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Columna de opinión del senador José Carlos Cardoso

Sobre el autor

Partido Nacional. Maestro. Consejero de Educación Primaria 1991/1994. Cuatro veces electo Diputado por Rocha. Vice Ministro Educación 2000/2002. Senador 2015/2020.

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Maestro.artesano de noble madera

23.Sep.2015

Jose Carlos Cardoso *

Una nueva celebración del día del maestro es un buen motivo para continuar analizando nuestra educación y sus problemas.
Es necesario revalorizar la profesión docente, eliminar lo que se llama en términos pedagógicos la molestia docente: docentes molestos, enojados, crispados, que deben discutir hasta el hartazgo con los gobiernos de turno el crecimiento salarial, docentes a los que se hace también -a veces- responsables de los fracasos del sistema educativo.
Decía Pablo Freire que para ser maestro no solamente hay que querer a los niños y a la profesión. Hay que creer en el proceso de la educación, tener paciencia infinita, ganas y entusiasmo como para llevar adelante una relación con esos seres pequeños que vienen a la escuela a aprender cosas con las que luego se desarrollarán en la vida. Esa profesión tan noble que abrazamos desde nuestra juventud y que hoy miles de uruguayos llevan adelante con esfuerzo, con dedicación, con convicción, merece una atención especial en el gran debate nacional sobre la educación.
El nivel de formación académica de los maestros ha estado en debate durante mucho tiempo. Uruguay es un país un poco extraño porque produce un título docente terciario pero no universitario y los esfuerzos que se han hecho para poder completar una carrera universitaria a nivel docente han naufragado en el campo político, ¿Por qué? Por diferencias en la concepción de cómo diseñar esa nueva carrera, básicamente por los compartimentos que están tan arraigados en el sector público uruguayo. Bastaría con liberar la formación docente para que las universidades privadas o la propia Universidad pública, llevaran adelante el proceso de formación de maestros y tendríamos así maestros universitarios lo que representaría un salto muy importante en materia de formación académica, post grados, continuidad en los aprendizajes.
Pero esto no ha sido posible y seguimos enredados en este debate sobre la formación docente y cada poco tiempo arrecia la crítica también al docente haciéndolo corresponsable de algunos de los problemas del sistema educativo. Los maestros siempre hemos asumido nuestras responsabilidades, las asumimos en el aula, cuando el niño fracasa en sus aprendizajes. Asumimos que no todo es culpa del sistema, de los programas o de las familias de los niños, reconocemos que también tenemos nuestras responsabilidades. Lo que no se puede asumir es que la gran responsabilidad sea del sector docente.
No hay reforma educativa sino contamos con los docentes, es imposible llevar adelante un cambio cualitativo que no incluya a los maestros y profesores, pero se necesita, además, una reflexión más profunda respecto a qué compromiso tenemos todos, familias, padres, actores sociales y políticos, los ciudadanos en general, sobre cómo debe ser el Uruguay educativo.
Hemos dicho muchas veces y reiteramos hoy: el Uruguay es lo que la educación haga de nosotros y no otra cosa. No es lo que la producción agropecuaria, la exportación de carne, el desarrollo industrial, el desarrollo comercial hagan de nosotros. Seremos lo que la educación haga de nosotros e iremos tan lejos cuanto más educados estemos. Esto no está asegurado hoy en el país. Está clarísimo que no tenemos la certeza de que el Uruguay esté educando más y mejor a sus niños y jóvenes. Nadie puede asegurarlo, ni siquiera lo hace el gobierno ni las autoridades de la educación. Todos nos hemos ido convenciendo que tenemos un problema que no sabemos resolver, que no podemos encarar cómo resolverlo y no porque las soluciones no se conozcan. Alcanzaría echar un vistazo hacia algunos países para saber cómo se reestructura un sistema educativo para hacerlo eficiente, moderno, actualizado.
En Uruguay, seguimos enredados, discutiendo, quejosos y mientras tanto obteniendo resultados pobres en materia de educación. Que este sea un tiempo de reflexión que nos ayude a encarar esos cambios y nos permita mirar al Maestro como recordamos a los nuestros, a nuestros propios maestros, con el afecto y el cariño de los otros padres que uno tiene en la vida.

Senador de la Republica

 



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