La columna de Hebert Gatto publicada el lunes pasado en El País, anticipa una discusión inevitable y sobretodo, esperanzadoramente provocativa; procura forzar una discusión que Uruguay se debe, un ejercicio de confrontación cultural de visos filosóficos y, residualmente pero más importante aún, de apertura a otra discusión tan útil como urgente." /> Vargas Llosa, Gatto y nosotros - Paramus / Columnistas - Montevideo Portal
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Columnas y análisis. Por Jorge Jauri

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Vargas Llosa, Gatto y nosotros

22.May.2018

La columna de Hebert Gatto publicada el lunes pasado en El País, anticipa una discusión inevitable y sobretodo, esperanzadoramente provocativa; procura forzar una discusión que Uruguay se debe, un ejercicio de confrontación cultural de visos filosóficos y, residualmente pero más importante aún, de apertura a otra discusión tan útil como urgente.

El propósito del columnista es la crítica de la autobiografía intelectual de Mario Vargas Llosa: “El llamado de la tribu”. Gatto celebra y crítica. Y por extensión natural renueva la convocatoria a esa otra discusión:la  que comenzara a vislumbrarse dos años atrás cuando el Partido Independiente intentara conformar un espacio “socialdemócrata” como coalición de una amplia comunión opositora. Personalmente señalé en aquel momento que aquel proyecto del PI era inconducente e iba a confundir y dilatar adhesiones.  Entonces tanto como ahora la obsesión de los Partidos es ampliar su base electoral por la vía rápida. Es natural pero había y hay que saber que ese propósito  de ampliar la base electoral en el confundido Uruguay de hoy debe cumplir, al menos dos requisitos: uno, partir de una base de ideas realmente atentas a la modernidad y sustentables en el largo plazo; dos, que esa estrategia sea útil, y en si misma sea capaz de seducir.  O sea, que ese intento sea capaz de cumplir una función provocadora inmediata, potente para mover las aguas, producir focos de atención atrayentes para iniciar un inevitable tramo competitivo en las agrupaciones políticas que se animen a adoptar dicha estrategia. Competencia necesariamente erudita y pasible de ser traducida por multiplicadores de opinión embarcados en esa experiencia. Competencia expuesta, de ribetes probablemente cruentos a la interna de los partidos. Competencia convenientemente publicitada desde el arranque.  

 

A poco de aquella convocatoria, la formación de un espacio socialdemócrata fue diluyéndose. Su implementación no había cumplido ninguno de los dos requisitos básicos: ni había ideas de fondo para conciliar socialdemocracia y liberalismo; y sin ello no habría utopía ni intento de construirla.

  La columna

El motivo de la provocación es la celebración crítica de la autobiografía intelectual de Vargas Llosa en su transcurso de joven comunista al  riesgoso extremo de un liberalismo que el autor peruano - según Gatto - no puede entender por la omisión de sus lecturas en el tema.  Descalificación extraña en el columnista y bastante frecuente en el diálogo uruguayo de hoy.Por ahora, lo haya querido o no, Gatto escribe exclusivamente para un conjunto restringido de lectores.  Aquellos que han leído a los clásicos o tuvieran la intuición urgida de que ahora, si o si,  deben leer algo de eso: aquellos que conocen o pueden llegar a entender porque ni Ortega y Gasset, ni Hayek pensaban igual que Smith, que tampoco el neoliberalismo de los alemanes que contribuyeron a la formación del Estado alemán de la posguerra pensaban exactamente lo mismo que los ordoliberales empañados en la misma tarea. Lectores que algo deben haber leído para saber que ninguno de ellos piensan lo mismo que los nuevos liberales norteamericanos o, que por lo menos han llegado como Becker, por ejemplo, a desarrollar la practicidad aplicada del liberalismo socio político.

 

Empero.

     Esos lectores que busca Gatto en su celebrada crítica del mutante Vargas Llosa, son muchos de los que van a polemizar munidos de  esa guía o encare del liberalismo que propone el gran peruano. Esa gente es la que buscará en otras utopías, ahora generadas desde los extremos del pensamiento liberal nuevas herramientas para imaginar otras políticas que las que, con pocas variantes se ha permitido la política local durante al menos los últimos ochenta años por no decir los últimos ciento cincuenta.

Seguramente esos nuevos mineros de la política tienen muy claro  el aporte basamental de Ralws como lo requiere Gatto. Pero en esa búsqueda de utopías mayores aunque ahora sujetas a la razón y la utilidad, la forja de un nuevo pensamiento político discurrirá por otras vías.  Ya no le interesarán a esa gente esos pequeños golpes de estado corrientes de la política, sino algo más útil y entusiasmaste. Para esta gente, el equilibrio dinámico de la sempiterna tensión entre libertad e igualdad se inclinará hacia la libertad. La utilidad de tal irreverencia deberá ser explicada. La transformación del Estado ya no será un principio sino una consecuencia natural. Seguramente también desde el cálculo del comportamiento humano o la seguridad poblacional, la libertad como herramienta sugerirá nuevas propuestas. Con la libertad como herramienta, desde el uso extremo de esas instrumentos deberá reelaborarse la defensa de la libertad poblacional, por ejemplo. Desde ese mismo vector de la libertad limitada exclusivamente por la Constitución y las leyes —en el extremo-  deberá precisarse el fundamento de la represión. Los criminales a menudo son más eficientes que los gobiernos y la propia sociedad en calcular la utilidad de su comportamiento. Y, seguramente también desde esos extremos del pensamiento liberal reivindicados por MVLL los momentos del asistencialismo redentor deberán extenderse por el mero cálculo de los equilibrios necesarios. Esos momentos tan inmediatamente requeridos en el pensamiento socialdemócrata de “volver a los orígenes” a los desposeídos quizás se distancien mucho en el tiempo.  Tiempo necesario, además, para que los fundamentos de tales  diferimientos del principio de igualdad  puedan ser aprendidos por las familias. 

La utilidad práctica de encarar esta discusión

      La utilidad de la provocación es una espita abiertas en un conjunto hasta ahora muy cerrado: los multiplicadores de opinión e intelectuales a los cuales, hasta ahora al menos, el PI no ha logrado seducir suficientemente. Ese enorme espacio declarado inapetente de la política, o ese 20%-25% del electorado confuso o desairado está pidiendo racionalidad, probeidad, capacidades. Pero en su interior hay una brutal demanda de nuevas  utopías. Ni la socialdemocracia ni el liberalismo han sido pródigos en imaginarlas en toda su historia.  Tengamos confianza en la capacidad de comprensión de esas utopías sin tener que, de inmediato, intentar ubicarlas en los escenarios políticamente correctos.   

Gracias Hebert, but.

https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/hebert-gatto/llamado-tribu.html