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Un gran abrazo al Frente Amplio

21.Jul.2016

Siempre nos pareció más adecuado definir estas elecciones internas del Frente Amplio como una oportunidad para la movilización, y no como una "campaña" que, como otras, últimamente saca a relucir solo aspectos relucientes de las candidaturas de ocasión.

 Lo que pudimos encontrar a lo largo y ancho del país, en las más de 300 actividades realizadas, es que el Frente Amplio mantiene viva una fibra interior difícil de explicar pero que claramente es una de las señas de identidad de nuestra izquierda. Lo primero que se nos viene a la mente es enviar un agradecimiento fraterno a las decenas de militantes, compañeros y compañeras que pusieron su esfuerzo para estas elecciones internas, que se arrimaron para aportar su punto de vista, sus críticas, sus enojos y sus propuestas. No hay nada que le pueda sacar al Frente Amplio esta fibra.

Estos meses de recorrida y discusión frenteamplista también abrieron la puerta para que se escribiera mucho y se comentara todavía más, sobre los "problemas" del Frente Amplio. Se multiplicaron los análisis, dentro y fuera del FA, sobre lo que ya no se hace, lo que "se perdió", sobre lo que ya no se ve, sobre las cosas que se fueron dejando por el camino. Todo dicho y repetido desde una posición envidiable: ninguno fue; ninguno es responsable de esas supuestas dificultades, todo lo hicieron otros, las macanas son culpa de todos menos de aquellos que se dieron cuenta de que la cosa viene mal.

En el acierto o en el error, todos los compañeros y compañeras frenteamplistas intentan aportar para fortalecer nuestra fuerza política. Y tienen claro que la disputa verdadera es con la derecha de este país, como representante de los actores conservadores de nuestra sociedad.

El FA ha cambiado en estos últimos años, y es lógico que ello sucediese. Desde 2005 tenemos la responsabilidad del Gobierno Nacional, y esto implica la activación de mecanismos de articulación política a todo nivel: parlamentario, en la gestión de las unidades ejecutoras, en gobiernos departamentales, el tercer nivel de Gobierno, en la gestión ministerial y en la conducción del Poder Ejecutivo. El camino cambia al caminante. El FA ha cambiado este país para mejor, y ha hecho avances en 12 años de Gobierno, que no se hicieron en 120. Todo esto también nos ha cambiado a nosotros como fuerza política de Gobierno, y ha cambiado también a la sociedad uruguaya, al darse cuenta que es posible gobernar este país con una lógica diferente a la que lo hicieron los partidos tradicionales.

Nosotros trabajamos esta movilización como una oportunidad para reencontrarnos con los y las frenteamplistas, y escuchar lo que tienen para decir, cómo plantean en el día a día su militancia, su laburo cotidiano.

Lo que hicimos a lo largo de esta movilización fue tratar de acortar las distancias. En primer lugar, las distancias con las nuevas generaciones de militantes. Hemos planteado que la renovación del FA es una necesidad para plantear la lucha por la sociedad más justa en los próximos tiempos.

La renovación es necesaria para disputar el futuro; para que los gurises y nuestros hijos e hijas sientan que el Frente Amplio es también su partido, y no solo el partido de sus padres y sus abuelos.

La renovación no es suplantar nada, no es pedirle la cédula a nadie, no es decir "esto ya no sirve". Es, simplemente, abrir las puertas y las ventanas del Frente Amplio para que ingresen todos aquellos que tienen algo para aportar. Aquel que pueda aportar una hora por semana, ¡Bienvenido! Aquellos que puedan aportar un poco más de tiempo, ¡Bienvenidos! Y aquellos que puedan aportar su idea por un mensaje de texto, por un correo electrónico o participar en una actividad por video-conferencia, también, ¡Bienvenidos!

Lo que queremos decir con esto es que precisamos de todos y de todas. En una sociedad como la actual, es ilógico pensar que la gente no quiere participar; por el contrario, la gente quiere expresar esa necesidad de cambio, quiere ser parte, quiere que su propuesta llegue a algún lado.

Las nuevas generaciones de militantes políticos y sociales de izquierda han demostrado su capacidad para impulsar, sostener e imponer agendas trascendentes, dialogando con los liderazgos políticos desde el respeto, pero con flexibilidad y firmeza. No podemos darnos el lujo de prescindir de nadie.

En segundo lugar, acortar las distancias que tenemos con las realidades de los compañeros del interior. El FA tiene que dejar de ser un partido solamente metropolitano. Hay que apoyar mucho más a los compañeros y compañeras del interior, y del interior profundo. No solamente de las capitales, sino también de las localidades y pueblos donde hay decenas de frenteamplistas organizados, dando la pelea muchas veces con chauchas y palitos. Pensamos impulsar una agenda muy fuerte para la reorganización del trabajo político del Frente Amplio en las regiones de nuestro país, en apoyo a las departamentales.

Finalmente, acortar las distancias con la sociedad en su conjunto. El Frente Amplio tiene que estar presente en cada uno de los debates que se dan en nuestra sociedad. Es real que el Frente Amplio comunica mal y tarde sus logros, sus posiciones, sus avances.

Tenemos que comunicar mucho mejor, con mucha más rapidez, con creatividad, con los lenguajes que funcionan en la comunicación de hoy, y sin prescindir del cara a cara, del trabajo en la feria, de darles a los compañeros y compañeras los insumos necesarios para dar las discusiones.

Precisamos acortar distancias mediante el diálogo permanente con los movimientos sociales, con las organizaciones de nuestro pueblo, con el mundo de la cultura, con la academia.

Todo este plan lo resumimos en una presidencia que esté presente mucho más en los territorios, en las departamentales, en los comités, en los debates con los movimientos sociales, en las actividades del día a día y mucho menos en la sede de la calle Colonia. Para retomar la iniciativa política, que hoy quiere conquistar la derecha.

Para finalizar, una última reflexión sobre el contexto de esta elección interna. Es muy diferente este momento de aquel en el 2012 cuando se realizaron las primeras elecciones a padrón abierto del Frente Amplio. Seguramente esto influyó en el lenguaje y las respuestas que hemos desarrollado en este camino al 24 de julio. También influirá en la convocatoria de estas elecciones.

Pero a lo largo de su rica historia, una actitud que nunca ha tenido el Frente Amplio es la del zorro de la fábula de las uvas. Esta fábula tiene al menos dos lecturas: una es que sea cual sea el resultado del domingo, al día siguiente vamos a trabajar el doble para un mejor futuro de nuestro pueblo y de nuestro Frente Amplio. No nos vamos a conformar ni ser autocomplacientes con el resultado de estas internas. La otra lectura posible es que no cabe la actitud de tirar piedras y luego esconder la mano, haber querido alcanzar las uvas y luego de no haberlo logrado, decir que de cualquier forma no valía la pena hacer el esfuerzo.

Sea quien sea el compañero que reciba la responsabilidad de ejercer la conducción de nuestra fuerza política, cabe decir que los y las frenteamplistas necesitamos una presidencia para un tiempo de cambios, para un tiempo de disputa política con la derecha, para un momento que es un punto de inflexión en nuestra historia.

Un gran abrazo frenteamplista a todos y todas quienes van a votar, y un abrazo más apretado aún a aquellos y aquellas que no puedan acercarse este domingo a su Comité de Base, y que tengan claro que la etapa que se viene nos precisa aportando a todos, y poniendo sus mejores esfuerzos adentro del Frente Amplio.