La mayoría de nosotros sabe que bajar de peso no tiene muchos secretos. Básicamente descansa en tres pilares: dieta, ejercicio y tiempo. Por lo que si uno desea perder unos kilos, alcanza con ir a un nutricionista, realizar una rutina controlada de ejercicios, y al cabo de un tiempo prudencial, se obtendrán los resultados esperados. Simple, ¿no?
Sin embargo, prácticamente todos nosotros hemos querido omitir alguno de (o todos) estos pasos, y hemos buscado miles de atajos, dietas mágicas, y todo tipo de recetas delirantes para bajar de peso aquí y ahora, sin realizar el esfuerzo y ni esperar el tiempo debido. ¿Por qué? supongo que es parte de nuestra condición humana. Tal vez no previmos con suficiente tiempo que queríamos llegar a un determinado peso, tal vez nos falta voluntad para privarnos de determinados gustos, o para encarar los ejercicios. Y, no menos importante, una vez logrado el resultado, no hemos tenido la constancia de mantener los necesarios buenos hábitos.
Algo semejante pasa con nuestro sistema educativo. No tiene muchos secretos, también descansa sobre tres pilares: un presupuesto adecuado, un plan, y tiempo. Y por supuesto, como en las dietas, un programa de mantenimiento a largo plazo, porque sino los resultados obtenidos se pierden. Pero, tal vez por los mismos motivos, buscamos recetas mágicas para obtener resultados aquí y ahora, sin destinar los adecuados recursos, sin tener un plan, sin esperar el tiempo suficiente. ¿Nos dimos cuenta a último momento de que nuestro sistema educativo precisa reformas? ¿Queremos arreglar todo sin hacer los debidos pasos? Entonces nos irá igual que cuando se hace la dieta de la luna, o cualquier otra semejante.
¿Realmente alguien piensa que se puede solucionar nuestro sistema educativo con este presupuesto? Puedo entender que ni a la derecha ni a la izquierda le resulte conveniente hablar de invertir más plata, pero no es honesto pensar que con este presupuesto educativo vamos a mejorar. Ningún país tiene un sistema educativo decente destinando lo que destinamos nosotros. No es un tema de plata me han dicho muchísimas veces. Discrepo, no es un tema sólo de plata, dado que hay otros dos pilares más. Pero sin destinar más recursos, no se obtendrán buenos resultados. Pensar otra cosa es engañarnos. El 80% de nuestro presupuesto educativo va a salarios, y los salarios son bajos. Es una realidad. Si queremos un buen sistema educativo debemos prestigiar la carrera docente. Nuestros mejores jóvenes tienen que desear ser maestros y profesores. Eso no se logra si un maestro o profesor Grado 4, 20 horas gana en el entorno de los $15.000. Precisan otro empleo más. ¿Cómo hacen para continuar su formación?
Como dije, un mayor presupuesto no es suficiente, aunque es indispensable. También hace falta diseñar un plan. Por supuesto que no se puede aumentar sin más los sueldos, hace falta todo un programa. Esto requiere consensos. Decir que todo es culpa de los sindicatos es sin duda una salida fácil. Ahora, ¿los sindicatos son los culpables de que nuestros docentes tengan una formación deficitaria? Si no hubiera sindicatos, ¿nuestros jóvenes se desesperarían por ser docentes? No lo creo. Para mejorar nuestro sistema educativo se precisa una formación muy superior a la que reciben actualmente nuestros docentes, y esto no se producirá mágicamente creando un Instituto de Formación ya que precisamos quienes pueda formar adecuadamente a nuestros futuros docentes. ¿Contamos con ellos?
Y por último, se necesita tiempo. Ver los resultados de esta inversión, tanto de dinero como de esfuerzo llevará un par de décadas como mínimo. Ningún partido político podrá capitalizar ese rédito. ¿Seremos tan mezquinos de negarle un futuro a las próximas generaciones, sólo por no poder disfrutar directamente de los resultados?
Podemos seguir fabulando con tener resultados de primer nivel sin invertir dinero, o sin tener un plan de formación docente, o sin esperar el tiempo suficiente. Y también podemos comernos todos los postres, y pensar que haciendo un día de ayuno durante la luna adecuada mágicamente bajaremos de peso. En el fondo, todos sabemos cómo funciona. Una educación mejor es posible, pero es más cara: en dinero, esfuerzo y tiempo. ¿Tenemos la voluntad?