La dictadura lo puso preso a los 19 años, por el crimen de integrar los GAU, y transitó por Jefatura, el Cilindro, Punta Carretas y Libertad durante casi 6 años.
Superó una tuberculosis, producto de las circunstancias. Fue, como tantos, ejemplo de entereza y buen humor. Fue un excepcional informático, que llegó a altas responsabilidades gerenciales. Dejaba muchas veces su trabajo al mediodía y salteaba su almuerzo para ir a dar clases a niños de la Ciudad Vieja que lo necesitaban, en sedes vinculadas a su querida Iglesia Valdense.
Nueve meses atrás, a los 60 años, en plena actividad, una dura enfermedad lo llevó a iniciar una pelea desigual que afrontó con su entereza habitual.
Personas como él son las que han puesto "madera dura" a los cimientos del avance del país.
Habrá que superar que el entrañable Pibe ya no está. Pero siempre estará presente en su querida familia, en sus amigos y en sus compañeros.