Reflexiones sobre el acontecer global y su interacción con la economía regional. Columna de Carlos Garramon, ingeniero agrónomo con especialidad en Economía Agraria, master en Economía Agraria en la Universidad Católica de Chile, PHD(c) de la Universidad de California, Campus Berkley. Funcionario de FAO en Roma, representante de FAO en la Argentina, consultor del BID, Banco Mundial, Naciones Unidas y PNUD.
La política exterior de EEUU se volverá menos ambiciosa. Se centrará más en fortalecer sus intereses políticos y comerciales concretos y menos en promover y sostener el sistema de orden global que crearon después de la Segunda Guerra Mundial.
La campaña de Trump a la Presidencia de EEUU sorprendió a la audiencia mundial por el contenido nacionalista, xenófobo y racista de su intervenciones y mensajes publicitarios. Quien las escuchase, quedaba perplejo ante su propia interrogante: ¿cómo en el siglo XXI y en el país más poderoso del mundo puede un candidato presidencial estructurar su campaña en torno a un núcleo de conceptos e ideas tan conservadoras en relación a los avances culturales y económicos que han conducido al mundo, y fundamentalmente a Occidente, desde la Segunda Guerra Mundial? . Sin embargo, el obsoleto sistema electoral de EEUU, el rechazo al establishment político representado por Clinton, un uso excepcional de la revolución de las comunicaciones, así como las perturbaciones y desplazamientos de capital y trabajo generados por la globalización, provocaron que el mundo quedase absorto la madrugada del 9 de noviembre cuando el candidato del Partido Republicano, Donald Trump, obtenía con holgura el número de delegados necesario para que el Colegio Electoral lo convirtiese en el cuadragésimo quinto Presidente de los EEUU. Desde ese mismo día el mundo se plantea una nueva interrogante: ¿en qué medida convertirá Trump Presidente sus anuncios y slogans de campaña en políticas nacionales e internacionales?. La respuesta a esta pregunta irá adquiriendo rasgos más claros desde el 20 de enero, e incluso adoptará una forma más acabada varios meses después de la asunción del nuevo Presidente. Sin embargo, el período de transición hacia el 20 de enero ha comenzado, lo que permite ir decodificando nombramientos y anuncios que esbozan un sendero, una orientación, que nos habilita a efectuar especulaciones, no solo en torno a la consistencia ideológica de "Trump candidato" y "Trump Presidente" sino, y fundamentalmente, en relación a como se modificará la política económica de EEUU y, en consecuencia, cómo se rediseñarán las relaciones internacionales y la economía global. Sin embargo, no es un ejercicio sencillo. Los anuncios de Trump como Presidente electo han sido pocos y en muchos casos difieren de los anuncios de campaña. Pero tratemos de extraer aquellos (algunos pocos) que han sido formulados con mayor consistencia y que por su naturaleza tienen alta probabilidad de convertirse en políticas a ser adoptadas por la nueva administración. En primer lugar deberíamos referirnos al anuncio formal de que EEUU se retirará del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) que venía tejiendo Obama a lo largo de sus dos administraciones. Esa iniciativa que articulaba comercialmente una docena de países del Asia Pacífico, pero que no incluía a China, era concebida por demócratas y republicanos como el "rebalancing" de la agenda internacional de la primera potencia, hacia ese foco regional que concentra el 50% del comercio mundial y el 40% del PBI. Obviamente Beijing asumió esa ofensiva como una agresión de EEUU sobre su propio espacio de influencia. En una respuesta muy rápida a la primera expresión proteccionista concreta de Trump, Xi Jinping respondió desde Lima, Ecuador y Chile con gestos y señales de cooperación económica y promoción del comercio de productos y bienes especializados con las 21 naciones integrantes del Foro de Cooperación Asia - Pacífico y con especial énfasis con América Latina. Otro anuncio destacable es la marcha atrás en relación al plan de infraestructura: "el plan de infraestructura no es parte del corazón de la agenda económica", dijo Trump. El plan ya consiguió lo que quería: ayudó a ganar la elección. Su implementación induciría a que subieran más las tasas de interés que la demanda de cemento. En un contexto macro, que ya prevé inflación e incremento de las tasas, ¿qué sentido tiene agregar más carbón a la chimenea?. Este es un anuncio que alivia en algo las expectativas de las economías de América Latina, fundamentalmente aquellas con alto nivel de endeudamiento. En una entrevista con el New York Times, Trump insistió en desconocer las conclusiones de la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático de París y los compromisos financieros que allí se aprobaron. A su vez, culpó oficialmente a China por su responsabilidad en la aceleración del deterioro ambiental y del cambio climático. La reacción de Trump ante la muerte de FIDEL: "murió un dictador", más allá de complacer a los votantes que le dieron su victoria en Florida, es una muestra clara de cuál será su postura política hacia la Isla. Es evidente que desmontará la mayoría de las acciones de acercamiento estructuradas por Obama, más aún cuando fueron éstas políticas contra las que reaccionó el exilio cubano en Miami y tradujo su desacuerdo quitándole el apoyo a la candidata demócrata. Es previsible que la relación entre EEUU y Cuba atravesará un período de alta tensión en los próximos años, o quizás meses, ya que a diferencia de Obama que solamente pudo restringir sus decisiones de deshielo y acercamiento al ámbito ejecutivo, Trump cuenta con la mayoría en ambas cámaras y, en consecuencia, su política hacia Cuba puede mantener o profundizar el bloqueo, o diseñar políticas de mayor confrontación. En política interna la casi segura nominación Steven Mnuchin como Secretario del Tesoro tiende a restablecer la confianza de Wall Street y la ejecución moderada de una reforma impositiva que, según lo anunciado en la campaña, disminuirá la carga sobre las capas medias de la sociedad y reducirá al 15% el impuesto a las ganancias corporativas.
Tener la posibilidad de identificar estas tendencias con anticipación no es únicamente un ejercicio teórico y periodístico, es muy relevante para ir repensando el posicionamiento de cada país o región en el nuevo mapa geopolítico y económico global. Así lo están haciendo aceleradamente grandes potencias como China y Rusia, además de muchos países del Asia y Europa.
En resumen, la política exterior de los Estados Unidos, con la excepción del combate conjunto con Rusia al Estado Islámico y el cambio de orientación de la política de acercamiento hacia Cuba, según los anuncios de estas primeras semanas, confirma que se volverá menos ambiciosa. Se centrará más en fortalecer sus intereses políticos y comerciales concretos y menos en promover y sostener el sistema de orden global que crearon después de la Segunda Guerra Mundial.