: 1200 pesos al día. 36.000 pesos al mes, a un bombero que lo único que haría sería estar parado ahí, controlando que no hubiera olor a quemado. Pero el propietario igual aceptaba pagarlo. ¿Entonces qué falló? Que no hay bombero disponible. Eso. El estado exige un requisito pero después no es capaz de proporcionar al funcionario que lo cumpla. No es difícil de imaginar que Daián, presa del desaliento por esta situación absurda, ahora ha manifestado su intención de bajar los brazos y vender todo.
En este blog suelo quejarme de dos grandes males nacionales: la falta de sensibilidad por la cultura y el escaso estímulo al emprendimiento personal. Habiéndome enterado del proyecto de Martín Daián, me disponía a destacarlo como una feliz excepción al conformismo. Ahora me encuentro en la dolorosa paradoja de tener que citar este nuevo fracaso, como un ejemplo más de nuestro deterioro cultural.
No sé si el sueño de este encomiable emprendedor hubiera sobrevivido al consejo de un asesor de marketing. En sociedades de inseguridad creciente como la nuestra, la tendencia del mercado de exhibición cinematográfica ha sido la de la quiebra de los grandes cines, y su sustitución por pequeñas salas múltiples en los centros comerciales. ¿Existe público para una sala de 720 localidades, en un barrio de clase media? ¿Puede siquiera autofinanciarse un proyecto tan riesgoso? Cualquier marquetinero diría que no. Yo me permito decir que sí. Porque hay algo que los expertos suelen no tomar en cuenta cuando analizan números: la pasión emprendedora. Este cine es el gran sueño de la vida de su propietario. Concurría allí siendo niño, fascinándose con la magia del haz de luz de colores que atravesaba la sala y dibujaba emociones en la pantalla. A la manera del protagonista de la película Campo de sueños, de Phil Alden Robinson, en que Kevin Costner sentía una voz interior que le ordenaba construir un campo de béisbol en su granja, Martín Daián soñó con reabrir esa sala. Y no sólo por una gratificación personal, también para recrear en el barrio un espacio de socialización y difusión cultural, como en los viejos y buenos tiempos. ¿Cómo le va a ir mal a una persona que pone tanta pasión y compromiso en su proyecto, por riesgoso que sea?
Tan jugado estaba a ese sueño, que no dudó en aceptar una condición ridícula como esta del "bombero incorporado", pagando una retribución desproporcionada, a la que seguramente no podrían aspirar otras personas que trabajaran allí de verdad. Pero en este país, todo fuego interior de quien se juega por la cultura, siempre tiene una manguera pronta para apagarlo.
Desde el domingo circula en las redes sociales una petición para superar esta situación absurda, que está siendo firmada con una celeridad proporcional a la injusticia perpetrada. Pueden suscribirla aquí:
En tanto, tengamos fe en que una omisión estatal tan ridícula no podrá doblegar los sueños de este gestor cultural ejemplar. Y que la magia del cine se impondrá sobre los mercaderes de Pare de sufrir. Para ellos, que estafan a la gente en lugar de cultivarla, ¿hay bombero?
ADENDA AL 10 DE JULIO
La loca aventura parece que tendrá un final feliz... Anoche informó Subrayado que el famoso problema del bombero está solucionado, y sólo queda una habilitación municipal que se concretará hoy martes 10. El noticiero fue enfático en la importancia que tuvo la recolección de firmas a través de las redes sociales, así que aprovecho para agradecer y felicitar a todos los que sumaron su indignación y rebeldía para que se hiciera justicia. Felicitaciones Martín Daián. Habrá Grand Prix Cerrito. ¡Habrá Roxy!