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Columnas y análisis. Por Jorge Jauri

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Analista de riesgo, periodista

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En el cierre, gratitud y precaución

19.Oct.2009

A pocas horas del inicio de la veda, me importa sobremanera agradecer la participación de los usuarios del sitio en la discusión que propusiera tres semanas atrás. Esa participación —la que puede observarse en este sitio y en otras redes que la reprodujeron, o esa expresada en términos más íntimos o directos- me ha remunerado de sobra ese pequeño costo o riesgo asumido al fundamentar cuál es el riesgo de la sobre vivencia de las mayorías absolutas, tan legales como lapidarias de la inteligencia y la creatividad política.

Estos sitios, estas redes, son los lugares de una nueva participación social en la discusión pública. Lo están siendo en términos determinantes en esta campaña que finaliza. Por varias razones esto es así, pero entre ellas, hay una principal: la posibilidad que tiene un provocador respetuoso de confrontar sus ideas con los otros, en un área en la cual —si uno no cierra o modera personalmente los comentarios- debe exponerse a réplicas que suelen ser tan ofensivas como atendibles. ¿Para que se comunica un ciudadano con el otro en este tipo de cosas? Para intentar convencerlo por cierto. Pero, además, para activar en el otro un intento de satisfacción de sus propias dudas. Con ellas cargamos todos los que hemos decidido lidiar con las angustias que esas dudas conllevan. Los otros vivirán con sus convicciones y felices de ellos. Pero les advierto —por si no lo recuerdan- que el ejercicio de la discusión abierta y real presupone un método ajeno a aquellos propios de la propaganda política. No es lo mismo por si alguien no lo sabía, el digno ejercicio de pegatinear un mural sobre otro, que este de embarcarse en una discusión mediante la cual, esencialmente, uno busca acercarse más a la verdad. Este tipo de búsqueda del otro está exclusivamente vinculado a las oportunidades que nos ha legado el acceso a la red de redes.

Hay una reflexión moral que genera este tipo de convicciones, la que por cierto no voy a abordar ahora. Pero, hay otra profundamente utilitaria: ahora es más costoso pero increíblemente real la posibilidad de comunicarse con el otro. ¿Saben lo que presupone esto en un ámbito paralelo a la política, el de las finanzas? Presupone que ahora, para los empresarios se ha establecido un dilema inexcusable: la oportunidad que provoca la explosión de transparencia posible en la comunicación con el mercado y la posibilidad real que tienen esos empresarios de soportar sus consecuencias. Aquellos empresarios acostumbrados a los procedimientos del clientelismo o los rentistas sin vocación de agregado de valor alguno en sus negocios, comienzan a sentir la presión de esa comunicación abierta con el otro. ¿Pueden o no, exponer sus proyectos, empresas y sus propias cabezas al desafío de la comunicación abierta con el otro? En este país miles de empresarios ya hay resuelto ese dilema por la positiva: se han adecuado a las exigencias de la transparencia y la nueva competitividad. Otros miles también han renunciado a sus viejos giros respondiéndose esa pregunta con un “no quiero” o “no puedo”. Otros aún ignoran qué conviven con la muerte: continúan en sus giros gimiendo por seguros públicos que ya no están disponibles.

Necesitaba introducir lo siguiente en esa referencia porque es lo que vivo a diario, observando algo más que la economía desde un enfoque de riesgo. Mejor abandonar la lid si uno no es capaz de habitar la red con las reglas que ella impone.

Porque es parte del método y porque me lo ha pedido convenientemente más de un comentarista, voy a intentar una breve respuesta a los comentarios de las dos columnas precedentes.

a. Mi decisión del no votar a la fuerza política de mis viejos amores y convicciones en la primera vuelta no compone un juicio de valor sobre las realizaciones de este gobierno, ni en términos absolutos ni comparados.

b. Si fuera tan sencillo pasar raya y leer. Es necesario afrontar otro tipo de discusión. No es posible evaluar desempeños con tanta facilidad. Primero que nada porque los procesos son dinámicos, sus cuentas cierran en tiempos que nada tienen que ver con los tiempos electorales y, sobre todo, porque ahora, en el mundo de las rupturas, quiebres y riesgos creciente, la sustentabilidad de largo plazo del éxito requiere un poco más de delicadeza y pericia que las que se pueden esgrimir en una discusión electoral tipo.

c. Tampoco dicha decisión resulta de lo que a tantos votantes del FA les preocupa: el riesgo a un cataclismo eventualmente provocado por una presidencia de José Mújica. Si alguna duda alguien pudiera tener al respecto importa quizás, observar la excelente evolución de las principales variables del mercado del riesgo en el peor momento de la confrontación político electoral: www.auditor.com.uy

d. Mi provocación estaba dirigida esencialmente a imponer una cautela dentro de las propias filas de la izquierda: aquella que debía establecer seguros y garantías contundentes a la dinámica del autoritarismo que —quiérase o no- ha heredado una fuerza construida sobre la base de una vieja teoría de la revolución, fuerza que además, debió defenderse del autoritarismo creciente con más autoritarismo y disciplina casi militar.

e. Esa provocación apuntaba en tanto, a una reflexión un tanto desvinculada del avatar electoral circunstancial: la elección de octubre. Pero que debía formularse necesariamente en el tiempo y las formas capaces de apelar a las sensibilidades de las pertenencias históricas estresadas al máximo en épocas de elecciones.

f. Esa provocación estaba fundada en la convicción de una gran refundación próxima. La de una fuerza política convencida de que su principal tarea es afirmar la fortaleza de las instituciones democráticas entendiendo de que se trata esto, aparentemente tan sencillo de expresar y tan difícil de comprender en realidad. Esa es la tarea cardinal de una izquierda moderna en un contexto latinoamericano en el cual los pueblos aún suponen que hay atajos infinitos hacia la libertad y la inclusión social. No los hay por cierto y esto lo afirmo, sobre todo, en honor a mis compañeros caídos en combate, cual una suerte de oferta de vida y razón ciudadana.

g. Me importa el recordatorio de la inconsecuencia republicana de la oposición. Pero eso es lo que sucede en esas casas ajenas y no en la mía. En mi casa hay demasiada convicción y evasión de realidad como para que yo me empeñe en criticar o solucionar lo que le pasa al vecino.

h. Mi escenario post electoral ideal sería el siguiente: el de una victoria electoral de la fórmula presidencial del FA sin mayorías absolutas y con un proyecto de unidad nacional convenido por las fórmulas en disputa sobre dos o tres temas esenciales: política exterior y comercial abierta con todo el mundo; una nueva Ley de Educación con mayores recursos aún y otra exigibilidad a sus beneficiarios; y al fin: una reformulación moderna del intervencionismo estatal de corte liberal. Aquella que le impone a Estado defender las libertades contra toda otra prelación de objetivos y buenos deseos del burócrata de turno.